Aceleren las vacunas
Al ritmo actual no alcanzaremos los objetivos del Gobierno. Apretad
Medio centenar de países han empezado a administrar vacunas anticovid de un tipo u otro, y cerca de 20 millones de personas han recibido al menos una dosis. Impresionante sin duda, pero eso es solo el 0,3% de la población mundial. Cada semana se registran cinco millones de nuevos casos en el mundo, lo que transforma la campaña vacunal en una carrera entre “inyección e infección”, como dice el editorialista de The Economist. Este difícil equilibrio revela dos cosas. Primero, que las medidas de restricción actuales son insuficientes para yugular la trasmisión del virus. Y segundo, que hay razones sólidas para acelerar las campañas de vacunación. De momento, en la competición entre inyección e infección va ganando la segunda. Es una lucha desigual, sin duda, así que habrá que buscar formas de acelerar la vacunación.
El país más eficaz de Europa es el Reino Unido, que empezó antes y está vacunando hasta en los cines y supermercados. Ello requiere, naturalmente, dotar la campaña de personal y recursos. Los británicos han conseguido que su mayor cuello de botella sea la entrega de las dosis por las compañías fabricantes. En el continente, el embudo sigue siendo la disponibilidad de personal sanitario, porque no estamos logrando ni pinchar las vacunas ya disponibles.
Al ritmo de vacunación actual, no llegaremos ni de lejos a vacunar a 20 millones de personas en julio, ni al 70% de la población después del verano, como pretende el ministro saliente Salvador Illa. Las entregas del fármaco crecerán con seguridad en los próximos meses, tanto por la mejora en los procesos de manufactura a gran escala como por la incorporación de nuevas vacunas al escenario, por lo general mucho más fáciles de almacenar y distribuir que las actuales de Pfizer y Moderna. Pero si no ampliamos el personal sanitario no podremos ponerlas al ritmo necesario. La infección seguirá ganando a la inyección por dos cuerpos, y la recuperación económica se seguirá retrasando.
Unas malas cifras de salud pública prefiguran una caída de los indicadores económicos y un nuevo estancamiento de la actividad industrial
Respecto al célebre dilema entre la Bolsa y la vida, que todo el mundo niega, pero estamos viendo en acción a diario en regiones como Madrid, un informe recién publicado por IHS Markit, la compañía que elabora el índice de gerentes de compra (PMI), la curva creciente de la tercera ola ya ha causado en enero una contracción de la actividad del sector privado. Quienes defienden la protección del comercio frente a los argumentos sociosanitarios deben entender de una vez que unas malas cifras de salud pública prefiguran una caída de los indicadores económicos y un nuevo estancamiento de la actividad industrial. Hasta ahora se han comportado como turistas en una montaña rusa que baja con los confinamientos, sube con las desescaladas y vuelve a bajar con cada autorización de una nueva vacuna. Es una estrategia subóptima. El sector público y el privado deberían centrarse ahora mismo en financiar adecuadamente los recursos sanitarios para vacunar al 70% de la población en otoño. Esa es la fórmula para ‘salvar la navidad’ de este año. Está en nuestra mano.
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