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Tentaciones

Crystal Castles, '(III)'

"Un disco que parte de la premisa de qué pasaría si Deadmau5 y David Guetta se volvieran locos y entregaran una obra de terrorismo sonoro a sus patrocinadores"

Xavi Sancho

Hitazo es una de las expresiones actuales más irritantes. Un hitazo puede ser algo de David Guetta que bailan millones de peluqueras un viernes por la noche después de cerrar el chiringuito y hacerse las mechas y la manicura francesa. Pero hitazo también puede ser un tema de Chairlift que bailan una docena de indies en una fiesta en un ático en la que se hace networking en la cocina y se echan curriculums para ser becario en una agencia de diseño en el baño. Y es que la cantidad de artistas que parecen dedicarse a facturar hitazos de estos crece de forma desbocada. La única diferencia que existe entre los que facturan hitazos desde la independencia y los que lo hacen desde lo masivo es que los primeros lo hacen como si estuviéramos en 1984, y los segundos como si nos halláramos en Babia.

Género: Pop rock

Título: (III)

Sello: Fiction/Universal

Año: 2012

Puntuación: 3

En medio de una realidad como esta resulta ciertamente refrescante la aproximación acometida por Crystal Castles en su tercer disco. En vez de subirse al carro del grupo independiente que factura buenas canciones desde los inquebrantables preceptos del buen gusto y la impecable colección de discos, los canadienses parecen haber decidido certificar su evolución a través de un disco que parte de la premisa de qué pasaría si Deadmau5 y David Guetta se volvieran locos y entregaran una obra de terrorismo sonoro a sus patrocinadores. Así, del punk digital que les dio su primera dosis de fama solo pervive aquí en Insulin, un tema de apenas dos minutos en el que parece que algo está a punto de romperse. Cuando lo hace, descubres que lo mejor de romper cosas no es el acto en sí, sino el dolor que provoca a sus propietarios. El resto del disco está, simplemente, roto. Maravillosamente roto, en muchas ocasiones. Plague es hilo musical trance para cárceles de mujeres, mientras que Pale flesh es como un tema de Witch House interpretado por una banda de ratas estranguladas. Sad eyes es electrónica de podium de discoteca ibicenca justo después de que los bulldozers hayan convertido la isla en un enorme parking. Violent youth es algo así como un tema de europop interpretado por unos robots a los que se les instaló mal el Windows Vista. A Telepath se le ha averiado algo, pero que nadie se le ocurra arreglarlo, por favor. Child I will hurt you es la única, junto a la antes mencionada Insulin, que se aleja del precepto general del disco. Desafortunadamente para la tesis, es la mejor, tan buena que parece un tema de This Mortal Coil. Y es que la idea de imaginar un mundo en el que los grandes hacedores de hits para la telefonía móvil y las marcas de refrescos fueran unos situacionistas hasta arriba de ketamina funciona mucho mejor en el papel que en la práctica, redundando en un disco que en demasiadas ocasiones se disfruta solo por su malvada intención, por las imágenes que proyecta de raves en las que todo el mundo sale llorando, de botellones de cianuro, de Apocalipsis por cupones. Crystal Castles saben mejor que nadie que nos aferramos a la vida porque no hemos probado la muerte, que si no…

Valoración: 0 ABERRANTE, el mundo sería mejor sin él; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordará de él; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un éxito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un millón.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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