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Todos multados

El Gobierno debe de estar convencido de que los manifestantes merecen algo más que las livianas hostias de la estresada policía

Carlos Boyero

Enzensberger tituló su espléndida biografía de Durruti El corto verano de la anarquía. Es bonito y soñador el enunciado, pero también dudoso que a la pobre anarquía, tan odiada y temida por la gente de orden, incluido el partido comunista, le permitieran disfrutar del esplendor del verano, aunque fuera corto. Desde que era niño, recuerdo que ella era la presunta culpable de todos los males, la encarnación terrenal del diablo, la enemiga más feroz de los que siempre han tenido muy claro cuál es el orden natural del universo y lo han impuesto desde los ancestros a sangre y fuego. El mínimo intento de protesta o de transgresión contra el estado de las cosas, era definido como: “Esto solo conduce a la anarquía”. Si no bastaban los decretos y el sagrado peso de la ley para extirpar al incipiente depredador, se le podía balear sin ninguna sombra de consecuencia moral ni penal.

El Gobierno del PP debe de estar convencido de que las calles han sido tomadas día a día por la anarquía (jamás sospeché que hubiera tantos millones de anarquistas en España) y que las protestas sin modales que ejercen estos contra las barbaries que impone el Gobierno se merecen algo más que las livianas hostias con las que responden a la provocación las agobiadas fuerzas del orden público. O sea, merecen algo que duele más que las porras y las pelotas de goma y son las multas, el ataque a los bolsillos de los manifestantes, cada vez más tiesos. Y pueden machacar a los subversivos gritones con esas multas debido a un millón de razones humanas y divinas. Imagino que ya están pensando en la ampliación de cárceles porque es dudoso que los delincuentes que dan la murga a los que no han perdido ningún privilegio con la crisis puedan pagar esa multas. Aunque hayan tenido el detalle de rebajar la de 600.000 euros a 30.000. Y, por supuesto, la indescriptible Ana Botella no será multada por agredir al sentido común en su certeza de que la reforma laboral es lo que más progreso ha traído a la humanidad.

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