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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nadie sabe nada

En el escenario actual del caso Bárcenas, la gente cree que está sabiendo, pero en realidad nadie sabe nada

Juan Cruz

Lo dijo Alberti. Era un tonto y lo que supe me hizo dos tontos. En realidad, uno no sabe nada de cierto, porque dentro de todo no hay un pequeño sí y dentro de todo sí hay un pequeño no (eso dice Lledó). Se cree que se va sabiendo, pero del todo nadie sabe nada. Hasta el mayor descubrimiento científico del siglo XX se llama teoría de la relatividad. Todo es relativo, que es como decir que nadie sabe nada. Al inventor de esa teoría, Albert Einstein, le dijo el actor menos lúcido de Hollywood, Fernando Lamas, que no se hiciera ilusiones con el glamour de las estrellas: “Todo es relativo, maestro”. Lamas sabía.

En el escenario actual del caso Bárcenas, la gente cree que está sabiendo, pero en realidad nadie sabe nada; como en las novelas de Simenon o en las películas de Hitchcock, van surgiendo detalles, destellos, y de ellos extraen los comentaristas (ahora todos comentan en tiempo real: ventajas, y riesgos, del directo) suculentos juicios que se quedan ahí como epitafios… Hasta que son desmentidos o reconducidos al día siguiente.

No saben los comentaristas y no saben quienes deberían saber. Ese destello procesal que ahora circula —“No me consta”— no es solo la confesión de un despiste, sino una autocrítica que debe constar como culpa de parte. Si a quien estaba al frente de la casa no le consta cómo se pagaban los platos, ¿quién sabe qué pasaba ahí? Pues se entiende que sabe el que pagaba. El que pagaba está en la cárcel, por cierto, y dice que él les pagó a todos, pero los que desfilan por Prim dicen que a ellos no les consta. A estas alturas no les consta ni el blanco ni el negro. En el lenguaje popular se decía en un tiempo “a mí que me registren”. Ahora es “no me consta”. Será trending topic.

Nadie sabe nada. Aprovecho esta circunstancia para aconsejar un programa que se llama así y que hacen Andreu Buenafuente y Berto Romero los domingos por la tarde en la Ser. Desde la improvisación más absoluta, dos cómicos poniéndole dudas y risa al cascabel actual. Los que no tuvieron tiempo de escuchar a Pepe Iglesias El Zorro o a Gila, ahí tienen a dos continuadores. Ellos no saben nada y les consta que es así. Ilustres ignorantes, como los amigos de Javier Coronas en el Plus.

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