Killing Joke, ‘MMXII’
De ‘redescubridores’ está lleno el mundo de los aficionados a la música. Esos espeleólogos que se sumergen en las simas del pasado y vuelven deslumbrados con un disco entre los dientes pretendiendo que el personal se lo trague sí o sí. Suelen ser álbumes de bandas extintas hace tiempo, obras pretéritas que funcionan como señales del futuro. Raras son las bandas no ya que duren desde hace más de 30 años, sino que después de tres décadas conserven la inquietud creativa necesaria para parir álbumes originales y vigentes como lo fue su Absolute dissent (2010) o este reciente MMXII.
Género: Post-Punk
Título: ‘MMXII’
Sello: Spinefarm UK, Universal
Año: 2012
Puntuación: * * * *
A Killing Joke nadie necesita redescubrirlos. El cuarteto de Notting Hill, Londres, ha influido en infinidad de artistas, entre otras cosas porque ha coqueteado y coquetea con el metal bailable, los sonidos industriales, con el pop, con el punk, el dance… Vaya, que poner un género a la ficha de esta crítica ha sido un ejercicio de voluntarismo.
MMXII (2012 en números romanos) es una reflexión sobre el presente. Desde la quiebra de derechos y libertades en Occidente (ahí está Fema Camp, sobre las prisiones ilegales de EE UU), hasta la devastación del medioambiente (Pole Shift). Quizá sea la madurez, pero Killing Joke no caen en la pose del nihilismo. Algo le ha quedado no obstante a Jaz Coleman, líder de la banda, de aquel arrebato que el dio en 1982 cuando huyó a Islandia creyendo que el fin del mundo era inminente (de eso habla la industrial Rapture).
In Cythera, elegida como single, es una canción sin edad. Habla del amor imposible (y por tanto inevitable). También es una despedida y un himno de agradecimiento a quien aguanta a pie firme junto al ser amado: “Te he visto en un sueño, un día soleado, cuando el cielo está claro / Te he visto en Citera, en una isla lejos de aquí / Estoy agradecido por los días que compartimos”. Una bocanada de los aires de Joy Division (también de Hüsker Dü) que perdura en otro de los mejores cortes del álbum, Primobile. A partir de ahí se abre la senda del baile cerebral (con Glich o la fiestera Trance), hasta llegar al mediotiempo On all hallow’s eve, un cierre con aroma a Depeche Mode pero mejor: a berridos, con auténtico nervio, sin pretender agradar al tendido indie.
Valoración: 0 ABERRANTE, el mundo sería mejor sin él; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordará de él; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un éxito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un millón.
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