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Tentaciones

La leyenda de The Monochrome Set

Johnny Marr dice que sin ellos no habría The Smiths; Fatboy Slim les versionó (con Iggy Pop cantando); Graham Coxon y Alex Kapranos les adoran La banda más influyente y desconocida que ha dado Reino Unido toca el sábado en Madrid en su único concierto en España.

Xavi Sancho
El grupo en Nueva York en 1984. Bid es el primero por la izquierda. A la derecha, Lester Square, guitarrista y decano de arte y diseño en la North London Collegiate School.
El grupo en Nueva York en 1984. Bid es el primero por la izquierda. A la derecha, Lester Square, guitarrista y decano de arte y diseño en la North London Collegiate School.

“Estoy bien, gracias. Casi recuperado del todo. Solo que, bueno, a veces, cuando me estreso, o gasto mucha energía, parece que ando como un borracho. Se me descontrolan las piernas. No es divertido… Bueno, la verdad es que resulto realmente cómico, para qué engañarnos”. En 2010, Bid, líder de The Monochrome Set, una de las bandas clave para entender la música británica de finales de los 70 y principios de los 80, sufrió un derrame cerebral. “Solo debo controlar no ponerme nervioso, así que, cuidado qué preguntas…”, bromea desde el otro lado del hilo telefónico.

El nombre real de Bid, su cantante, es Ganesh Seshadri  y su linaje incluye un puñado de reyes indios

Con el fin de que sus andares no reaparezcan, Bid se ha empeñado en que las cosas sean lo más relajadas posibles en esta nueva encarnación de la banda. Así, el grupo sale de gira coincidiendo con las vacaciones escolares, que es el momento en que Lester Square, el guitarrista, queda libre de sus deberes como decano de arte y diseño en la North London Collegiate School. Duermen todos en habitaciones separadas y, como afirma Bid, tratan de tocarse las narices lo mínimo posible. “Antes no nos soportábamos. Ahora, tal vez tampoco, pero, al menos, hemos aprendido a tolerarnos. La idea es vernos lo menos posible”.

Antes no nos soportábamos. Ahora,  al menos, hemos aprendido a tolerarnos. La idea es vernos lo menos posible”

Pero lo que hace realmente original las giras actuales de la banda que en 1981 editara Love zombies, uno de los discos que dotaron al indie de un sonido sobre el que sustentar su afán de alternatividad comercial, es su afición por el tren. “Poder hacer las giras en tren es un lujo, de verdad. En Alemania tienen unos trenes cojonudos, y en Reino Unido también lo hacemos así. Lo peor de tener un grupo es la furgoneta, o las horas de espera en el aeropuerto, ahí frente a la cara de col hervida de tus compañeros de banda. Me da mucha rabia que sea tan fastidioso conseguir conciertos en Francia, porque tienen un sistema de tren de alta velocidad estupendo. Creo que en España también funciona bien, ¿no? Es una pena que esta vez solo tengamos tiempo para tocar en Madrid”, comenta Bid al respecto de su próxima fecha, el próximo sábado 18 de mayo en la Sala Nasti.

Eine Symphonie des Grauens

Durante su estancia en el hospital empezó a escribir canciones. No sabía si serían para su proyecto Scarlet’s Well o para su banda primigenia, esos Monochrome Set sin los cuales Johnny Marr dice que jamás hubiesen existido The Smiths, Norman Cook afirma que jamás hubiera cogido un bajo y se hubiese alistado en The Housemartins y ya convertido en Fatboy Slim grabó su He´s frank en una versión con Iggy Pop de vocalista (en su proyecto The Brighton Port Authority), o Graham Coxon confirma que no sabría qué hacer con su guitarra. Incluso Alex Kapranos, cuando formó su primera banda, Karelia, y buscó un productor, llamó a Bid, cuyo nombre real es Ganesh Seshadri, que significa algo así como ‘Niño dios de cabeza de elefante, jinete de la cobra cósmica’ y cuyo linaje incluye un puñado de reyes indios, aunque, al parecer llevan unos 40 años sin calzarse una buena corona. Igual todo esto es falso, porque a Bid le gusta, según el día, afirmar o negar que se pegó con Geoff Travis horas antes de que les fichara para Rough Trade, que la idea del sello Blanco y Negro fue suya o la relación o no relación que mantiene con Adam Ant, quien fuera miembro en la más primigenia encarnación de la banda.

