Violines tras un biombo
Una plaza de violinista solista en la Sinfónica acoge a 27 aspirantes en el examen - En las primeras fases, el jurado no ve a los candidatos
Un violinista escondido detrás de un biombo interpreta a Mozart; en la sala contigua, tres músicos ensayan diferentes pasajes de Mozart. Tensión y nervios, muchos nervios. La Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE) celebró la pasada semana un concurso- oposición para elegir a un solista de violines segundos. Una plaza fija a la que optaron 27 profesionales de nueve países diferentes, desde China, hasta Rusia, Holanda y Argentina. Cada uno trajo consigo su propia historia y muchos años y horas dedicados a su pasión.
Fueron cuatro fases y seis horas ininterrumpidas de audiciones para el jurado integrado por los solistas de cuerda, el concertino, y el director artístico de la OSE, Andrés Orozco-Estrada. No pararon ni para comer.
"Tienes la sensación de jugartelo todo en unos minutos", dice la ganadora"
"Por muy bien preparada que vayas a la prueba te pueden fallar los nervios"
La audición se celebró en el auditorio de la sede de OSE. La escena era la siguiente. En las primeras fases, para garantizar la objetividad de la elección, los candidatos actuaban detrás de un biombo negro. Tampoco podían pronunciar palabra, para que el jurado, situado en el palco, no pudiera reconocerlos. Sólo al final se levantaba el telón para que pudiera apreciar su técnica al tocar el violín.
Este celo por evitar todo tipo de favoritismos o discriminaciones por razón de sexo hace que en algunos países como Estados Unidos se llegue a colocar una alfombra para evitar que se oiga el sonido de los zapatos de tacón de las candidatas.
El músico disponía de escasos minutos para demostrar su talento. Al poco de empezar, el sonido de una campana indicaba que debía parar. El jurado le indicaba que siguiera con tal o cual extracto o directamente le comunicaba que podía abandonar la sala.
"La sensación cuando entras en el auditorio es: ahora me lo juego todo. Muchas veces, por muy bien preparada que vayas te fallan los nervios...depende del día que tengas y en esta ocasión tuve un buen día", comenta la ganadora de la oposición, Raquel Raquel Cortinas, una joven de 29 años y doble nacionalidad suiza y mexicana que es asidua colaboradora de la orquesta.
Otro violinista, de 38 años y profesor en un conservatorio de Madrid, comentaba, antes de participar en la audición, que es necesario "tomárselo con deportividad". "Presentarte a las pruebas es también una forma de promocionarte y ponerte al día, porque cuando impartes clases pierdes un poco el ritmo".
Para Anna Mishkytenok, de 29 años y nacionalidad rusa, representaba una de las pocas oportunidades de entrar en una orquesta europea, ya que a menudo éstas exigen como requisito ser ciudadano comunitario. Su país tiene una larga tradición musical pero "es muy difícil ganarte bien la vida", subraya. Y para Ainhoa Galvani, estudiante de Musikene y una de los cuatro candidatos del País Vasco, suponía una ocasión de poder trabajar en su ciudad.
Babelia
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