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El regreso de la tenaza

Conocido como el Thoreau del Oeste, Edward Abbey retomó la sátira en ¡Hayduke vive!, su última novela publicada póstumamente

En un momento de ¡Hayduke vive!, secuela de la muy influyente y celebrada entre los círculos del ecoactivismo La banda de la tenaza, el mormón renegado Seldom Smith visita la gruta que sirve de refugio a su viejo compañero de fatigas e insumisiones, George Hayduke, y curiosea entre los libros que éste guarda en una caja de madera. Entre la Biblia, guías para presos y manuales para la preparación de explosivos, aparece el libro que había convertido sus lances en enérgico e irreverente material literario: “Y sí, también un ejemplar en edición barata de La banda de la tenaza, andrajosa, muy sobada, groseramente subrayada y llena de signos de admiración, quejumbrosos signos de interrogación, comentarios burlones y despreciativos en los márgenes”.

Publicado póstumamente en 1990, un año después de la muerte de Abbey, ¡Hayduke vive! llega ahora a las librerías españolas en traducción de Juan Bonilla, en un nuevo gesto del compromiso mantenido por la editorial Berenice con la obra narrativa de un autor —definido por Larry McMurtry como el Thoreau del Oeste americano—, cuya voz sintoniza de manera muy directa con un paisaje político, definido por nuevas formas de resistencia y la exigencia de reconstruir un viejo sentido de la comunidad.

No es extraño que Abbey imaginase a sus propios personajes tomándose su obra con distancia: lejos de ser aceptado y celebrado como un gurú de la izquierda y de la defensa medioambiental, el escritor fue figura incómoda entre los suyos —o, por lo menos, entre las filas más ortodoxas de la progresía americana— por sus controvertidas opiniones acerca de la inmigración ilegal, su visión tremendamente crítica de la sumisión de las comunidades indígenas estadounidenses a las servidumbres del nuevo orden capitalista, o por esa franqueza políticamente incorrecta que tantas veces le valió acusaciones de machismo.

Lejos de ser aceptado y celebrado como un gurú de la izquierda y de la defensa medioambiental, el escritor fue figura incómoda entre los suyos

La condición problemática de Abbey como pensador contracultural con aristas es lo que, en buena medida, sostiene la singularidad de sus obras: en ¡Hayduke vive!, por ejemplo, destaca tanto el trazo satírico, que el escritor aplica a las interacciones sociales entre fuerzas del orden y depredadores corporativos, como a los cortocircuitos de comunicación en el lenguaje asambleario de la izquierda. Una reunión de la organización Earth First! da pie a un capítulo bullicioso e hilarante en el que el autor no evita mencionar el debate alrededor del tema de los inmigrantes: es oportuno recordar que Earth First! nació en 1979 bajo la inspiración de La banda de la tenaza, publicada tan sólo cuatro años antes. La literatura de Abbey puede presumir, pues, de tener una incidencia directa con la realidad y, también, de acabar desencontrándose con esa misma realidad.

Si la primera novela venía a contar los orígenes y la formación de una célula de desobediencia civil, en clave de desaforada farsa picaresca, ¡Hayduke vive! construye su relato a partir de otro molde tradicional: la reunificación de los miembros de una disgregada banda, aposentados en distintas rutinas de integración —salvo en el caso del asilvestrado Hayduke—, para un último —y sonado— golpe. La pieza de caza mayor en ¡Hayduke vive! es una ciclópea máquina de dragado, capaz de pasar por el paisaje americano como temible caballo de Atila. Los giros cómicos que Abbey encuentra en los más variopintos registros de lenguaje son la mayor fortaleza de esta obra testamentaria, pero cargada de una vital ferocidad.

¡Hayduke vive! Edward Abbey. Traducción de Juan Bonilla. Berenice. Córdoba, 2014. 384 páginas. 19,95 euros

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