La energía nuclear 10 años después del desastre de Fukushima
Newsletter de Clima y Medio Ambiente enviada el 10 de marzo
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¡Hola!
El 11 de marzo de 2011 Japón sufrió uno de los peores desastres que se han producido nunca en una planta nuclear, la central de Fukushima Daiichi no soportó el embate del gran tsunami que asoló el país tras un terremoto. Con la inundación el sistema de refrigeración dejó de funcionar, lo que desembocó en la fusión de tres de sus seis reactores. Fue la puntilla para la reputación de ese tipo de generación de energía, muy dañada desde el accidente de Chernóbil (Ucrania). Las imágenes de lo sucedido en la central de Fukushima Daiichi cayeron como un jarro de agua fría en todo el mundo. ¿Cómo había pasado algo así en Japón, ese gigante tecnológico en el que entonces casi el 30% de su electricidad provenía de sus centrales nucleares? La zona no se ha recuperado, la mayoría de los reactores del país siguen parados y apenas el 7,5% de la electricidad proviene de estas plantas, como nos cuenta Manuel Planelles en este reportaje. Una tendencia que se repite por todo el mundo, la nuclear ha seguido perdiendo peso en la generación de electricidad en la última década. Las renovables, cada vez más competitivas, le dejan cada vez menos cuota del mercado eléctrico.
Siguiendo con la energía, y por si estáis pensando comprar un coche eléctrico o híbrido enchufable, os aconsejo este vídeo sobre cómo poner un punto de recarga en el garaje. Para esos vehículos menos contaminantes, el Gobierno ha anunciado que construirá una fábrica de baterías con Volkswagen, Seat e Iberdrola, un proyecto que supone un espaldarazo definitivo al encargo a Seat de un coche eléctrico en Martorell. Siguiendo con la sostenibilidad y para hacer un favor al planeta, Javier Martínez Morontaes, arquitecto especialista en eficiencia energética de la Universidad de La Rioja, nos explica la forma en la que se puede consumir menos electricidad pasando más tiempo en casa. No es tan difícil.
El cerco al consumo de carne de animales salvajes es cada vez más estrecho. Esta semana Saskia Houttuin cuenta desde Agou, en Costa de Marfil, como el país ha prohibido cazar y consumir pangolín, rata, serpiente u otras especies silvestres, que pueden ser una fuente de transmisión de enfermedades como la covid-19. El problema radica en que es una limitación difícil de aplicar en un país donde los menús con ese tipo de ingredientes son muy populares. Por ejemplo, rata cocinada con salsa de berenjena, como se puede comprobar en esta interesante fotogalería. Y el martes concluyó el sacrificio de 853 terneros tras el espantoso viaje que les llevó de un lado a otro del Mediterráneo durante dos meses. La matanza duró cuatro días. Ningún país los quería, ante el temor de que estuvieran enfermos, algo que no se ha confirmado.
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En el Museo Nacional de Ciencias Naturales podéis ver la exposición Reservas marinas de interés pesquero, Historia, Cultura, Tradición y Sostenibilidad, un recorrido por la historia de la pesca artesanal y estas áreas protegidas, que garantizan el futuro de esos pescadores y, al mismo tiempo, recuperan los fondos, la flora y la fauna de los maltrechos mares y océanos.
Me despido por esta semana.
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