Miles de personas asisten al concierto de Barenboim en Madrid por la paz

Miles de personas, con un profundo aplauso de más de seis minutos, compartieron el mensaje de paz del director Daniel Barenboim y la Orquesta West-Eastern Divan en el concierto que anoche ofrecieron en la Plaza Mayor de Madrid, donde la Novena Sinfonía de Beethoven pareció querer acallar el ruido de las bombas.

Es la tercera vez que el director hispano-argentino-israelí dirige en la emblemática plaza del corazón de Madrid, aunque en esta ocasión lo hizo acompañado del Orfeón Donostiarra y de esta formación musical que fundó con el ya fallecido intelectual palestino Edward Said, con el objetivo de crear un foro entre jóvenes israelíes y árabes.

Este es el segundo concierto de la gira veraniega del Divan y se enmarca dentro de los Veranos de la Villa bajo la denominación Música para la paz, por expreso deseo de Barenboim, que no oculta lo difícil que está siendo la cuarta temporada de la orquesta por la guerra en el Líbano.

Más silenciosa que nunca -los hosteleros retiraron las terrazas veraniegas y se notó también en los olores-, la Plaza Mayor acogió, según fuentes municipales, a más de 11.000 personas, algunas de las cuales se apostaron desde varias horas antes para conseguir una de las preciadas sillas que se colocaron frente al escenario.

Una pancarta con el lema "Paremos la ocupación, por la paz en Líbano y Palestina. No al genocidio", pululaba -rodeada de banderas palestinas- entre el gentío, que aguardó hasta pasadas las diez de la noche para el comienzo del concierto, en el que cantaron los solistas Camilia Nylund (soprano), Waltraud Meier (mezzosoprano), Burkhard Fritz (tenor) y Christof Fishesser (bajo).

Sin partitura, Barenboim subió al estrado para dirigir a su joven formación musical, integrada por 21 españoles, 42 israelíes y 26 árabes (siete sirios y seis libaneses no han podido sumarse a la orquesta por el conflicto bélico).

Entre ellos, miles de gestos de complicidad mientras tocaban y se afanaban para controlar las partituras -con los arcos de los violines o con alguna horquilla de pelo-, pues el viento que sopla en Madrid estas noches de agosto quería hacerlas volar de los atriles.

Y al final, sonrientes y tranquilos, marcaban con el ritmo de sus pies en la tarima del escenario los aplausos del público a su maestro, que, satisfecho y afectuoso con ellos, escrutaba con su mirada la repleta plaza. Fue un concierto cargado de contenido, pero distinto a los anteriores que ha dirigido Barenboim en este mismo lugar, y que estuvieron dedicados a las víctimas del 11-M (2004) y a las de los atentados de Londres del 7-J (2005).

"A nosotros, los miembros de esta orquesta, independientemente de nuestro origen, nos gustaría pensar que somos pioneros de una nueva forma de pensamiento en Oriente Medio. Nuestro proyecto no va a cambiar el mundo, pero es un importante paso hacia adelante", reza la declaración que se adjuntó a los asistentes al concierto junto al programa de mano.

Al concierto asistieron el alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz-Galladón, la concejala de las Artes, Alicia Moreno, la concejala de las filas socialistas, Rosa León, la actriz Nuria Espert y los escritores Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo, entre otros.