‘Infotainment’
Youtube es a los informativos de televisión lo que 'El rincón del vago' a los colegiales que no quieren leer 'Lazarillo de Tormes': una tentación. Y pocas cadenas se resisten
YouTube es a los informativos de televisión lo que El rincón del vago a los colegiales que no quieren leer Lazarillo de Tormes: una tentación. Y pocas cadenas la resisten. Es frecuente ver, entre el ébola y la Bolsa, vídeos de Internet cuyo único aval son las miles de visitas que acumulan en la Red. Hagan la prueba: comparen lo más popular en YouTube con los rankings de la vergüenza (lo más visto) en las webs de informativos. No falla.
Se dividen estos vídeos en tres grandes áreas temáticas, a saber: animales —que parecen pacíficos hasta que, de repente, ¡zas!, atacan a su dueño o se zampan a otro animal que acaba de entrar en plano—, niños —que salen ilesos de un atropello, que “revolucionan Instagram con sus peinados”...— y cuerpazos —especialmente, de ellas—. Reciben el mismo tratamiento que las noticias, pero no lo son. Ningún periodista ha intervenido en su producción y carecen del ADN de la información: interés general —una imagen de impacto no es lo mismo que una imagen relevante— y novedad —para colmo, en muchos casos, antes que a la escaleta del informativo han llegado al móvil del espectador, reenviado por algún amigo—.
Los más pedantes llaman al fenómeno infotainment, la mezcla de información y entretenimiento. ¿Por qué, en las dos horas del día dedicadas a lo primero, algunos canales insisten en meter más de lo segundo? Quizá porque suben la audiencia. Probablemente, también, porque es mucho más barato y cómodo recurrir a estos vídeos que dedicar a un periodista a trabajar temas propios, relevantes y novedosos.
Algunas mezclas han dado lugar a maravillas: la de la guitarra y Paco de Lucía, la de García Márquez y un lugar llamado Macondo, la de los padres de Paul Newman. Otras solo sirven para estropear uno de los dos elementos. Mezclar información y entretenimiento es aplicar criterios comerciales a lo que siempre debe ser un servicio público, también en la televisión privada. Cada vez que veo en un informativo a un gatito que ladra, a un niño gracioso o a la última rubia que ha ganado algún ranking anatómico, pienso en la noticia que se ha quedado fuera por su culpa. Es decir, en esos minutos que nos han arrebatado a todos los que a esa hora solo queremos noticias.
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