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¿Es bueno repoblar el país con 47 millones de abejas ibéricas? El plan de una empresa choca con los expertos

La idea de la empresa de electrodomésticos LG despierta críticas entre quienes estudian los insectos polinizadores, ya que la acción masiva no beneficia a la conservación de otras abejas silvestres que están en peligro

La presidenta de la Asociación del Rincón de la Abeja, Paloma Vecino y una compañera controlan los paneles de abejas en la finca apícola Joseillo, que forma parte del proyecto Smart Green Bees, en Málaga el 15 de febrero de 2023.
La presidenta de la Asociación del Rincón de la Abeja, Paloma Vecino y una compañera controlan los paneles de abejas en la finca apícola Joseillo, que forma parte del proyecto Smart Green Bees, en Málaga el 15 de febrero de 2023.Jorge Zapata (EFE)
Jose Sanz Sainz

La compañía de electrónica de consumo LG lanzó el reto de plantar 47 millones de árboles en España, uno por cada habitante, en el año 2017. De momento llevan cinco millones y, sin esperar a cumplir este objetivo, ha lanzado un nuevo desafío ambiental no menos espectacular: repoblar la Península con 47 millones de ejemplares de abejas ibéricas (Apis mellifera iberiensis). Según la multinacional con sede en Corea del Sur, con esta meta no solo espera recuperar esta especie en retroceso, sino también “lograr un efecto exponencial sobre toda la flora de nuestro país y así fomentar la expansión y recuperación de nuestros ecosistemas”. Parecía una campaña de marketing sin fisuras. Sin embargo, no ha gustado a todo el mundo: expertos en insectos polinizadores consideran que no es tan buena idea liberar tantos millones de abejas.

La profesora e investigadora de la Universidad Complutense de Madrid Concepción Ornosa explica que la idea de introducir la especie autóctona de la península Ibérica es atractiva, pero añade que se deberían sustituir por las abejas que vayan pereciendo cada año y no repoblar de forma masiva. Y alerta del peligro que supone “introducir de forma sobredimensionada” esta subespecie de la abeja. “Si metes 47 millones de una sola especie en la naturaleza generas una competencia que va a afectar a todas las demás especies de abejas silvestres, abejorros, insectos, y mariposas que ya habitaban el lugar. Además se ha demostrado que contagian de hongos y virus a las otras abejas y abejorros y lo hacen mediante las flores que polinizan, convirtiéndose en transmisores de patógenos”, agrega.

El proyecto de la empresa tecnológica, denominado Smart Green Bees, se desarrolla gracias a la asociación del Rincón de la Abeja, que lleva a cabo toda la parte técnica de la iniciativa. La bióloga de la asociación y responsable del proyecto, Paola Vecino explica: “ Contaremos con 900 colmenas, a las que queremos llegar entre dos y tres años de forma dispersa por el territorio español. Por el momento, hemos instaurado 45 colmenas con 250.000 abejas en total”.

Hasta ahora, estas abejas se han repartido entre 15 colmenas en Real de Montroi (Valencia), 15 colmenas en Sant Climent (Barcelona), 15 colmenas en Montes de Málaga (Málaga) y 13 colmenas en Novelda (Alicante) y los responsables del proyecto pretenden expandir entre los meses de febrero y marzo hasta 45 las colmenas de cada una de las tres primeras regiones y también se someterá a una expansión las colonias de Alicante, según el Informe del Estado de las Colmenas y Memoria de 2022 facilitado por la asociación.

El Profesor de la Universidad de Salamanca, zoólogo y entomólogo Félix Torres no cree que 900 colmenas sea un número muy elevado y explica que es la cantidad de colmenas que puede tener un solo apicultor fuerte en la sierra de Salamanca. En Europa hay nueve millones de colmenas, de las cuales tres millones están en España. Pero alerta: “Igual que una granja no afecta al ecosistema, un millón de granjas si. Una colmena no es significativa, pero millones de colmenas sí se notan en la naturaleza. En entornos degradados supone una presión añadida”.

