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Los españoles que luchan contra los fuegos de Canadá: “Son incendios gigantescos y arderán todo el verano”

Los bomberos forestales enviados a Quebec se enfrentan a “monstruos de fuego” mayores que cualquiera de los vividos en España

Bomberos forestales españoles trabajando en el dispositivo enviado desde España a Quebec (Canadá). Foto: REGIÓN DE MURCIA | Vídeo: EPV
Miguel Ángel Medina

Chibougamau es un pueblo canadiense repleto de casas unifamiliares —con su césped y su garaje— enclavado entre numerosas lagunas y frondosos bosques. Durante las últimas dos semanas, este idílico entorno se ha convertido en la base de operaciones de un centenar de españoles —técnicos y bomberos forestales— que, lejos de disfrutar del paisaje, han sido enviados a Quebec para enfrentarse a fuegos de magnitud desconocida. “Lo que estamos viendo en Canadá es un nivel de incendios al que no estamos acostumbrados. Son monstruos de fuego más grandes que los que hayamos visto nunca en España, y van a estar ardiendo todo el verano”, explica por teléfono desde esa localidad Ángela Iglesias, enlace del dispositivo español enviado para ayudar al país norteamericano. El humo procedente de la zona llegó el pasado lunes hasta España, y ellos viajan de vuelta este jueves hacia sus respectivas comunidades autónomas para incorporarse, desde el 1 de julio, a la extinción en la península.

El equipo salió de España el 14 de junio y, tras integrarse en el mando canadiense, comenzó tres días después a atacar el denominado como incendio 379 —hay 461 fuegos activos, de los que 237 están fuera de control, según datos del Centro Canadiense contra Incendios Forestales (CIFFC, por sus siglas en inglés)—. “Es un fuego de unas 50.000 hectáreas, enorme. Para hacerse una idea, el más grande que hemos tenido en España fue de alrededor de 31.000″, apunta Iglesias, que además es jefa de Servicio del Área de Defensa contra Incendios Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica. “Y no es el más grande de la zona, a 100 kilómetros de donde estamos hay otro de unas 150.000 hectáreas, la mitad de todo lo que se quemó en nuestro país el año pasado, uno de los peores años de la serie histórica”, prosigue.

Los centenares de fuegos que continúan activos proceden de una gran tormenta de rayos que asoló varias provincias de Canadá a inicios de junio. “Los rayos suelen ser responsables de la mitad de los fuegos canadienses”, explica desde España Ferran Dalmau-Rovira, experto en gestión forestal. Esas chispas eléctricas naturales generaron muchos incendios en zonas boscosas de difícil acceso, lo que hace más difícil atacarlos. El problema es que, desde ahí, se generan focos secundarios: por ejemplo, cuando una pavesa, una piña u otro material incandescente se eleva por causa del viento y la corriente de aire lo desplaza unos kilómetros hasta que cae, prendiendo la llama a decenas de kilómetros. En lo que va de año, el país ha sufrido unos 2.880 incendios, que han quemado alrededor de 7,2 millones de hectáreas, superando el peor año de la serie -7,1 millones en 1995- cuando todavía estamos en junio.

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Para hacer frente a esta situación excepcional, agravada por las altas temperaturas que impulsa el calentamiento global, Canadá solicitó ayuda al Mecanismo europeo de protección civil. En estas fechas veraniegas suele ser complicado, dado que también hay fuegos en Europa, pero las lluvias de junio han facilitado que varios países se animen. Portugal envió 140 personas, Francia hizo lo propio con un centenar, mismo número que España. De ellos —según el Ministerio para la Transición Ecológica—, 22 proceden del propio ministerio, 26 viene de Castilla-La Mancha, 25 de Madrid y 16 de Murcia y 11 de Cataluña. En su mayoría son bomberos forestales, aunque también hay técnicos expertos en extinción.

Todos ellos se han encontrado unos monstruos de fuego que no habían visto antes. “Aquí estamos en una zona con muchos bosques vírgenes, con árboles muy densos, de hasta 12 metros de altura, lo que provoca una continuidad de combustible enorme. Además, hay pocos accesos, porque son zonas inhóspitas, así que la forma de extinción es muy diferente, o bien por el aire o por pistas forestales que se van abriendo sobre la marcha”, apunta Iglesias. “Son incendios muy vigorosos que llevan un mes creciendo, así que ya dan por hecho que van a seguir ardiendo todo el verano”, continúa.

Ángela Iglesias, enlace del dispositivo español contra el fuego en Canadá, y jefa de Servicio del Área de Defensa contra Incendios Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica, durante su misión en Quebec.
Ángela Iglesias, enlace del dispositivo español contra el fuego en Canadá, y jefa de Servicio del Área de Defensa contra Incendios Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica, durante su misión en Quebec.

¿Qué diferencia hay con la extinción en España? “La mayor diferencia es la magnitud del incendio, porque aquí hay muchísimo más combustible, esos bosques frondosos con árboles de 12 metros. Otra es que aquí hay muy pocos accesos, son bosques enormes sin pistas forestales. Una tercera es la gran disponibilidad de agua, pues en esta zona un tercio del mapa son ríos, arroyos, embalses y charco, así que se pueden usar motobombas para apagar directamente los fuegos, algo difícil en España”, señala. “Una más es que aquí se trata de bosques lejos de los núcleos habitados, mientras que en nuestro país hay casas en el monte, y no es lo mismo dejar correr un incendio cuando no hay personas amenazadas que cuando puede morir gente”, prosigue.

Con estas características, cada jornada de los españoles en Quebec arrancaba con un viaje en helicóptero al entorno amenazado por las llamas —una mancha enorme de monte de tamaño similar a Asturias— donde solo hay una pista forestal que atraviesa de norte a sur al territorio. “En España es raro que en 10 kilómetros no haya una de estas pistas”, dice Iglesias. Los equipos llegan allí con sus vehículos y atacan un punto concreto del incendio con motobombas. Al finalizar la jornada, el helicóptero los lleva de vuelta a sus puntos de origen.

Tras 12 días de ardua labor, los equipos tienen que volverse, pues arranca la temporada de más peligro en la Península. “Aquí hay auténticos monstruos de fuego, mucho mayores que cualquier cosa que hayamos visto antes. Hemos tenido un aprendizaje brutal que aplicaremos en España”, concluye la técnico. Este jueves vuelan de vuelta.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad -es un apasionado de la bicicleta-, consumo y urbanismo. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha ganado los premios Pobre el que no cambia su mirada y Semana Española de la Movilidad Sostenible. Ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’.

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