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La cumbre del clima queda bloqueada por el veto a señalar a los principales responsables del calentamiento

La presidencia de la COP30 presenta un borrador de acuerdo que no menciona a los combustibles fósiles y argumenta que hay 80 países que se niegan a que se señale al petróleo, el gas y el carbón

La ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, en una de las salas en las que se reúnen los negociadores en la COP30. Foto: Fernando Llano (AP) | Vídeo: Reuters
Manuel Planelles

La cumbre del clima que se celebra en la ciudad brasileña de Belém, la COP30, ha entrado en una situación de bloqueo este viernes, el día que debería cerrarse. El bloque se debe al rechazo de muchos países, encabezados por los petroestados, a que la declaración que debe cerrar esta cita abogue por impulsar una hoja de ruta para dejar atrás los combustibles fósiles. Tras presentar un borrador en la mañana de este viernes a los negociadores de los casi 200 países que forman parte de estas conferencias, el presidente de esta cumbre, el diplomático brasileño André Corrêa do Lago, ha convocado a una reunión a los representantes de los Gobiernos, muchos de ellos ministros de medio ambiente y clima.

Varios países latinoamericanos y del Pacífico, además de la Unión Europea, han instado a que Corrêa do Lago a que incluya ese mandato para establecer la hoja de ruta de abandono del petróleo, el gas y el carbón, los principales responsables de la crisis climática. Pero el presidente de la cumbre, que es ostentada por el país anfitrión de cada conferencia, ha sostenido que eso no era posible porque hasta 80 naciones rechazan que se mencione a los combustibles fósiles, han explicado fuentes presentes en esa reunión a puerta cerrada.

Además, alguno de los países más dependientes del petróleo ha tomado la palabra para reafirmar esa negativa, pero siempre sin las cámaras de los medios de comunicación delante, sino a puerta cerrada. Lo más llamativo de esta situación es que fue precisamente el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el que decidió meter en el debate al inicio de la cumbre esa hoja de ruta, algo que no estaba al principio en la agenda oficial. El tema ha acabado por monopolizar la cumbre.

Esa reunión a puerta cerrada ha sido por momentos tensa, apuntan fuentes de la delegación española, que explican que en un momento dado la negociadora de Arabia Saudí ha tomado la palabra para criticar a aquellos que se esfuerzan por incluir a los combustibles fósiles en el texto final. Esta representante, explican las mismas fuentes. ha focalizado sus críticas directamente contra la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica española, Sara Aagesen, que le ha respondido que existe una mayoría de naciones que respaldan la hoja de ruta.

Ante esta situación de bloqueo, las reuniones continuarán, y la duda es cómo se resuelve una guerra por el relato si es que no se encuentra un término medio. Porque si el presidente de la COP30 decide llevar ese texto tan descafeinado al plenario de la cumbre, los países más ambiciosos han amenazado con vetarlo, con lo que aparecerían como los bloqueadores de este proceso diplomático. Por el contrario, si lleva un nuevo texto con las menciones a los combustibles fósiles y lo vetan los petroestados, ellos serían los que quedarían retratados en ese plenario ante las cámaras.

La ministra de medio ambiente de Colombia, Irene Vélez Torres, ha decidido en un momento dado salir de esa reunión a puerta cerrada para mostrar su indignación a los periodistas que esperaban fuera. “Ellos están bloqueando, nosotros no somos los bloqueadores”. La ministra ha insistido en que no solo se trata de los países latinoamericanos, sino que hay más de 40 naciones que han pedido que se incluya esa hoja de ruta para dejar atrás los combustibles fósiles. Y sus peticiones están siendo ignoradas, ha advertido Vélez Torres.

Tras conocerse el borrador de la presidencia de este viernes, en el que no había menciones a esa demanda, un grupo de cerca de 40 países ha enviado un escrito a la presidencia en el que exigen que el acuerdo incluya la referencia a la hoja de ruta sobre los combustibles fósiles. Entre los firmantes figuran, además de España, el Reino Unido, Alemania, Francia, Colombia, México, Corea del Sur y Suecia. Criticaban que el borrador se haya presentado como una propuesta de “tómalo o déjalo”. “La propuesta no cumple las condiciones mínimas requeridas para un resultado creíble de la COP”, señalaban los firmantes, lo que avanza un veto al texto final. Advertían de que en esta cumbre “el mundo” espera que se “demuestre continuidad y progreso”. “Cualquier cosa menos, inevitablemente se vería como un paso atrás”, añaden.

Además, Colombia y Países Bajos han anunciado este viernes que en abril organizarán una conferencia internacional que estará centrada, precisamente, en el abandono de los combustibles fósiles. España se ha sumado también a esa iniciativa, que ha nacido vinculada a la propuesta de impulsar un tratado de no proliferación de los combustibles fósiles.

Capacidad de veto

Pero, aunque muchos países se han mostrado públicamente en contra de la última propuesta de acuerdo final, no basta con lograr mayorías en estas cumbres de la ONU. El sistema por el que se tiene que acordar cada texto, cada palabra en cada decisión, se basa en el consenso, lo que significa que cualquiera de los casi 200 países que participan puede levantar la mano y frenarlo todo. Este sistema durante las más de tres décadas de conversaciones sobre cambio climático en la ONU ha hecho que los acuerdos siempre se vean rebajados, aguados.

Arabia Saudí ha sido históricamente el país que ha encabezado una coalición de países petroleros que han batallado por eliminar todas las menciones a los combustibles fósiles. En Belém, según fuentes de la negociación, están haciendo lo mismo. Pero, además, otros grandes países, como China o Rusia, no han mostrado su apoyo a la idea de la hoja de ruta para dejarlos atrás.

La Unión Europea, por el momento, no se ha unido a la carta de presión a la presidencia, aunque sí algunos de sus miembros más importantes, como Alemania, Francia y España. No así Polonia e Italia. Pero el comisario europeo del área de clima, Wopke Hoekstra, ha sido también claro en sus declaraciones dentro de la reunión a puerta cerrada: “Bajo ninguna circunstancia vamos a aceptar esto”.

Las organizaciones ecologistas han instado también a los países a devolver ese texto para que salga uno nuevo. “La COP30 ha mostrado un apoyo creciente a una hoja de ruta alejada de los combustibles fósiles, por lo que el resultado de Belém debe incluirlo para asegurar que pongamos fin a la quema de petróleo, gas y carbón lo antes posible”, ha apuntado Tracy Carty, de Greenpeace.

En tres décadas de cumbres, solo en una el texto final incluyó la mención explícita a dejar atrás los combustibles fósiles para combatir el cambio climático. Fue en la de Dubái de 2023. Transcurrió de una forma parecida, al menos en cómo se fueron presentando los borradores. Primero, se difundió un texto en el que se mencionaban, luego otro en el que no y que era mucho menos ambicioso. Hubo una fuerte reacción de los países y finalmente la última propuesta que se aprobó abogaba por dejar atrás el petróleo, el gas y el carbón.

Pero en 2023 el mundo era otro y el apoyo fuerte de la UE y de Estados Unidos, entonces en manos de los demócratas, fue determinante para el resultado de la cumbre de Dubái en el último momento. Hoy, EE UU no solo no está presente en Belém, sino que su Gobierno se ha convertido en el mayor defensor de los combustibles fósiles, además de negar el calentamiento global.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.
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