Quien diga que se hacen  amigos en este negocio es un mentiroso o un idiota. No debes fiarte demasiado de otros músicos"

Sea como sea, de aquellas sesiones de composición surgió Platinum coils, lanzado en 2012 con la tranquilidad de quien ya no debe demostrar ni inventar nada. A estas alturas a Monochrome Set, con no traicionarse, les basta. El disco está lleno de referencias hospitalarias e incluso incluye un tema, They call me silence, al respecto de una de las primeras crisis que sufrió Bid tras abandonar el hospital. Se quedaba sin palabras. Ahora es justo lo contrario. Habla cual ametralladora. “Sí, es verdad, hemos sido muy influyentes en mucha gente”, comenta al respecto de la retahíla de artistas que justifican su existencia a través de la discografía de Monochrome Set. “Pero eso me la pela. Dicen que somos una banda de aquellas que le gusta a las otras bandas más que al público, pero eso es una estupidez. No tuvimos éxito porque los sellos querían unos XTC y nosotros jamás fuimos eso. Bueno, sí que fuimos eso, pues los XTC nos lo copiaron todo, claro. No siento ningún tipo de afán de venganza con mis coetáneos, ni creo que la gente que me nombra como influencia me deba nada. Soy consciente de que jamás he escrito un tema que pudiese convertirse en éxito pop global. No soy la puta Kylie. Siento que somos como como aquellos buenos libros que nadie lee”.

La formación actual de The Monochrome Set.
La formación actual de The Monochrome Set.
No creo que la gente que me nombra como influencia me deba nada. Soy consciente de que jamás he escrito un éxito pop global.  Siento que somos como como aquellos buenos libros que nadie lee”

 Antes de la paz que se respira en la banda hoy día, Monochrome Set se separaron varias veces y sufrieron todas las penurias que se le suponen a cualquier grupo independiente con un presupuesto limitado pero con un sello que tiene grandes planes para ellos. En 1982 los mandaron por tercera vez a EE.UU. a romper de una maldita vez el mercado yanqui y casi mueren en el intento. “Todo lo que podía salir mal, salió mal. Arrestaron a nuestro conductor por ir borracho, nos robaron todo el equipo, los promotores nos timaron con el dinero de los bolos... Esto le ha pasado a mil grupos. Tampoco hay que darle mucha literatura. Mira, los Stranglers pasaron por una situación similar y desaparecieron tres años. Si estás en una situación débil y re roban, volver al ruedo es muy complicado”, recuerda Bid, quien, a pesar de de nombrar infinidad de bandas de su época con las que tuvo relación para ilustrar su biografía y celebrar la música de combos actuales como Veronica Falls, de los que se declara fan, afirma que jamás se ha sentido parte de ninguna escena. Según él, “quien diga que se hacen verdaderos amigos en este negocio, es un mentiroso o un idiota. Aquí cada uno va a la suya. No debes fiarte demasiado de otros músicos. Por eso siempre fuimos nuestra propia escena”.

Poco aficionado como es a socializar con otros combos, tampoco cree demasiado en los festivales. No está demasiado interesado en mantener contacto con sus compañeros de cartel y, si le apuras, con el mismo público. “¿Sabes? Todo el mundo te dice que los festivales son geniales para llegar a grandes audiencias. Y una mierda. La gente no para de ir de un lado para otro. ¿Adónde cojones se dirigen? No lo entiendo. Estás tocando y ves más cogotes que caras. No ganas público. Mira, hicimos el Primavera Sound y fue muy bien, la comida en España es cojonuda, pero ya no más”. Así, eliminando los grandes eventos de su agenda, los de Hornsey se concentran en actuar en pequeñas salas, editan sus propios discos y Bid hace las veces de manager.

Entre The Monochrome Set y Franz Ferdinand hay una línea directa que viene de aquí.

Su sistema para reconocer dónde la banda debe actuar es algo más científico que el que se refiere a la idoneidad de los horarios de los trenes. “Utilizo Google analitics. Es genial Al principio de encargarme de esto, me equivocaba mucho. Fuimos a Brighton y llenamos la sala, cuando yo pensaba que vendrían 50 personas. Ahora he afinado mi forma de gestionar esto y soy casi infalible”. Aunque pueda parecer una incoherencia, todo esto de Internet y su revolución, sus redes sociales, sus hashtags y sus mandangas, realmente, según Bid, a quienes está favoreciendo es a las bandas clásicas como al suya, no a los más jóvenes. “Los nuevos no tienen nombre, no pueden conseguir conciertos porque nadie los conoce. Son una gota en el océano. Nosotros, o The Buzzcocks, aunque no supiésemos encender un ordenador, sacaríamos mejor provecho de Internet que cualquier banda novel”, afirma el tipo que durante los 90 sufrió como nadie la crisis financiera japonesa –bastión en el que se atrincheraban prácticamente todos sus fans- y fue rescatado por el sello español Siesta, de los pocos que creyó aún en la banda. Celebrando el año Dickens, preguntamos: ¿Fue aquel el peor de los tiempos y es este el mejor? “El mejor no, porque aún no me encuentro al 100% y ya no creo que me recupere por completo jamás, pero sí que en la historia de la banda no ha habido quizás un momento tan feliz como cruzar Alemania en tren leyendo un buen libro y sin resaca”.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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