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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Paraguas

En febrero florecen los narcisos. Es, pues, tiempo propicio a golpes de Estado y otras formas de exhibicionismo.

David Trueba

En febrero florecen los narcisos. Es, pues, tiempo propicio a golpes de Estado y otras formas de exhibicionismo. También Twitter, altavoz de urgencia del ego, debería prevenir a sus usuarios cuando es temporada de riesgo. Lo más grave de los mensajes de Toni Cantó sobre violencia de género no es que pusieran en circulación datos falsos, sino que persistieran en desacreditar las leyes de protección a la mujer. Poco podrá hacerse desde la legislación y las medidas de seguridad, y más aún en un país en crisis económica, cuyos contables lo primero que abandonan es el barco de la protección social, si no perseguimos unidos la igualdad real y el fin de la superioridad impuesta por el hombre sobre la mujer en razón de tradición, condición económica o física.

Pero ya que nos dedicamos al análisis del impacto mediático, no está de más celebrar la unanimidad de las críticas. Los voceros se han puesto de acuerdo en exigir la dimisión del diputado Toni Cantó. Su indignación ejemplifica el agravio comparativo de pertenecer a un partido pequeño y aún poco implantado. Un partido que pelea por salir en los medios y a veces solo la estridencia le concede el espacio que otros detentan por derecho de pernada. Un partido que pugna, con sus errores y excesos, por dotarse de voz.

Qué diferente, sin ir más lejos, de la reacción general ante los tuits de Salvador Victoria, el número dos de la Comunidad de Madrid. Llamó golpistas a quienes salieron a manifestarse el sábado y los igualó con Tejero, parapetado tras su mayoría absoluta. Los poderes interesados en la urgente privatización de los bienes públicos en Madrid quizá protegen con un manto a sus arietes. Tampoco nadie ha exigido la dimisión del alcalde de Valladolid cuando, en su ya reincidente papel de ginecólogo y político, mintió sobre las condiciones del parto de Penélope Cruz y Javier Bardem, para colocarlos de un zurriagazo en medio del conflicto entre Israel y Palestina, a ver si así fastidiaba un poco sus vidas y sus carreras ante el aplauso cerrado de las filas partidarias. A Cantó no le protege la misma impunidad, pero así aprendemos que la lluvia de piedras es un fenómeno meteorológico que solo ataca a partidos sin paraguas.

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