"¡Qué grande!"

Sube la temperatura, la senda hacia el recinto resulta más difícil. Por el camino nos ofrecen un abono. A Luis y a Pablo les ha dejado tirados un colega y no tienen intención de perder la pasta: "lo vendemos a 150 euros, y está a 195, es un buen precio, ¿no? Si no lo liquidamos en un rato nos metemos, no es cuestión de amargarse".

Nouvelle Vague, esa banda especialista en hacer versiones de los 80, sonaban de fondo, teniendo en cuenta las altas temperaturas consiguieron un nivel óptimo de frescor. A continuación Rufus Wainwright, que se presentó con un traje modelo payaso de micolor y una enorme y tímida sonrisa. Interpretó casi por completo su último trabajo, Release The Star, para terminar con un Hallelujah que interpretó en albornoz, blanco, por supuesto; pero ahí no quedó la cosa, aún se despachó un último tema en plan Liza Minelli luciendo unas bonitas piernas.

Un poco de hetoresexualidad con The Unfinished Simpathy y vuelta de nuevo al FIBERFIB a ver a otro de los grandes, primo hermano de Rufus, Antony and The Johnsons. El artista apareció con un atuendo informal, que contrastaba con el riguroso blanco de la banda que le acompañaba. Antes de emitir el primer gorgorito, su público, conocedor de su repertorio, estallaba en un emocionante aplauso.

Minutos más tarde llegaba uno de los momentos más importantes de la jornada, la actuación de Wilco, "¡Qué grande!", decía un fan entre las primeras filas, y así es, siempre lo son. La despedida, Spider (Kidsmoke) provocó un duelo de guitarras que demostró una vez más que Wilco es "la banda".

Alcohol y rozaduras

Tras los emocionantes directos, llega la 'cara b' de los festivales. Rozaduras, torceduras de tobillo, borracheras. José y Eric, forman parte del personal sanitario. Cuentan que éstas son las incidencias más habituales y que los que mejor se comportan son los ingleses: "Entre ellos hacen mucho el cabra, pero cuando vienen aquí son todo amabilidad, incluso nos preguntan cuánto se debe pagar por dicha atención . En cambio los españoles van más de listillos, siempre presumiendo de conocer sus derechos", comenta José.

Recuperamos el andar y nos damos un paseo por las carpas; gran éxito la Vodafone, que parecía un oasis en medio de la muchedumbre. Y corriendo de nuevo al Verde, que empiezan los Devo. Les vimos horas antes paseando sus macetas-sombrero por la zona de prensa. Sobre el escenario parecían niños con zapatos nuevos, show sobrio y contundente.

Alaska, que en rueda de prensa confesaba que actuar en el FIB era una excusa para ver conciertos como una fan más, demostró por qué Fangoria debía ocupar el escenario principal a una hora privilegiada. Bakalao del bueno envuelto en blanco impoluto. La tralla continúa con The Presets y Digitalism. A ver qué tal...