El principal puerto de Chile resiente el golpe de las marejadas y del cambio climático
Los aumentos del nivel del mar y de la frecuencia de fuertes oleajes están empujando a mejoras portuarias en San Antonio, que construye muros más altos y robustos para reducir las paralizaciones de operaciones
![El Puerto de San Antonio](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EPAJD43RXBAL3DLBCU6RG5WOZE.jpg?auth=e8ecd74f2e4ff6a86508fe702eb175d25a21cf73e2c9037ce30014a520ba2316&width=414)
![Maolis Castro](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F511a69c5-865d-4f6c-ad21-fa559f163e50.png?auth=a038f82db8a46490559b32b7dac652d9ee3392f96a165b66cef1023b5475e2c6&width=100&height=100&smart=true)
En el puerto marítimo de San Antonio de la región de Valparaíso, en el litoral central chileno, modernizan el molo de abrigo construido en 1912, en el Gobierno de Ramón Barros Luco, para frenar a las, cada vez más frecuentes e intensas, marejadas que golpean a las costas del país sudamericano. El ingeniero Matías Erenchun, jefe de terreno de la obra del rompeolas, supervisa que se extraigan los bloques de hormigón del antiguo murallón que se encuentran deteriorados y solo dejen aquellos que se conservan en buen estado: “El nivel del mar ha crecido y el oleaje es más fuerte en los últimos años, al punto de entrar en ocasiones hasta acá [la zona de carga y descarga portuaria]”. De ahí que la estructura superará los 11 metros de altura y se extenderá por más de 800 metros de longitud en 2026.
Cuando se producen marejadas anormales –olas de mayor altura, dirección inusual o periodos más largos de las habituales–, en el puerto de San Antonio, el principal de Chile, paralizan sus labores para evitar que los trabajadores resulten afectados, lo que ha traído como consecuencia que, en años recientes como 2023, operen solo el 87% del tiempo.
Aunque el año pasado se logró llevar a un 91,8% esta operatividad, Ramón Castañeda, gerente general de la empresa portuaria San Antonio, quiere seguir mejorando el desempeño: “Nuestro objetivo es llegar a un 95% de disponibilidad. Por eso estamos invirtiendo más de 10 millones de dólares en la renovación de nuestro molo de abrigo del puerto actual. Hacemos un proceso de adaptación al cambio climático”.
Castañeda explica que, actualmente, tienen una capacidad de operación de 2,5 millones de contenedores, pero están trabajando en torno a 1,8 millones debido a esta situación. Con una ubicación cercana a Santiago, la principal zona de industrial y de consumo del país, es el que tiene mayor movilización de contenedores en Chile y uno de los principales de Latinoamérica. De hecho, en 2024 transfirió 23.209.963 toneladas de carga. Pero las interrupciones por el mal tiempo se traducen en demoras en recibir o despachar cargas, donde el mayor impacto lo resienten las navieras debido a las esperas más largas.
![Muros de contención anti marejadas, en el puerto de San Antonio.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TA4KIBPTIND4PNXIYB4HV5KLFE.jpg?auth=55f55973fe013b3339aaac354af8dbf54c02456dfc4922e378c7ad54b71dce23&width=414)
Esto puede ser un contratiempo de peso en Chile, donde el costo logístico de las exportaciones representa cerca del 18% del valor final del producto, el doble que el promedio de los países Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según datos de un informe de la Cámara Marítima y Portuaria.
Por eso, no solo en San Antonio hacen millonarias inversiones para adaptar a los puertos artificiales o exteriores, la mayoría construidos el siglo pasado, a los grandes oleajes, el aumento del nivel del mar y los incrementos de tamaños de las naves de transporte marítimo, sino que también se alistan para hacerlo en otros puertos, que tienen los mismos problemas por las marejadas anormales, como, por ejemplo, el de Antofagasta, y así evitar que los cierres aumenten los costos del comercio exterior y resten competitividad.
La sombra del mal tiempo
Las marejadas, situadas como el tercer desastre de origen natural en términos de daños en el país –después de los terremotos y tsunamis–, han tenido un aumento importante en los últimos años, según Patricio Winckler, académico de la Escuela de Ingeniería Oceánica de la Universidad de Valparaíso e investigador asociado del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN).
Él, junto con otros investigadores, analizó la cantidad de marejadas entre 1980 y 2015, concluyendo que en dicho período hubo un incremento en su frecuencia e intensidad en todo el país. “Esto responde al cambio climático porque abarca un periodo de 35 años, que es suficiente para capturar una tendencia atribuible al cambio climático, más allá de la variabilidad propia del sistema”.
![Vista aérea del muro de contención, en el puerto de San Antonio.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/C3FEVWXPH5C4NGSVA7QDQXF2AE.jpg?auth=9c4baa000e6e8838b5613f3d7177cdf5b10097304874dba4364b661403a8bff0&width=414)
Su estimación es que en las siguientes décadas continúe este escenario y solo se apacigüe a fines del siglo XXI debido a un desplazamiento de las bandas climáticas hacia el sur, donde se originan estas marejadas. “Sumado al efecto de las marejadas, está el asociado al aumento del nivel del mar producto del cambio climático, que seguirá creciendo debido al derretimiento de glaciares y a la expansión térmica del océano, producto del aumento de la temperatura. Si se piensa en los puertos, las marejadas aumentarán levemente y tenderán a amainar en 50 o 60 años, por lo que la operatividad portuaria no debiera cambiar sustantivamente. Pero con un nivel del mar más alto será la infraestructura la que experimentará mayores daños, lo que se traducirá en un aumento de los costos de mantención y reparación, los que incluso hoy no son despreciables”, dice Winckler.
En el invierno, y en menor frecuencia el verano, suelen aparecer las marejadas en Chile, aunque los trabajadores portuarios ahora aseguran que no les sorprende su presencia en cualquier momento. “Hoy, Poseidón es el único que nos puede decir cuántas marejadas habrá, nosotros no”, dice el ingeniero José Aldunate, jefe de construcción y proyectos San Antonio.
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