I am Kloot, evolucionar sin prender fuego al pasado
La banda británica publica 'Let it all in'. mezcla de psicodelia, temas de adolescencia y canciones con leyenda
El 15 de junio de 1996, el IRA puso una bomba en Coronation Street, en pleno centro de la ciudad Manchester. Aunque no hubo víctimas, los daños provocados por la explosión se calcularon en más de 700 millones de libras. Esa misma tarde, debía llevarse a cabo en Castlefield el Manchester Buskers Festival. A pesar del incidente, el evento, en el que participaban cómicos, titiriteros y músicos anónimos de la ciudad tuvo lugar. Entre el público se encontraba Pete Jobson, un joven estudiante que acaba de llegar a la ciudad para matricularse en la universidad. Sentado en una colina, a pocos metros de uno de los escenarios más periféricos del festival, Pete tuvo una epifanía. Sobre la tarima apareció un tipo sosteniendo un vaso de pinta lleno de cerveza, pidió una guitarra prestada y, como no tenía correa, cogió una caja de cervezas que había en una esquina del escenario. Apoyó el pie izquierdo sobre ella, se acomodó el instrumento y empezó a tocar.
Casi 20 años después, Johnny Bramwell, aquel tipo que subió al escenario medio beodo, es el líder de I am Kloot, una de las más brillantes y -desde que colaron su cuarto disco, Sky at night, entre los nominados al Mercury Music Prize de 2010- también más respetadas y exitosas bandas de la escena musical británica actual. Pete, el personaje que recuerda aquel primer encuentro (“fue como presenciar por primera vez una actuación de Leonard Cohen o de Dylan, pero al estilo de Manchester, claro. Aún hoy admiro a Johnny, creo que es un compositor muy infravalorado. Me sigue emocionando”) es el bajista de la banda –el tercero en discordia es el batería, Andy Hargreaves- y ahora mismo está respondiendo entrevistas al respecto de su nuevo disco, el excelso Let it all in, mientras pone una lavadora. “No es nada sexy, lo sé, pero es que en dos días salimos de gira y no tengo ni un calcetín limpio”, informa mientras pide unos segundos para encontrar el botón de prelavado.
I am Kloot debutaron en 2001 con Natural History, un disco de folk en el que, más allá de las referencias o el encaje contextual, destacaban las maravillosas canciones de Johnny Bramwell. El disco llegaba producido por Guy Garvey, de Elbow, compañero de barra de bar y de etílicos planes de dominación mundial de los tres miembros del combo. Pero era la época de The Strokes y Elbow aún no eran el fenómeno en que se convertirían un lustro más tarde. El disco, a pesar de nacer de la vocación callejera, bohemia, etílica y perdedora de Bramwell, fue metido en el cajón en el que se pudrían los restos del naufragio del new acoustic movement -de aquella etiqueta salieron Coldplay, por ejemplo-, convirtiendo todas las profecías derrotistas del Browmwell en ciertas.
Por aquel entonces, los conciertos de I am Kloot terminaban con Johnny entonando solo con su guitarra sin correa y sin amplificación el clásico de The Jam, To be someone, un tema que elucubra sobre lo maravilloso que sería algún día convertirse en alguien importante. “Esta es otra canción sobre el amor y el desastre sigue siendo la forma en que Johnny presenta la mitad de nuestros temas en directo”, recuerda Pete al respecto de una fama de entrañables perdedores y borrachines que acompaña a la banda desde aquellos primeros días, no importa que su último disco haya contado con el beneplácito de la crítica, que su sonido se haya tornado mucho más suntuoso y que se hayan colado en el Top 10 británico. “La otra forma de presentarlas es: esta es otra canción sobre alcohol y desastre”, bromea el bajista, mientras nos pide un minuto para encontrar las llaves de casa. Ya ha puesto la lavadora. Se dispone a salir a la calle.
En 2010, la suerte de la banda cambió. Volvieron a contar con Garvey como productor, esta vez acompañado de Craig Potter, teclista de Elbow, y perpetraron Sky at night, el disco en el que entraron los arreglos de cuerda y la vocación por triunfar dejó de ser algo que se confesaba solo mientras el propietario del pub hacía sonar la campana anunciando la última ronda antes del cierre y ya era demasiado para cualquier cosa. “Guy nos convenció de ir un paso más allá. Hasta entonces, nos habíamos restringido porque no teníamos medios para traducir al directo algunas de nuestras ideas. Por ejemplo, ahora somos seis u ocho personas sobre el escenario. Podemos contar con los Beatles entre nuestras influencias, porque los Beatles que nos gustan son los que son un poco caros de reproducir”, apunta el bajista, quien asume el éxito de la banda como algo que les permite comprar cosas, aunque ninguna de ellas sea estrictamente material. “Compra tiempo, compra confianza, compra valentía… Y eso es lo que hay en nuestro nuevo disco. Todo lo que hemos podido comprar con el éxito del anterior”.
Mezclando la grandiosidad y la nocturnidad de Sky at night con nuevas aventuras (la psicodelia de These days are mine es la mejor prueba), temas rescatados de la adolescencia de Branwell (el primer intento por terminar la maravillosa Masquerade data de cuando el compositor contaba con solo 13 años) e incluso canciones con leyenda (el seseo del vocalista en Bullets se atribuye a la pérdida de un par de dientes la noche anterior a la grabación durante una pelea de pub, o en un accidente de moto acuática, hay varias versiones), Let it all in es la prueba de que una banda puede ser inquieta sin resultar nerviosa, puede evolucionar sin tener que prenderle fuego a su pasado. Y es que, el fin y al cabo, lo único que realmente ha cambiado en este trío de colegas es que ahora tienen más éxito y las canciones son mejores. El resto, permanece intacto. “Mantenemos las mimas dinámicas de los inicios. Johnny escribe todos los temas. Yo, por ejemplo, me encargo de la logística y las finanzas. Johnny no tiene ninguna necesidad de repartir la pasta equitativamente con nosotros, pero lo hace, porque sabe que si se cambiara esto, no seríamos una banda, y ese dinero iría a manos de un tipo que no es su amigo, que no lo conoce, que no se toma una cerveza con él. Cualquier grupo en nuestra situación, con un tipo que escribe todos los temas, pero que en vez de compartir el dinero, se lo queda, no dura más de tres años. Es imposible”, afirma Pete, quien es consciente en todo momento del dinero con el que cuenta el grupo y funciona bajo predicciones a seis meses vista.
Cuando ve que en ese tiempo la pasta se va a acabar, convoca una cumbre y se decide el próximo paso. Hablando de pasos… “Ahora estoy andando por Manchester y hace un día estupendo…. Sé que va a sonar mal porque hemos estado hablando de alcohol, y no me gusta que se asocie el nombre de la banda de forma tan clara con la bebida, aunque admito que es una gran metáfora para la vida… Pero debo decirte que he cambiado de planes… Paso de ir de compras, me voy al pub”.
Babelia
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