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Tentaciones

La banda de ‘surf ’ gótico que echaba de menos las olas

The Growlers visitan España para presentar su disco 'Hung at heart' El disco iba a ser producido en principio por Dan Auerbach de Black Keys

Xavi Sancho
La banda The Growlers, en una imagen promocional.
La banda The Growlers, en una imagen promocional.

“Me comporté como un niño, pero ya no hay mucho más que hacer”. Después de un par de intentos fallidos por explicar por qué se frustró su colaboración con Dan Auerbach de Black Keys, el tipo que se suponía que iba a producir Hung at heart, el último largo de su banda,The Growlers, Brooks Nielsen se rinde. Está en algún lugar indeterminado de Holanda, conformando la primera gran gira europea de su grupo, que desde que se formara a mediados de la pasada década no ha parado de ganar popularidad e incluso ha inspirado una etiqueta, el surfgótico. Los próximos 18, 19 y 20 de abril estarán actuando en Madrid (Boite Live), Barcelona (Nitsa) y el sábado 20,en la sala Psilocybenea, en Hondarribia (Gipuzkoa)

Las fechas de Growlers

18 de abril, Madrid (Boite)

19 de abril, Barcelona (Nitsa)

20 de abril, Hondarribia,Gipuzkoa. (Psilocybenea)

Populares por sus vidas desenfrenadas, por vivir todos bajo el mismo techo, cerca de la playa donde cada mañana surfean las mismas olas, el combo californiano se ha empeñado en cada entrevista por quitarle importancia al hecho de entrar en el estudio con uno de los popes del rock americano actual y salir de él con un puñado de canciones que terminaron en el cubo de basura más cercano. “No sé si era una oportunidad, nosotros no medimos las cosas en estos parámetros. Nuestras ambiciones desde el primer día han sido otras. Ya sabes, compartir techo, dar fiestas, salir a surfear. Yo, personalmente, quiero una furgoneta con un jacuzzi dentro. Es que ni siquiera éramos una banda de verdad hasta que descubrimos que teníamos suficientes canciones para dar un concierto mejor de los que veníamos haciendo en los bares. Pero entonces tampoco salimos de gira, tocamos en casa”, comentaba minutos antes de rendirse Brooks, cuando lo que más rabia le daba de haber abortado las sesiones con Auerbach era el haberse perdido un montón de olas durante el tiempo que pasó en Nashville dando forma a unas canciones que no terminaron por pasar el control de calidad de la banda por estar “demasiado arregladas”.

Esto, la verdad, era más o menos de esperar, si tenemos en cuenta lo satinado de las últimas referencias de Black Keys y el hecho de que Growlers saltaron a la fama gracias a una serie de ocho CDR’s que grabaron en su casa de la playa y que, por vagancia (no por afán conceptual), se llamaban todos igual: Couples. “Tío, es que, en realidad, lo que queríamos no era eso, sino llamar a Burger Records y sacar el disco en cassette. Con todo este lío tardó tanto en salir, que casi hubiera preferido quedarme con las demos de los temas que lanzamos el pasado octubre. Estaba ya rayado con el asunto”.

Escuchando el magnífico Hung at heart, a uno le entran unas ganas tremendas de escuchar las demos. A ver cómo puede de peor (mejor) sonar esto. Plagado de grandes melodías y con la voz de Brooks en un estado de sabia y ponderada madurez, el álbum huele a surf, cuando el surf era aún solo un estilo de vida, no un deporte competitivo, y su banda sonora no salía de ningún anuncio. “Es que no somos competitivos, no somos ambiciosos, aunque la gente a veces se confunde y piensa que somos unos vagos y unos putos hippies. Mira, durante el tiempo que pasamos con Auerbach salimos mucho de fiesta con él, pero también trabajamos como burros. Echamos un montón de horas que no sirvieron para nada… Ahora que lo pienso, joder, esto de trabajar mucho no sé yo si termina de compensar”, bromea Brooks, uno de los pocos tipos que puede aceptar con deportividad las etiquetas que la prensa le ponga a su banda, sin protestar en defensa de lo inclasificable de su música. “¿Surf gótico? Pues vale. No sé, al menos es una etiqueta nueva. Peor sería que dijeran simplemente que hacemos garage, o psicodelia, o lo que sea. No sé qué es el surf gótico, igual somos solo nosotros”.

The Growlers es el contrapunto oscuro de Allah-las, nuevos epígonos del rock de garage de aires psicodélicos y vocación vintage. También se les ha comparado con Black Lips, tratando de emparentarlos en su vocación fiestera y en su afán por involucrar al publico en sus conciertos, pero mientras Black Lips pueden grabar con Mark Ronson y sacar un buen disco, o aceptar todos los patrocinios posibles y dormir a pierna suelta (bueno, eso depende de lo que hayan tomado esa noche), The Growlers no tienen ningunas ganas de entrar en este sistema en el que las marcas le ponen su sello a las experiencias únicas y contraculturales y los grandes nombres del rock ejercen de reclamo para que los turistas compren más de un disco este año. Pasan. Son gente que durante muchos años han llevado un percusionista que tocaba en traje de baño y sentado en una silla plegable de playa y su bus de gira era popular por ser el mejor club nocturno de California. Al menos, hasta que alguien dijo la palabra maldita. “Un día se me acercó un tipo y me preguntó si era uno de los de la furgoneta hippie”, recuerda Brooks. “Al día siguiente nos deshicimos del trasto. No quieres ser el de la furgoneta hippie, eso jamás. La gente no sabe dónde están los limites, demonios”.

Ha empezado a llover de nuevo en Holanda, nos informa algo abatido Brooks, que como cualquier persona acostumbrada al sol perenne sufre un complejo de hombre del tiempo cada vez que visita climas más hostiles. Esta harto de no poder ver el sol y echa de menos poder surfear, por eso, tal vez, la fecha de la gira que más ganas tiene que llegue es la de Donosti. La banda está tendiendo que esforzarse por que este clima no les fastidie el estado de ánimo, pero los conciertos están yendo relativamente bien. “Bueno, la gente desfasa menos que en EE.UU. A veces, veo a nuestras audiencias en Europa y siento que somos como una banda de verdad, que da conciertos y la gente observa fascinada e interesada. Es una sensación rara”, comenta Brooks. Tras una breve pausa dramática, recupera el hilo de la conversación. “Lo que te he dicho antes de que fui un niño con el tema de Nashville y Dan… No sé, igual simplemente hice lo que tenía que hacer. Lo que pasa es que este clima me está matando. Me da por pensar y eso no es nunca bueno. A ver si llegamos a España de una vez, ¿Qué tiempo hace ahí ahora? Dime que brilla el sol, aunque sea mentira…”.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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