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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

1989

David Trueba
Manifestación en Liverpool el día del entierro de Margaret Thatcher.
Manifestación en Liverpool el día del entierro de Margaret Thatcher.PETER POWELL (EFE)

A casi nadie le gustan los libros de artículos. Los que han leído esos artículos cuando aparecían publicados sienten que ya los conocen. Y los que evitaban leerlos, no van ahora a correr a comprarse el libro recopilatorio. Sin embargo, a mí me encantan los libros de artículos. A algunos maestros se los conserva mejor en ese formato que en otros envites narrativos. De Larra a Mencken y de Camba a Liebling corren ríos y afluentes magistrales. Los artículos son guardamemorias, flores conservadas entre las páginas de un libro que nunca pensaste volver a abrir.

El entierro de Margaret Thatcher ejemplifica que la historia la escriben siempre los ganadores. En eso tienen razón los que hicieron trampa en los mundiales o se drogaron antes de la carrera olímpica. Algo así sucede cuando no se quiere recordar la guerra sucia, las torturas carcelarias y el aplastamiento de inocentes reclutas alistados con amenazas. A un líder derrotado no le lavarían estas manchas y la pompa de sus funerales sería tibia y vergonzante. Un modo de gobernar que incluyó cerrar la investigación sobre la muerte de 96 seguidores del Liverpool en el estadio de Hillsborough en abril de 1989, ocultando y manipulando pruebas para eludir cualquier responsabilidad policial y hacer cargar a los muertos con toda culpa. Las conclusiones de esta investigación no son tan lejanas, apenas datan de hace medio año, pero la memoria es un capricho que algunos no quieren permitirse.

Todo era más evidente en 1989. En un libro de artículos de Manuel Vázquez Montalbán me encontré con una reflexión de esos días octubre en que cayó el muro de Berlín, destinada a prevenir a la izquierda del desafío que se le venía encima. No sonaba oportuno en la euforia de entonces, pero resulta interesante leída hoy: “Se empieza por pedir perdón a los proletarios del mundo y se acaba pidiendo perdón al capitalismo y a sus tiburones, e incluso preguntándoles cuánto se debe, cuánto se debe por todo cuanto el movimiento obrero les ha arrebatado desde que existe”. A la Thatcher su propio partido la traicionó y la expulsó del poder en el año siguiente. Ya no era necesaria. Era más fotogénico que otros nos pasaran a cobro el cuánto se debe.

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