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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ahí están

Algo bueno debe de tener Podemos cuando tantos supuestos adversarios políticos se han puesto de acuerdo para maldecirlos

Carlos Boyero

Dos seres abyectos que se autoproclaman infatigables buscadores de la verdad a través del periodismo independiente y libre, le gritaban con síntomas de histeria (¿o era solo cálculo?) en un programa de televisión al sorprendente chico de la coleta que sus manos estaban manchadas de sangre porque su partido había recibido dinero del Gobierno venezolano e iraní. Si así fuera, el chavismo y los ayatolás demostrarían una tacañería excesiva e ínfima fe en las posibilidades del agente que han infiltrado en la democracia española, ya que Podemos ha gastado en su campaña 150.000 euros, que imagino debe aproximarse a la centésima parte del presupuesto para elecciones de los dos grandes partidos, obsesionados desde siempre en regalarnos felicidad colectiva a precios razonables.

El tal Iglesias, que ya no sé si es el resucitado Bakunin o la encarnación de Lucifer, no alteró su sonrisa fría ni el tono subversivo de su discurso cuando les contestó a los cruzados del periodismo libre que le habían avisado de que en el momento que se presentaran a las elecciones sufrirían bombardeo generalizado, calumnias, todos los mecanismos del poder para cerrar la boquita del recién llegado. Iglesias tiene muy claro lo que significa “la casta”, pero también corre el peligro de descubrir los efectos opiáceos y a perpetuidad de integrarse en ella.

Después de constatar el odio (suele acompañar al acojone) que ha causado entre los pesos pesados, medios y plumas de la casta el apabullante triunfo del neófito deslenguado y que ese 1.200.000 votos (todos ellos pertenecientes a frikis, según la documentada opinión de Arriola, principal y sapientísimo asesor de Rajoy) podría aumentar en las siguientes elecciones, deduzco que algo bueno debe de tener Podemos cuando tantos supuestos adversarios políticos se han puesto de acuerdo para maldecirlos.

El incandescente opinador Felipe González asegura que sería catastrófico para España esa alternativa bolivariana. La señora que se inventó un partido porque no la habían hecho jefa del suyo los llama populistas y demagogos. El PP huele el azufre en ellos y se santigua. Algunos de los que no votamos, o lo hacemos en blanco, vamos a perder la virginidad.

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