Afiliación
Las únicas promesas que están obligados a cumplir los poderes políticos son las que firman con el poder económico
Los muy responsables y templados dirigentes del PP a veces pierden la paciencia ante el griterío y las protestas de la plebe acusándoles de imponer una extenuante sucesión de barbaries y ofrecen un argumento infalible para legitimar lo que hacen. Imponen todo lo que les dicta el cerebro o los genitales porque disponen de mayoría absoluta, porque les avala la soberanía popular. Y tienen razón. La gran mayoría que les otorgó su voto para que salvaran al barco del naufragio, en la confianza de que estos ancestrales abanderados del orden, la patria, el Altísimo, la moral (exclusivamente la suya, por supuesto) les conducirían a las tierras de leche y miel, no debería de apuntarse a las manifestaciones contra sus desmanes cotidianos, debieran ser consecuentes con la fe que depositaron en ellos y el amor sin condiciones que les otorgaron. Es evidente que el PP mintió en su programa, que sus promesas eran papel mojado, que la corrupción no fue la excepción sino la norma, pero solo los bebés y los disminuidos mentales pueden permitirse el lujo de creer que aquello que prometen los políticos en época de elecciones. Y si no hay elecciones, también. Viven de eso. Muy bien, sin amenaza de desempleo o de ruina. Siempre existirán espíritus puros que se crean esas promesas espúreas, falaces y cínicas. Las únicas que están obligados a cumplir los poderes políticos son las que firman con el poder económico. Y ahí no existen los taquígrafos, jamás se harán publicas, ganan todos. Siempre fue así.
De cualquier forma, hay empresas con proteica capacidad de supervivencia que deben de estar asustadas ante la disminución de beneficios, debido al progresivo bajón de feligreses. Por ejemplo, la Santa Iglesia Católica. Y el PP también debe de tener problemillas en la urgente captación de adictos. Escucho en los informativos que el PP balear premiará a la gente que se afilie y solicite el carnet con jugosos descuentos en más de 300 comercios, que incluyen viajes, restaurantes, ropa, hoteles, spa, y no sé cuantas más apetecibles cosas. Ya pasó el Día de los Inocentes, no es una broma. Pensándolo bien, esa propuesta tiene su coherencia. Nunca he entendido que le dan a toda esa gente con expresión orgásmica que llena los mítines de los políticos. Si los descuentos merecen la pena, tendría sentido ir de clá a esos teatros.
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