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Un estudio advierte de la desaparición de las marismas de Doñana en el intervalo de 42 a 189 años

Los científicos proyectan cuándo se secarán los valiosos humedales en función del mejor o peor escenario climático futuro

Imágenes de las marismas de Doñana en 2010 (zona azul al completo) por el satélite Landsat 5 y otra tomada en 2020 por el satélite Landsat 8.
Imágenes de las marismas de Doñana en 2010 (zona azul al completo) por el satélite Landsat 5 y otra tomada en 2020 por el satélite Landsat 8.
Javier Martín-Arroyo

Las marismas de Doñana tienen sus días contados si el calentamiento global no se frena. La duda es si se secarán dentro de unos 15.000 días ó 69.000, entre 42 años y 189, en función del escenario futuro que las emisiones industriales dibujen en la atmósfera, según apunta un reciente estudio científico. El negro futuro climático que dibujan los expertos climáticos afecta sobremanera a estos humedales tan sensibles, entre los más valiosos de Europa.

Un estudio de la Universidad de Sevilla ha puesto ahora fecha de defunción para las marismas, los humedales más al sur de la reserva, que desaparecerán en 2066 con el peor escenario climático proyectado por el panel de expertos científicos de Naciones Unidas, y algo menos de dos siglos con el mejor panorama de emisiones industriales previsto. La progresiva reducción de la superficie inundable durante 11 años (2009-2020) ha sido estudiada gracias a 792 imágenes de satélite que han revelado la profundidad de las láminas de agua temporales.

“Los datos son precisos y no queríamos aproximaciones que impidieran la publicación del estudio. En menos de 200 años las marismas desaparecerán si no se revierte el calentamiento. A priori pensamos que el tiempo máximo sería mayor, pero este ha sido el resultado. Teníamos una buena base de procesamiento con algoritmos evolutivos y datos de nivel y recarga de acuíferos, para ver la cantidad de suelo que colmataba las marismas a lo largo del tiempo”, subraya Emilio Ramírez, astrofísico e ingeniero agrónomo de la Universidad de Sevilla, que ha coordinado el estudio junto al ingeniero en geodesia y cartógrafo José Lázaro Amaro de la misma universidad andaluza y el director del laboratorio de teledetección de la Universidad Tecnológica de Perú, Jorge Luis Leiva-Piedra. La investigación fue publicada hace un mes en la revista científica Applied sciences y ha sido difundida este jueves por la Universidad de Sevilla.

La investigación ilustra el futuro sombrío de Doñana, pero la reserva ya sufre un presente oscuro y acusa la mayor caída de aves por la escasez de agua. El pasado año se contaron solo 120.649 aves invernantes debido a la sequía, las altas temperaturas y las extracciones de agua ilegales, menos de la mitad de pájaros que el año anterior y el peor conteo de la serie histórica.

Las marismas de Doñana, en 2022.
Las marismas de Doñana, en 2022.

Los expertos han usado análisis big data con bases de datos de imágenes satélites de 2009 a 2020 para ver la dinámica real de las marismas ante los modelos de cambio climático incluidos en el sexto informe de expertos del IPCC de 2021, utilizando las variantes que dibuja el cambio climático para Andalucía. La proyección de los mejores y peores escenarios climáticos ha sido realizada gracias a las 792 imágenes con una resolución de 30 metros de los satélites Landsat 5, 7 y 8.

Los científicos han verificado cómo la reducción de suelo inundable y las alteraciones en la dinámica de los sedimentos ponen en riesgo la biodiversidad de la reserva y su equilibrio ecológico. Pero los cambios futuros en el clima también afectarán a los vecinos del parque, en ciudades como Huelva (150.000 habitantes) y pueblos cercanos a la marisma al sur y oeste de la provincia de Sevilla. “La desecación de las marismas tendrá un efecto de aumento de temperatura en áreas aledañas por la pérdida del efecto amortiguador. Provocará un cambio drástico en los cultivos por la falta de agua, pero también redundará en ciudades como Huelva, donde podría llegar a producir incrementos de temperatura e islas de calor más abundantes, con el aumento paralelo de mayores frigorías necesitadas en cuanto a energía”.

Las marismas llegaron a cubrir 140.000 hectáreas en el siglo XIX, superficie reducida a solo 33.000 hectáreas tras las intensas actividades del hombre el siglo siguiente para la agricultura y el turismo. Para el estudio, los cálculos han sido proyectados con un escenario futuro de 100 años, destaca Ramírez. “El procedimiento empleado en el estudio es una herramienta útil para discernir qué parte del declive significativo es atribuible al cambio climático y en paralelo al uso y explotación del medio por parte de los lugareños, incluida la deforestación y el cambio de cultivos en las zonas inundables, el uso hidráulico y los canales de los ríos y corrientes, modificaciones de las marismas y excesivas extracciones del acuífero”, reza la investigación.

Javier Bustamante, vicedirector de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), en una primera revisión del artículo, pone en duda que con la metodología y datos empleados se puedan extraer conclusiones fiables sobre en cuanto tiempo desaparecerán las marismas de Doñana.

La reserva ha sido la última década fiel reflejo del aumento sostenido de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones en Andalucía, cuyos efectos se han disparado recientemente, como demuestra que la mayor laguna permanente, la de Santa Olalla, se haya secado los dos veranos de 2023 y 2022. A estos dos factores —sequía y más calor— se le han sumado las continuas extracciones de los pozos ilegales para el riego de las fresas, por lo que el acuífero y los humedales del parque no levantan cabeza y las aves migratorias paran cada vez con menos frecuencia de camino a África.

Los autores del estudio recomiendan implementar políticas que logren erradicar las extracciones clandestinas, una tarea pendiente durante décadas que ni la Junta ni el Gobierno han logrado completar, a pesar de su descenso.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.
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