Calor extremo, humo denso y silencio: los incendios cercan Atenas
La mayor ola de calor en décadas atiza 118 fuegos en un día en toda Grecia y las autoridades piden a la población de la capital que permanezca en casa
Atenas amanece cubierta de humo y de ceniza. La densa nube negra pasa por encima de la Acrópolis y se extiende hasta el Peloponeso. Huele a quemado en toda la ciudad. La poca gente que hay por la calle lleva mascarilla, aunque desde junio no es obligatoria en espacios abiertos. Atenas habitualmente es una ciudad muy viva y ruidosa; este miércoles impresiona el silencio. Protección Civil pide a la población que no salga de casa. En Grecia, el segundo confinamiento domiciliario por la pandemia de coronavirus se extendió de noviembre de 2020 a mayo de 2021. “Solo nos faltaba confinarnos en verano”, dice con sorna Lena, violinista de Salónica que pasa unos días en Atenas visitando a unas amigas. “Pero qué remedio. Hay partículas tóxicas en el aire”, añade. Han llegado los incendios, un verano más. Pero la ola de calor que los ha atizado no es nada habitual: es la mayor que ha sufrido Grecia en décadas.
Quedarse en casa no es tan fácil para mucha gente. Diez municipios de la periferia de Atenas están sin luz debido a los fuegos y otros seis sufren un apagón por sobrecarga de la red eléctrica. Por si fuera poco, otras seis localidades están sin agua porque las llamas han quemado varias bombas de abastecimiento. Una parte de la población debe permanecer en el interior de las viviendas con las ventanas cerradas, sin poder poner el aire acondicionado o un ventilador, mientras la temperatura vuelve a superar los 42 grados. Nikos, un marinero jubilado que vive en Neos Kosmos, un barrio de Atenas, quita con la mano un poco de polvo de encima de su destartalado coche y maldice en voz alta. Ha pasado el día entero sudando en casa. No tiene aire acondicionado y no podía abrir las ventanas para que no entrara el humo.
La situación está fuera de control en toda Grecia. En Eubea, una de las islas más grandes del país, el fuego ha quemado más de 150 casas a lo largo del día. Trece pueblos evacuados. La lengua de fuego llegó hasta las playas. Cientos de bañistas escaparon como pudieron en barcas. Eleni, una maestra de primaria que vive en Psajná, pueblo de Eubea situado a 20 kilómetros de la zona de los incendios, cuenta que por la mañana no se veía el sol. “Es como si fuera de noche. El humo es tan denso que no se ven las calles. Estamos encerrados en casa, no se puede hacer nada”, cuenta por teléfono.
Por la tarde se avivan las llamas de otro incendio. En la antigua Olimpia, cuna de los juegos que llevan su nombre, un alcalde entra por teléfono en la emisión en directo de la televisión pública ERT1 y pide desesperado a sus vecinos que se marchen de sus casas. “Entiendo la rabia y las ganas de salvar vuestras casas, pero no merece la pena. Es muy peligroso”, dice casi gritando.
En Jalquidiquí, cerca de Salónica, hay otro incendio de grandes dimensiones. Otro más en Kozani. Y otro en Kilkis. Se han registrado 118 en toda Grecia en 24 horas, aunque la mayoría son pequeños y se extinguen rápidamente.
El fuego que afecta a Atenas comenzó la tarde del martes 3 de agosto. Empezó en Varimpompi, suburbio de Atenas, en el municipio de Acarnas, situado en las faldas del Parnés, uno de los tres macizos montañosos que rodean la capital helena. Es una zona de viviendas unifamiliares rodeadas de bosque de pinos y matorral. El fuego se propagó debido a que la vegetación está más seca de lo habitual. Desde hace más de una semana, Grecia soporta una ola de calor como hacía décadas que no se recordaba. Por el día las temperaturas rondan los 45 grados (el martes se registraron 47,1 grados en Lagadas, ciudad al norte del país); por la noche no bajan de 33. El poco viento que hay es seco y caliente. No refresca.
A media tarde del martes llegaron las primeras órdenes de evacuación. Trescientas personas fueron llevadas a lugares seguros. Algunos animales domésticos no pudieron ser trasladados y murieron ovejas, gallinas, gatos y perros. Un club hípico consiguió poner a salvo a 256 caballos, pero otros dos se escaparon. A las 17.05, Protección Civil envió el primer SMS a todos los teléfonos del área metropolitana de Atenas: “Si están en Varimpompi o Adames, evacuen la zona inmediatamente por su seguridad. Hay un incendio forestal en su zona”. A las 20.00 Protección Civil volvió a enviar un SMS y amplió las zonas de las que había que irse: Thrakomakedones y Villa Olímpica tuvieron que ser desalojadas inmediatamente.
En una tienda del centro de Atenas, Alkis, un hombre que aparenta 50 años, le cuenta con impotencia a la tendera cómo vio quemarse su coche y su casa. “Llegaron las llamas, no iban muy rápido pero eran imparables. Muy altas, las veías acercarse y no podías hacer nada. Estaba paralizado, no sabía qué hacer mientras miraba cómo se comían mi casa y el coche. Hasta que me gritaron y me fui a todo correr”.
En julio de 2018, otro incendio quemó centenares de casas y mató a unas cien personas en Mati, que también está cerca de Atenas. En aquella ocasión, las llamas viajaron a lomos de rachas huracanadas de más de 100 kilómetros por hora. Afortunadamente, en Varimpompi no había viento fuerte y no hay que lamentar víctimas. Los incendios son un fenómeno habitual en el verano heleno, pero Mati marcó un antes y un después. Fue un enorme trauma colectivo y el mazazo final al Gobierno de Alexis Tsipras. El primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, no ha olvidado que los incendios ocuparon una parte central de su campaña en 2019 y ha querido volver a rentabilizar los fuegos de 2021. “A diferencia de hace tres años, esta vez hemos podido evacuar con seguridad a todas las personas”, ha declarado. En un comunicado, el partido de la oposición, Syriza, ha criticado que “saque pecho con un pueblo entero quemado”. Al menos 90 y 30 empresas han sido calcinadas en Varimpompi. Los bomberos han pasado la noche luchando contra un fuego que no consiguen controlar.
Grecia y Turquía practican la llamada “diplomacia de los terremotos”. Aunque su relación es muy tensa ―hay varios conflictos territoriales abiertos y habituales rifirrafes― los gobiernos dejan de lado la rivalidad cuando se producen desastres naturales para ofrecerse ayuda mutua. Esta vez no ha podido ser porque Turquía también está enfrentándose a enormes incendios forestales. Igual que Albania y Macedonia del Norte. Toda la región se enfrenta a una coyuntura parecida. Y la previsión es que siga haciendo mucho calor. Esto no ha terminado.
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