El (enésimo) regreso de la banda de provincias
Los Wave Pictures mantienen su idilio con el público español en la gira de presentación del doble 'City forgiveness'
Los tres miembros de los Wave Pictures rondan los treinta años y ya no recuerdan cuántas veces han girado por España. Desde que este grupo británico se convirtió en uno de los hypes de la temporada en 2008 con el álbum Instant coffee baby han publicado, como mínimo, un disco al año y los conciertos en España se han sucedido hasta ver convertidos a estos tres ingleses, casi, en parte la familia. Es lo que tiene haberse recorrido en pocos años cinco o seis veces la península. “Creo que es más que eso”, apunta el cantante, guitarrista y compositor David Tattersall desde la furgoneta que traslada al grupo de Castellón al siguiente concierto en Barcelona. “Tal vez sea la octava o la novena, quizá la décima gira en España. Pero no lo sé seguro, no tengo muy buena memoria para esas cosas. Pero sí sé que hemos estado muchas veces”.
El público español parece agradecer sus constantes visitas. Incluso más que en otros países. Al menos desde el escenario lo perciben así. ¿A qué se debe entonces este idilio entre la audiencia local y el grupo? “No lo sé, realmente. Es un misterio”, asegura Tattersall. “Quizás es porque es música hecha para el directo, es rock and roll, y la gente en España parece responder mejor a los guitarristas”. No importa que muchos no capten el contenido de sus letras, protagonizadas por gente normal, algo pesimistas y con un punto socarrón, que actualizan el legado de artistas como Jonathan Richman o Hefner. “Normalmente los ingleses tampoco las entienden del todo”, anticipa el cantante y letrista del grupo.
Tampoco, aseguran, se preocupan mucho acerca de si dejan al público exhausto: su avalancha de conciertos viene precedida también por una extensa obra discográfica. En los últimos dos años han publicado dos álbumes (el último, City forgiveness, doble) y un disco de homenaje al malogrado Jason Molina. En total, entre discos autoeditados y lanzamientos oficiales, habrán grabado una veintena de álbumes desde su formación en un pequeño pueblo del centro de Inglaterra a finales de los noventa. “De hecho, me gustaría grabar más discos todavía. Me hace feliz escribir y grabar constantemente. Si este disco es doble es porque tenía el doble de canciones, sin más. Si formas una banda es porque quieres grabar discos. De hecho, cuando me gusta un grupo quiero más de él. Para mí, no puede haber discos suficientes de The Mountain Goats, o de Lou Reed. Quiero más y más de ellos”.
Es sábado por la noche y los Wave Pictures dan el último de sus 11 conciertos en España en Valladolid. Es poco habitual que un grupo de pop se atreva en directo con tantos solos de guitarra. Más chocante aún es que Tattersall acometa el enésimo solo de la noche directamente desde el camerino, como quitándole hierro a un asunto del que muchos aficionados huyen. “Los solos son pura diversión, las otras partes son más complicadas”, asegura Tattersall. “Creo que a la gente no les gusta porque lo asocian con malos solos de guitarra. Un solo de guitarra de Neil Young es completamente diferente de uno de Eddie Van Halen. Es como decir que no te gusten los cantantes porque no te gusta Beyoncé”.
Este disco suena más duro porque estábamos en nuestro año de Black Sabbath”, asegura el cantante y guitarrista David Tattersall
Virtuosos con sus respectivos instrumentos (casi sin quererlo), los tres comparten su gusto por lo espontáneo: están de acuerdo en desterrar los setlists de los conciertos para “mantener las cosas vivas” y ser lo más naturales posible. “No queremos hacer algo perfecto”, señala Tattersall. “Es solo una cuestión de actitud. Tenemos muy claro cómo queremos sonar, eso sí, no es como a otras bandas les gusta. No queremos poner teclados, ni grabar pistas por encima, ni que los tres entremos perfectamente a tiempo”. Tampoco ensayan. Como mucho, de vez en cuando, David lleva su guitarra al piso de su vecino en Londres, el batería del grupo Johnny Helm. Y, muy importante, carecen de todo prejuicio: les gusta tanto la música africana como rock de corte más agresivo. “Creo que este disco suena más duro porque estábamos en nuestro año de Black Sabbath. Así lo decidimos una vez que estábamos borrachos en un bar Franic Rozycki [bajista de la banda] y yo. Aunque no llegamos al año, es muy difícil escuchar solo a Black Sabbath, pero lo intentamos”, dice con sorna Tattersall..
Tal vez lo especial de la banda reside en que siguen siendo los tres amigos que salieron de provincias hace casi quince años. “No sé, lo importante es que es divertido”, resume el cantante y guitarrista. “Sería imposible hacer esto con otros músicos, si es así es porque nos conocemos desde hace tiempo”, señala Franic. Minutos después volverán al bar en el que festejan el fin de la gira antes de partir hacia el sur de Francia. La elección no podía ser menos obvia: suena Tunnel of love de los Dire Straits y bailan y cantan abrazados. De nuevo, sin prejuicios.
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