En el mundo hay más de 17.000 especies de abejas, explica Ornosa, y todas ellas, la abeja de la miel y las silvestres, incluidos los abejorros que también forman parte de la familia, son excelentes polinizadores de cultivos y de las plantas silvestres. La abeja que están introduciendo en este proyecto es la Apis mellifera iberiensis, una subespecie endémica ―autóctona y exclusiva― de la Península Ibérica y forma parte del grupo de las abejas de la miel, pero poseen rasgos físicos y bioquímicos diferentes de las otras abejas productoras norteafricanas y europeas como la Apis mellifera ligustica de Italia o Apis mellifera carnica de Europa central.

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El investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana Ignasi Bartomeu advierte de que el problema de conservación de las muchas especies de abejas lo tienen en concreto las silvestres: “En España tenemos mil especies de abejas, el doble que pájaros y se están viendo afectadas por cambio climático y el factor humano. Si la idea es proteger a los polinizadores, es erróneo, es como si quisieras cuidar a los pájaros en España poniendo gallinas”.

La última especie que elegiría Torres para hacer una llamada sobre el declive de las abejas sería la de la miel, ya que es la especie más sólida. “Las abejas domésticas son las más agresivas, ejercen presión, desplazan a la abeja silvestre e inciden negativamente en la biodiversidad. Potenciar a la abeja de la miel está bien desde el punto de vista ganadero y económico, pero no podemos utilizar esa herramienta para hablar de naturaleza o declive de los insectos”, aclara el entomólogo.

En cambio, desde el Rincón de la Abeja defienden que la especie que quieren introducir está en un claro declive: “Muchos apicultores están tirando la toalla por los problemas que conlleva el cuidado, el descenso floral y la amenaza de la varroa (un tipo de ácaro) y la avispa asiática (Vespa Velutina)”. El objetivo que tienen es paliar la “tendencia a la desaparición” de este animal y para ello, Vecino asegura que se han llevado a cabo todos los estudios previos necesarios para que la introducción de la abeja ibérica no afecte ni al ecosistema, ni a la flora ni la fauna del lugar. Y añade que se ha realizado un calendario de flores en las zonas en las que se han implantado las colmenas. Tanto el informe como la responsable del proyecto indican que en las cuatro zonas se han monitorizado una de cada cuatro colmenas y, con los datos que se extraigan de cuadros de miel, polen y cría, se espera llegar a conclusiones más precisas sobre esta abeja.

La asociación explica que ha escogido meticulosamente a apicultores experimentados, entre los que hay aficionados y profesionales ―un apicultor profesional tiene más de 150 colmenas y un aficionado no llega a ese número― que estuviesen cerca de los enclaves seleccionados y que hicieran uso de la abeja autóctona de la península ibérica y con colmenas de fácil acceso. La bióloga explica: “Todos los apicultores que colaboran con la asociación cumplen con la legalidad en su actividad, ya que las colmenas están escrituradas en el Registro General de Explotaciones Ganaderas, se someten a todas las revisiones veterinarias y se encuentran en lugares con carga floral y suficiente agua”.

El peligro del declive de los polinizadores

La investigadora Ornosa alerta: “Los beneficios de la producción agrícola mundial dependen directamente de los polinizadores, en especial de las abejas, de todas las abejas, y que ronda los 577.000 millones de dólares al año, según el IPBES y la FAO”. El profesor de la Universidad de Salamanca coincide: “Hay otras especies de abejas polinizadoras que participan de los cultivos y las flores, y que también son muy necesarias a nivel económico en los cultivos. En un invernadero sabemos lo importante que es el abejorro, pero no sabemos el valor de la abeja en el entorno silvestre y en los cultivos intensivos”

El investigador del CSIC anima a que se tomen cartas en el asunto: “Las abejas silvestres están en peligro de extinción pero aún están [aquí]: aunque sus poblaciones vayan decreciendo, ellas pueden volver a remontar. Es una señal muy clara y es el momento de actuar. Es importante mantener una variedad de razas, ya que cada una tiene un acervo genético diferente que es un colchón, porque si viene un virus y solo tenemos un tipo de abeja, perderíamos toda la especie”.

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