La muralla de León busca un nuevo esplendor
Arrancan las obras para restaurar el cinturón amurallado de la ciudad, de más de 1.500 años de antigüedad
El arreglo de dos de los cubos y otras tantas cortinas de la muralla romana, que antaño ciñó el campamento de la Legio VII Gemina, se inicia hoy, una nueva obra para remediar el lamentable estado de esta cerca que resistió embates de guerreros bárbaros, árabes, navarros, castellanos o franceses desde hace más de 1.500 años. Las labores afectarán a los torreones 1 y 2 del flanco Este, en los que queda una buena parte de la obra original de la época tardo-romana, así como los lienzos existentes junto a ellos, que estaban particularmente tapados por una serrería ruinosa, labores de restauración para las que se cuenta con un presupuesto de 200.000 euros.
La historia dice que el mayor destructor de la muralla leonesa fue Almanzor, quien en el año 994 sólo dejó el pie una torre, para que la posteridad pudiera admirar su poder al contemplar cómo había destruido la capital cristiana. Un poeta árabe de entonces escribió: "Tú (Almanzor) has dirigido a la tierra de los herejes escuadrones que son el augurio de su destrucción y su demolición. Y has abandonado León como si no hubiera estado poblada en el tiempo más próximo". Los muros se rehicieron, pero en los inicios del siglo XXI necesitan atención urgente. Melquiades Ranilla, arquitecto redactor del Plan Director para la recuperación de esta reliquia histórica es contundente: "Almanzor no fue el gran destructor de las murallas, no tenía capacidad técnica para desmotar tal obra; el gran destructor ha sido la sociedad del siglo XX".
Hay muchos lienzos con auténtica necesidad de intervención, y el Ayuntamiento -con los escasos recursos de que dispone y con la ayuda del Estado- va abordando el reto por fases. En los últimos tiempos se ha actuado en los lienzos del entorno del Castillo, así como en la cerca medieval, exterior al recinto romano. Paralelamente se ha ido trabajando en el Plan Director de recuperación del monumento. En una primera fase se procedió a la toma de datos, la segunda se dedicó a analizar los estados de conservación, historia, arqueología y titularidad de los lienzos, y en la tercera, finalizada ahora, se procedió a elaborar las conclusiones y propuestas actuación.
Pero la muralla es un monumento que necesita atención permanente, y por ello -aún sin terminar el Plan que reclama el ministerio de Cultura- se ha ido interviniendo allí donde las actuaciones resultaban más urgentes. De este modo, en los últimos años, se ha actuado en la cerca medieval del entorno de la calle de Independencia y en el trecho existente entre la Plaza de San Francisco y Puerta Moneda, y en lo que se refiere a la muralla romana ha habido actuaciones en el lado norte, en el entorno del Castillo, y en la zona sudoeste, donde se ubica el palacio gótico del Conde Luna, en vías de rehabiltación.
En opinión del arquitecto redactor del plan de conservación, si hay voluntad política y una razonable dotación económica, en unos ocho o diez años el conjunto de las murallas de León podrían estar revisadas, e incluso buena parte de ellas serían visitables. Diversas modificaciones alteraron a lo largo de la Edad Media y Moderna la imagen del ese recinto, entre ellas, la ubicación de casas adosadas a las cortinas de la muralla. La fase de obras que empiezan hoy tienen un atractivo especial porque implica la demolición de uno de los edificios adyacentes que taponan la vista del monumento romano, con lo que se va consiguiendo poco a poco sacar a la luz esa muralla construida entre el siglo III y IV de nuestra Era.
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