La nostalgia regresa a la parrilla
En pleno aluvión de estrenos, Fox Crime y La 2 recuperan ‘Twin Peaks’ y ‘Frasier’, dos series que marcaron una época en la década de los 90
El 8 de abril de 1990 es una fecha que quedó grabada para siempre en el inconsciente colectivo del espectador estadounidense. La cadena ABC emitió aquel día el primer episodio de una serie llamada Twin Peaks, que firmaba David Lynch. Hay que tener en cuenta que en 1990 el panorama catódico era muy distinto al de ahora: HBO aún no había firmado ningún producto de ficción, el género dominante era la comedia y ningún grande que se preciara (y en esta definición entraban actores, guionistas o directores) se arriesgaba a bajarse a los abismos de la tele: si alguna vez la pequeña pantalla ha sido un cementerio de elefantes fue por aquel entonces.
Sin embargo, Twin Peaks era distinta: la firmaba un director con dos obras maestras en su currículo, El hombre elefante y Terciopelo azul; la información sobre la serie había sido facilitada con cuentagotas y se limitaba a relatar un guion algo ambiguo donde alguien había matado a alguien y en el que un agente del FBI llegaba al escenario del crimen -un pequeño pueblo- para investigarlo. En fin, que para cuando la música de Angelo Baladamenti empezó a sonar nadie tenía ni idea de qué se escondía realmente tras aquella careta.
Al acabar el primer episodio (recordemos, Internet era aún una red en pañales por lo que respectaba al número de usuarios) Estados Unidos ardía en deseos de saber más sobre aquel enclave en mitad de ninguna parte poblada por seres incomprensibles. Naturalmente no tardó en advertirse que lo del asesinato de la pobre Laura Palmer era solo la excusa para iniciar un estudio sospechosamente antropológico sobre aquel lugar en las montañas: un retrato -dijeron algunos- que apuntaba directamente al corazón de Estados Unidos, a sus manías y sus obsesiones, del lado oscuro que toda comunidad debe poseer en tanto que humana.
La realización, por otro lado, no tenía nada de televisiva, era onírica, pausada, morbosa y atmosférica, pero no televisiva. Dos episodios más y nadie al otro lado del Atlántico hablaba de otra cosa: ¿era Twin Peaks la mejor serie de la historia?. Después vino la bajada, cuando en las segunda temporada Lynch se aburrió de que ABC insistiera en que era necesario revelar la identidad del asesino y la dejó caer a peso para después largarse a promocionar Corazón salvaje. Aún así, Twin Peaks (que Fox Crime, dial 19 de Canal +, emite de nuevo desde el primer episodio a partir del día 4 de marzo) sigue siendo un gustazo, un catálogo de excelencia que incluye una galería de personajes que hubieran hecho saltar de alegría al mismísimo Tod Browning y un trabajo a nivel de narración y tono que a día de hoy aún no ha sido igualado.
Al otro lado del arco dramático pero con la misma brillantez se movía Frasier (que TVE repone en La 2 de lunes a viernes a las 20.30). La cosa tenía su gracia porque aquella serie sobre un psiquiatra con más manías que todos sus pacientes juntos, un hermano hipocondríaco y algo chiflado, y un padre de sombra alargada, era en realidad un spin-off, un derivado de Cheers. Sin embargo, la brillantez de los guiones, la solidez del reparto y, sobre todo, el trabajo de David Hyde Pierce la convirtieron pronto en uno de esos clásicos instantáneos que le afilan a uno el humor. Hyde Pierce daba vida a Niles Crane, el hermano de Frasier (Kelsey Grammer, ahora en Boss) pero sería justo decir que su trabajo superaba con creces al de su compañero y era el núcleo duro de una sitcom extraordinaria, de esas que son fundamentales para entender qué es y cómo funciona la comedia en televisión. Frasier vivió durante 11 años hasta que en 2004 renunció a la parrilla antes de que la parrilla renunciara a ella.
Si Twin Peaks es un referente ineludible a la hora de hablar de la caja tonta e influencia innegable en multitud de productos (de Expediente X a Picket fences, pasando por Carnivale o Millenium) Frasier es poco menos que una institución en el mundo de las risas, y son muchos los que ven a Sheldon, el personaje de Jim Parsons en The Big Bang Theory, como una especie de hijo no declarado de Niles Crane.
En tiempos como estos, en los que parece que la productividad de las cadenas ha pisado el acelerador y no nos deja tiempo para nada que no sea la actualidad pura y dura tampoco está de más echar la vista atrás y recordar que hace dos décadas ya se hacía buena tele, radical, divertida, elaborada y sin complejos.
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