“Bienvenidos a la nave madre”
Art Basel finaliza con Art Parcours, un recorrido por piezas instaladas en espacios públicos
La frase que da título a este reportaje refleja una conversación escuchada en el espacio VIP de la feria Art Basel. Un galerista americano hablaba con colegas que le decían que hasta ahora solo habían visitado las "sucursales" de la feria suiza en Miami Beach y Hong Kong. A lo que un neoyorquino respondió con una amplia sonrisa: "Ah, bueno... pues entonces, ¡bienvenidos a la nave madre! ¡Basel is the real thing!".
Y es que, a pesar de la constante expansión de Art Basel, numerosas son las voces que consideran que la cita a orillas del Rin es "LA" experiencia. El lugar en el que los mejores galeristas lucen sus galas y presentan lo mejor de lo mejor. Igualmente, sería la concentración menos regional. Si bien Miami atrae mayormente a un público estadounidense o latinoamericano, y Hong Kong asiático, Basilea sigue convocando a la crema de los coleccionistas de todos los continentes. La gran fiesta global del arte. Y en esta fiesta destaca el ya tradicional Art Parcours.
Es muy posible que el mayor mérito de esta propuesta resida en la astucia de situar obras de artistas consagrados en lugares emblemáticos de diversos barrios de Basilea. Los miles de visitantes se ven así obligados a descubrir áreas de esta bella ciudad que de otra manera raramente visitarían. Y la apuesta parece funcionar, a juzgar por su continuidad.
Los visitantes pueden descubrir áreas de la ciudad que de otra manera visitarían
En esta quinta edición del Art Parcours el honor recayó por segunda vez en el barrio histórico de Klein Basel (Pequeña Basilea) situado a orillas del Rin, justo enfrente del Münster (la Catedral). La responsable de esta muestra fue la francesa Florence Derieux, directora del Fondo Regional de Arte Contemporáneo de Champagne–Ardenas.
El visitante inicia su paseo recibido por un lujoso coche modificado y lleno de pantallas en su interior, instalado a la entrada de unos grandes almacenes, para sorpresa de los clientes que se pasean con carritos de bebé o sacos de compra. Panamera es cortesía del austriaco Gottfried Bechtold. Siguen unas gigantescas herraduras instaladas a las puertas de la iglesia de Santa Clara por Mark Handforth y un espacio con farolas y sillas que reproducen una pieza originalmente situada en Beverly Hills en los años 20. La pieza, titulada Holmby Hills Light Folly está firmada por Chris Burden.
También se aprecian una serie de afiches firmados por Ryan Gander que presentan niños que nos invitan a imaginar, o buscan soñadores. Una pieza que se hace eco de la reciente campaña del Gobierno británico para atraer jóvenes a carreras científicas en detrimento de las artes y las letras. También destaca Untitled, del chino Zeng Fanzhi, quien propone una elegante escultura que recuerda a una gigantesca rama de bronce, presentada por el todopoderoso galerista americano Larry Gagosian.
Uno de los atractivos es la posibilidad de entrar en casas particulares o edificios histórico
Uno de los atractivos de Art Parcours es la posibilidad de entrar en casas particulares o edificios históricos donde Art Basel instala los trabajos. En este contexto, dos obras de especial interés son Men Asleep, instalación del portugués Joao Penalva con imágenes en blanco y negro de hombres durmiendo en la penumbra del salón de una casa burguesa, y Proposal for a Crystal Building, del egipcio Iman Issa. Ambas obras aprovechan los mágicos espacios de casas históricas de Basilea, con un efecto que hace que el paseo valga doblemente la pena. Sin Art Parcours sería imposible descubrir estos espacios.
Pero no deja de ser irónico que en esta cita la propuesta que consiguió todas las portadas de la prensa suiza no fue otra que la performer Milo Moiré. Es posible que el lector recuerde una acción reciente en la que una artista completamente desnuda introducía huevos llenos de pintura en su vagina, para acto seguido expulsarlos sobre una tela. Pues la misma creadora se presentó en la Messeplatz de Basilea el jueves por la mañana, una vez más completamente desnuda y esta vez en tranvía. Sobre su piel, pintadas las palabras de sus imaginarias prendas: "bragas, sostén, chaqueta o camisa". Protegida tras unas gafas y rodeada por una nube de fotógrafos, Moiré intentó entrar en Art Basel. Pero la artista se vio rechazada en la puerta con la excusa de que "las galerías esperan meses para ser aceptadas y deben pasar rigurosos procesos de selección". A pesar de ello, los responsables de Art Basel no pusieron en duda lo "artístico" de la acción de Milo Moiré. Lo cierto es que no deja de ser interesante observar que aún en 2014 sigue siendo más fácil atraer la atención general con una mujer desnuda que con lo mejor que puede ofrecer la creación de nuestro tiempo.
Babelia
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