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Patricio Domínguez: “Es difícil revertir la percepción negativa de los chilenos hacia la migración”

El nuevo presidente ejecutivo del centro de estudios independiente Espacio Público analiza cómo han cambiado las preocupaciones de los chilenos en los 10 años que llevan tomándole el pulso

Patricio Domínguez en Santiago de Chile.
Patricio Domínguez en Santiago de Chile.Cristobal Venegas
Antonia Laborde

El profesor del departamento de Ingeniería Industrial y de Sistemas de la Universidad Católica, Patricio Domínguez, asumió recientemente la presidencia ejecutiva de Espacio Público. Lo hizo justo cuando el centro de estudios independiente cumple una década tomándole el pulso a la sociedad chilena, sobre sus preocupaciones y percepciones de los grandes temas. La irrupción de la ola migratoria -que el 61% de los chilenos cree que es dañina- ha sido uno de los que han marcado el debate público y privado de la ciudadanía, acompañado de un rechazo a los extranjeros por la asociación al incremento en la delincuencia, según muestran diversas encuestas. Domínguez lamenta que cuando no existía esta vinculación, no se hicieron las políticas públicas necesarias para la correcta adaptación de los nuevos vecinos y que “es difícil revertirla”. “Los cambios que había que hacer a tiempo no los hicimos. No es lo mismo ahora tratar de proponer políticas pro migratorias cuando no vas a tener apoyo político”, sostiene.

Pregunta. Espacio Público cumplió 10 años escuchando a la ciudadanía. ¿Cómo han cambiado los temas que la preocupan?

Respuesta. Algunos se han mantenido, pero hace 10 años, por ejemplo, el tema del crecimiento económico se planteaba como una algo que ocurría porque veníamos de una larga trayectoria de crecimiento. De 1990 al 2013, un 75% de la reducción de la pobreza tiene que ver con que la gente tenía más plata y el otro 25% a que el país estaba un poquito más igualitario, se redistribuía. Después de 2013, la pregunta es cómo vamos a seguir reduciendo la pobreza cuando vía distribución es más difícil, porque hay más fricciones. Tradicionalmente fue un tema de la derecha, pero ahora es de todo el espectro político. Necesitamos entender qué pasó, si se puede volver a crecer como antes, y cuánto ha cambiado el contexto global. El Banco Mundial pone a América Latina la proyección más baja de crecimiento del mundo y nosotros somos parte de eso. Segundo tema, la migración. Tercero, el las equidades a todo nivel. Después, los problemas asociados al cambio climático y la percepción del sistema político.

P. Sobre el estancamiento en el crecimiento, usted dice que hay que pensar qué pasó. ¿Todavía no hay una respuesta?

R. Hay múltiples respuestas. A veces las personas las enfatizan, según quién quieren poner de ganador o perdedor. Pero creo que hay una cuestión evidente: pensar que se puede volver a crecer como antes, haciendo lo que se hacía antes, es un poco iluso. Hoy día hay otras preocupaciones y hay que hacerse cargo. Hay una mirada mucho más responsable, por ejemplo, con el medioambiente. Hay que entender bien cómo se conjuga eso para la generación de nuevos proyectos. Dos, con generar instituciones más igualitarias a todo nivel. Eso puede significar ajustes que tienen que hacer las empresas, la manera de pensar, cómo se organizan, etcétera. También tenemos que pensar cómo diversificar nuestra matriz productiva. Aprovechar nuestras ventajas comparativas, por ejemplo, en la energía renovable, el hidrógeno verde, el litio, que son tremenda oportunidades. Pero necesitamos un Estado ágil que las aproveche porque hay ciclos que quizás no se aprovechan y vamos a quedar frustrados.

P. ¿Cuándo empieza a aparecer la migración en sus estudios?

R. Se nos apareció muy dramáticamente en la encuesta que hacemos todos los años, que le preguntamos a la gente cómo considera la migración, si es beneficiosa o perjudicial, y la gente se dividía. Desde hace dos años la mayoría de la gente la encuentra perjudicial o dañina. Esa cuestión es complicada porque cambia el nivel de soporte político para hacer reformas. Nosotros no habíamos reflexionado lo suficiente sobre la migración porque no habíamos tenido y llegó una ola muy rápido. Al principio, la percepción era favorable y ahora cambió y es difícil revertirla. Los cambios que había que hacer a tiempo no los hicimos. No es lo mismo ahora tratar de proponer políticas pro-migratorias cuando no vas a tener apoyo político. Por otro lado, tenemos que balancear el problema. El aporte demográfico que significa la migración es extraordinario y también para el crecimiento económico que, aunque ha sido escaso en los últimos años, los que emigran lo hacen en una etapa laboral fuertemente activa. El drama es que ya cambió la percepción y estamos en el dilema de cómo revertir eso.

P. Todas las encuestas muestran una tendencia al alza en el rechazo a los migrantes. En sus estudios el 2022 se produce el punto de quiebre. ¿A qué lo vinculan?

