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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La infravida copia a ‘Amor’

Puedo entender el enloquecimiento y la frustración del que está solo para cuidar a esa persona amada

Carlos Boyero

Un matrimonio de ancianos con síntomas transparentes de que su historia ha funcionado, inteligentes y cultos, regresan a su casa con gesto complacido después de haber asistido al concierto de piano de un antiguo alumno suyo. A la mañana siguiente ella permanece ausente. No obedece a un despiste pasajero. La enfermedad de Alzhéimer acaba de mostrar sus garras. Él decide cuidarla, finalmente, en soledad, aunque tengan una hija y previsibles recursos económicos. Este hombre enamorado será testigo impotente de la progresiva devastación mental y física de su mujer. Atravesará estados de ánimo al límite en la temible responsabilidad que ha asumido. El inacabable dolor de ella le hará tomar una solución tenebrosa. La asfixia con una almohada. Hay una elipsis sobre su suicidio, pero imaginamos que ha saltado por la ventana. Este sombrío argumento es de la turbadora película de Michael Haneke Amor, una experiencia dura para el hipnotizado y conmovido espectador.

Amor me sigue removiendo y aterrando en la memoria desde que la vi por primera vez. Y vuelvo a pensar inevitablemente en ella cuando escucho la noticia de que en un pueblo de Asturias un hombre de 86 años ha asesinado a su esposa de 83 y se ha suicidado. Cuentan que ella estaba postrada en un estado terminal del Alzhéimer desde hace varios años y que él la había cuidado sin ayuda durante todo ese tiempo. Y admitiendo la obviedad de que supone una barbarie eternamente repetida la de los hombres que matan a sus mujeres o exmujeres (siempre son ellos los verdugos, casi nunca ellas) y culminan ese acto sádico, vengativo o desesperado quitándose la vida, trato de imaginar el calvario psíquico y físico del matador, la tarea proteica y desoladora de cuidar sin ayuda a alguien con el que se ha ensañado esa enfermedad.

Algunos disponen de pasta para que los profesionales se ocupen de ese cuidado. Pero puedo entender el enloquecimiento y la frustración del que está solo para cuidar a esa persona amada. ¿Y qué hace el comprensivo Estado, la ley de dependencia, las ayudas sociales? Cosas de otros tiempos. Que se las ingenien los pringaos.

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