Comportarse
El columnista se pregunta por los distintivos físicos o morales que certifican si eres corrupto o incorrupto
Cuando me canso de algo tan instructivo y lúdico como mirar durante horas el techo y la pared, a veces me asalta la tentación opiácea pero también masoquista según las épocas de releer cosas que te marcaron cuando eras joven e infeliz como El oficio de vivir de Pavese, Breviario de podredumbre de Cioran, y Libro del desasosiego de Pessoa. Renuncio. Pero sí sueño con la utopía de hacer real aquel deseo de Gil de Biedma: “En un pueblo junto al mar, poseer una casa y poca hacienda y memoria ninguna. No leer, no sufrir, no escribir, no pagar cuentas y vivir como un noble arruinado entre las ruinas de mi inteligencia”.
Como lo anterior es inalcanzable para mí, me obligo a que haya ruido en mi casa. Nada de música que remueva sentimientos. A lo bestia, buscando una compañía indeseable. O sea, enciendo la tele. Compruebo que el patio vecinal dedicado al cotilleo sobre los vecinos o a las impagables revelaciones de una amiga, de una prima, de la amante de alguien que representa la nada afamada, ahora gozan de escasa salud. El formato es el mismo, el griterío también, pero el contenido ha sido sustituido por tertulias políticas en las que los ardorosos polemistas parecen tener muy claro que todo lo que sale de su lúcida boca es la verdad y mentira las presuntas seguridades del contrario. Y me aturdo, empieza a dolerme la cabeza ante ese teatro volcánico denunciando o defendiendo el estado de las cosas. Me provoca idéntico estupor y cansancio que los realities hepáticos.
A veces, el pasmo se mezcla con la risa ante el esperpento de lo que escucho o leo. Como constatar que no les crece la nariz a Oriol Junqueras al afirmar que TV3 no manipula, a Guindos que la economía española ha alcanzado velocidad de crucero, a Cospedal que los alcaldes del PP son garantía de estabilidad, al Rey que los españoles ya no son rivales los unos de los otros y que hay que defender los valores de la convivencia democrática (¿qué será eso?). Artur Más logra superar tanta falacia impune y delirante en su convencimiento de que Pujol no se comporta como una persona corrupta. Y me pregunto qué distintivos físicos o morales certifican si eres corrupto o incorrupto. ¿Y quién no lo es si estás en el centro del poder o andas cerca de él? Alguno habrá, corean desde el limbo.
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