R. Es difícil identificar un hecho que generó el quiebre, pero es una serie de cosas que fueron volcando hacia esa mirada. Una de las cosas que también ha cambiado es el vínculo entre migración y delincuencia. La gente lo identifica más. Hasta el 2018, al menos estáticamente, uno no puede identificar una correspondencia clara de que la migración haya aumentado el crimen en las zonas donde llegaron. Eso es más difícil de medir después de 2018 porque también aumenta un fenómeno nuevo que tiene que ver con la migración irregular. Lo que sí es verdad es que la percepción de la gente ha cambiado en ese sentido y es lamentable. El problema es que los que cometen delitos son una proporción pequeña, pero genera una amenaza muy grande en la población, con justa razón. Eso al final te evita pensar bien qué es lo que uno quiere hacer, porque se hace difícil la ponderación entre las cosas buenas y malas. Las malas le ganan fuertemente a las cosas buenas, pero por un tema de percepciones. Yo creo que nos farreamos esa oportunidad.

P. ¿Qué se hace?

R. Para que la migración funcione bien hay que invertir en ella. Teníamos una mirada un poco naíf de ‘bueno, llegan migrantes y se adaptan, se involucran y encuentran trabajo y funciona’. Los países que tienen buenas políticas migratorias invierten en esto, en políticas de refugiados o se preocupan de que su adaptación sea la mejor posible porque si una alternativa puede ser que haya delincuencia, no te conviene. Te conviene invertir para evitar ese resultado. La migración que hemos recibido tiene mucho que ver con una crisis que no es nuestra, es de Venezuela. Es la irresponsabilidad de los gobernantes de un país y acá hay un problema humanitario. Desafío a las personas que están hoy día promulgando mano dura a la delincuencia que traten de conocer los testimonios de las familias que llegan buscando de verdad refugio. Chile ha sido una bendición para muchas familias y esa es una cuestión de la que deberíamos estar orgullosos porque les ha permitido a ellos asentarse y han podido aportar acá.

P. ¿Y el tema de la delincuencia?

R. Naturalmente esto viene acompañado de personas que han cometido delitos y eso es delicado, entonces uno quisiera limpiar. La misma preocupación que hay en algunos grupos en Estados Unidos con la visa waiver, donde aparecen algunos chilenos cometiendo robos y hay gente que inmediatamente dice que le quiten la visa waiver a todos y nosotros decimos ‘por favor, no lo hagan porque es un grupo pequeño’. También tenemos que tratar de entender el fenómeno de la migración así. Ahora, si nosotros pensamos que la migración va a ser buena de por sí, creo que es un poco ingenuo. Uno tiene que hacer políticas sociales que permitan reducir las fricciones de ellos, que rápidamente se puedan integrar, que los niños ojalá estén el menor tiempo posible sin colegio, que las familias tengan alguna posibilidad de adaptarse. Lo que más lamento es que con el cambio de percepción la posibilidad de hacer políticas para poder invertir en migración se hacen más escasas porque se hace menos rentable apoyarlas.

P. ¿Cuál es el rol de los políticos en esto?

R. Es labor del sistema político y de los políticos educar a la ciudadanía respecto a lo que se puede hacer, de lo que es deseable y lo que es indeseable. Tienen que marcar esas líneas. No todo es deseable, no todo es estudiable como política porque hay cosas que efectivamente pasan a llevar a otras cuestiones que sí son importantes. Obviamente lo de la migración impone un desafío fundamental, pero hay mucho de esta crisis que viene de afuera. Nosotros tenemos que saber reaccionar de la mejor manera posible ante esa restricción que nos viene dada. Creo que la migración es un tema que se va a quedar en general, aunque Venezuela vuelva a ser una democracia razonable. Es probable que sigamos teniendo olas migratorias porque ya hay vínculos familiares, personas que se establecieron acá. Vamos a seguir con una población migrante alta, quizá no de Venezuela, pero hay que pensar cómo se integran.

P. Evelyn Matthei, que lidera las encuestas para las presidenciales, dijo: “No podemos permitir que entre un venezolano más” y José Antonio Kast visitó la cárcel de Bukele. En un sector se impone la mano dura.

R. Sí, pero una mirada del fenómeno migratorio muy punitiva que no se contrasta con una mirada naíf de que hay que tener fronteras abiertas. También hay que abandonar ese discurso. Hay que buscar un justo medio en esto. Primero, estudiar bien qué ha pasado para atrás. Cuánto ha significado la migración en la ola de delincuencia y desplegar todas las herramientas posibles para que el sistema judicial sea rápido y efectivo, por ejemplo, en identificar a esas personas, darles condena efectiva. Un delincuente migrante afecta a todo el grupo porque naturalmente la gente asocia a todos los que llegan con ese comportamiento. No creo que en la actitud de base de la población haya un instinto xenófobo. Eso se puede exacerbar, puede que haya un político que trate de alimentar esa sensación que está gatillada, quizás, por un episodio que ve en las noticias, pero en la cultura chilena tradicional incluso hay una apertura de los migrantes. Pero obviamente está la sensación de que se respete la ley y que quien llega acá tiene que respetarla.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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