Nuevo peldaño artístico
Tras el éxito de 'El Camino', The Black Keys invocan la fiebre y la melancolía en 'Turn blue'
Que nadie espere encontrar ni la pegada, ni la inmediatez de El camino (2011) en la nueva entrega del dúo de Akron (Ohio), aún en la ola de su imprevista ascensión al estrellato desde comienzos de este lustro. Si el anterior trabajo de Dan Auerbach y Patrick Carney consistía en un ramillete de himnos rock con inequívoca vocación de singles, este Turn blue aspira al saboreo a fuego lento. Al menos en los nueve cortes coproducidos por Danger Mouse, alias de Brian Burton, el artífice de la apertura estilística de la banda más allá de sus raíces blues-rock desde que se sentó por primera vez en la pecera para Attack & release (2008). Como en El camino ,Burton también firma los temas junto a la pareja, y los lleva esta vez, con sus capas de sonido, a un predominio del estado de ánimo (melancólico, como reza el título) sobre la melodía. El disco bordea así el peligro de una uniformidad nebulosa, aunque consigue casi siempre esquivarla.
La apertura con Weight of love impacta: siete minutos (nunca antes se habían alargado tanto) que arrancan en acústico, nos hacen esperar hasta recibir la voz de Auerbach entre tonalidades funky y coros femeninos de góspel, y derivan en el frontman convertido en guitar hero psicodélico. Un triunfo. The McCrary Sisters, por cierto, repiten en los contrapuntos vocales de los dos cortes inmediatos: el sinuoso In time, con Auerbach asido al falsete, y el que titula el disco, un ejercicio de pop satinado de R&B, cadenciosamente bailable.
A los que abominen del falsete, el primer sencillo, Fever, les deparará más de un disgusto. Preñado de eco, el del cantante y guitarrista de The Black Keys reaparece en su estribillo invocando la fiebre perdida, impulsado por un órgano tan saltarín, como ajeno a saudades. Conviene mencionar sin embargo que Auerbach pasó en 2013 por un abrupto divorcio, y que la ruptura amorosa (él se limita a reconocer el álbum como el más personal de su carrera) se palpa. Con Year in review, por ejemplo, parece lamentarse de los tropiezos en la misma piedra. En Bullet in the brain, comienza entonando sotto voce, y aunque una seductora línea de bajo anima el cotarro, el texto se asoma a “corazones con óxido incipiente y diamantes convertidos en polvo”. Y deja claro a la otra persona que es la responsable de que él exorcice su dolor.
Las hermanas McCrary reaparecen en el call & response que Auerbach protagoniza con ellas para ahondar en tristezas, bautizado como 10 lovers y con un potente groove por debajo. Más descremada resulta la calma chicha de Waiting on words. Mientras que el piano inaugura In our prime y entrega el testigo a las cuerdas, hasta que los colores lisérgicos se hacen con el mando. Su desbarre guitarrero final entronca, en pequeñito, con el del primer corte. Los nostálgicos de la etapa garage de The Black Keys pueden solazarse, en cambio, con otro enfoque a las seis cuerdas: el lleno de fuzz con el que despega It’s up to you now, en comandita con un desatado Carney a la batería. Auerbach la remata desempolvando el blues-rock hasta quedarse a gusto. Esa no la coprodujo Burton. Tampoco el verso suelto que supone Gotta get away para los postres. Tanto que estuvieron a punto de prescindir de ella, pues se trata de un boogie-rock stoniano teñido de glam. No se equivocaron al conservarla: es irresistible en su banalidad. Lanza, sin embargo, la duda sobre cuál será el próximo paso de dos tipos ya con varios grammys, solicitados además como productores (Auerbach, de Dr. John o Lana del Rey), a los que se agradece no haber fotocopiado la fórmula ganadora de El camino. Bastante tienen con Jack White tildándoles de saqueadores. Gracias a Turn blue, no sin algún traspié por falta de sal, suben otro peldaño artístico. Y quién sabe si responden a los ataques, pues el título encierra un “vuélvete azul, muérete” o, en definitiva, “vete al guano”.
The Black Keys. Turn blue. Nonesuch / Warner
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