Violencia y supervivencia, reflexiones de un club de lectura con Lara Moreno
La autora de ‘La ciudad’ protagonizó el segundo encuentro del Club de lectura de EL PAÍS en la sede de FNAC de Madrid
Dice la escritora Lara Moreno (Sevilla, 1978) que los clubes de lectura son una de las cosas más gratificantes después de publicar un libro. Ve en las promociones cierto aire comercial: es complejo hablar sin hacer destripes, la gente no ha leído el libro, debe hacerse atractivo. Los clubes, por el contrario, son una oportunidad de sumergirse en el proceso creativo y universo interior del escritor. Permite conocer las interpretaciones de los lectores, donde todo cabe. Con esta reflexión arrancó la autora el segundo encuentro del Club de lectura de EL PAÍS y Babelia, que el pasado viernes 13 reunió a 20 lectores en la FNAC de Madrid para conversar en torno a su libro La Ciudad (Lumen, 2021). “Con este relato quise escribir sobre tres temas que me interesaban: la ciudad, la migración y el maltrato”, dijo Moreno a modo de introducción.
La tercera novela de la autora narra la vida de tres mujeres que confluyen en un mismo edificio, pero sus realidades son bien distintas. Son Oliva, una mujer blanca y joven atrapada que sufre maltrato de género; Damaris, que llegó desde Colombia buscando una oportunidad para ayudar económicamente a su familia y que trabaja como cuidadora; Horia, una madre joven marroquí que aterriza en un campo de fresas, en Huelva, en busca de un futuro mejor. Las vidas de las tres están atravesadas por la violencia.
El viernes, las lectoras del club de lectura―todas mujeres a excepción de dos hombres―, comenzaron compartiendo reflexiones en torno al título de la obra. Para una, el libro era un paradigma de la soledad. Para otra, el nexo de las historias era la supervivencia. Moreno asintió atenta al intercambio de ideas, que estuvo moderado por la periodista de EL PAÍS Andrea Nogueira. Después, la autora explicó su intención: “Yo quería escribir sobre la ciudad. Un día pensé que llevaba en Madrid 15 años y nunca había escrito sobre este territorio”. En realidad, explicó, escribió una novela de personajes, focalizadas desde la cotidianidad del hogar: “Las casas también son ciudades. Una ciudad es una forma de organización social. Y partiendo de la base de que Madrid es una gran ciudad, me enfrenté a ella como territorio narrativo”.
Una de las realidades que el libro aborda, la violencia de género, generó un pequeño debate durante el encuentro, que congregó a suscriptores de EL PAÍS y socios de la FNAC. En un momento dado, un lector cuestionó ante el grupo: “¿Cómo es posible que el personaje pueda soportarlo ―el maltrato―?”. Le respondió una de las mujeres: “Al principio no te das cuenta, cuando lo haces estás una vorágine. ¿Y a quién se lo cuentas? Se supone que tienes un estatus, que tienes una carrera y profesión, que nunca vas a caer”. Y de pronto, se sinceró por completo. “Yo he sufrido violencia de género. No es fácil”, dijo sorpresivamente ante el grupo, que escuchó empático. Así que la conversación discurrió entonces entorno al personaje de Oliva y el maltrato, por los ojos que no quieren ver, por la normalización por parte de la sociedad y hasta por la mera dificultad de contar esa realidad que, al principio, se niega.
Durante una animada charla, autora y lectores transitaron por otras temáticas del libro. Juntos sacaron varias reflexiones. ¿Se vive en soledad en estas grandes ciudades? “No es cierto que se viva así, pese al individualismo aparente de las ciudades”, creyó Moreno. Porque al final, la soledad es algo estructural y todas las personas tienen una red, por pequeñas que sean, concretaron entre todos. Como le sucede a las protagonistas del libro.
Moreno, que en estos años ha transitado por la poesía y la narrativa breve, reflexionó también sobre los posos que le había dejado escribir La Ciudad. Lejos de trabajar desde el activismo, Moreno manifestó su interés por los temas sociales, y dijo que escribir sobre ellos había supuesto una forma de mirarse y hacer introspectiva. A algunos lectores, la lectura les hizo ser más conscientes de la sociedad en la que viven; casi todos reflexionaron sobre el racismo y el clasismo, y hubo alguno que abordó también la necesidad de una buena salud mental.
Al filo de la hora y media del encuentro, la periodista Andrea Nogueira preguntó a la autora cómo vivió terminar este libro, cargado de drama, pero también de belleza por la propia narración del relato. “Para mí es como subir un 8.000. Cada vez que lo subo, lo bajo en tobogán”, dijo Moreno, satisfecha. También admitió haber escrito desde una posición privilegiada. “No he sufrido escribiendo, se sufre en la vida. Pero reconozco que cuando escribí el último párrafo me harté de llorar”. Cada quien tiene sus trucos. En ese momento, contó, su pareja le puso un whisky.
Club de lectura de EL PAÍS
El club de lectura de EL PAÍS, coordinado por el suplemento de libros Babelia, es un proyecto con el que el diario aspira a crear una comunidad de lectores que vaya más allá de sus propias páginas. Periódicamente, se propondrá a los suscriptores un nuevo título y un encuentro presencial con un autor para compartir reflexiones y preguntas.
El tercer libro del club de lectura de EL PAÍS será El peligro de estar cuerda (Seix Barral), de Rosa Montero. El próximo 26 de enero, la escritora se reunirá en la FNAC de Callao de Madrid con los suscriptores. El libro, de tintes autobiográficos, desmenuza los abismos del cerebro para buscar respuestas a la relación que vincula la locura con la creatividad.
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