_
_
_
_
_
Constitución Chile
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Participación ciudadana en el proceso constituyente: un camino para revalidar la política

La clave aquí está en que el Consejo Constitucional ponga oído a todas las voces y no sólo a aquellas que mejor entonan con sus miradas individuales o partidarias

Consejo Constitucional Chile
Ceremonia de instalación Consejo Constitucional en la sede del Congreso en Santiago, Chile.Cristobal Venegas

Chile atraviesa una transformación histórica con la redacción de una nueva Constitución. Ya hay un anteproyecto listo elaborado por una Comisión Experta que fue aprobado por la unanimidad de sus integrantes. Fue un hito exitosísimo en la historia política chilena. Todos los expertos fueron designados por los distintos partidos políticos que integran el actual Congreso. Fue una apuesta por la calidad (expertos), pero con diversidad política (nombramientos por partidos). El resultado: un texto de consenso que abre la puerta a todos y que avanza progresivamente hacia un Estado social de derecho. Esta combinación logró unir las posiciones más extremas desde el Partido Republicano (en el extremo derecho de la política institucional chilena) y el Partido Comunista (en el extremo izquierdo de la política institucional chilena).

Pero este éxito no dialoga con la percepción que la ciudadanía pareciera tener de este proceso. La ciudadanía está cansada –sino agotada– de este momento constituyente que ya lleva casi cuatro años. El proceso anterior encendió una luz de esperanza como nunca vista en la sociedad chilena. Esa gran esperanza se notaba en el brillo de los ojos de los manifestantes pacíficos, en la cantidad de personas que organizaban espontáneamente cabildos y encuentros de vecinos, en la masividad de reuniones espontáneas y en el colapso de las reuniones virtuales al que se sumaban cientos de interesados ya en plena pandemia. La esfera pública era constituyente. Hoy no.

Tras una profunda decepción del proceso constituyente anterior y un masivo rechazo en las urnas al texto que se propuso en el 2022, el ánimo constituyente de los ciudadanos se esfumó. Fue el fracaso de la esperanza. A una ciudadanía sin ánimo, aletargada, la ha intentado rescatar la política tradicional: se designaron expertos para la redacción del anteproyecto; se reestableció el voto obligatorio y se llamó a elecciones para un Consejo Constitucional con candidatos elegidos por los propios partidos. Ese Consejo es ahora el órgano encargado de redactar una nueva propuesta sobre la base del anteproyecto recientemente aprobado. El Consejo ya está listo para entrar a debatir. Pero ¿cómo podrá reencantarse a la ciudadanía? Un texto constituyente sin respaldo ciudadano es solo de papel. Y esto lo saben todos: expertos y políticos.

Una luz de esperanza parece abrirse. En forma sabia, en este proceso constituyente se le entregó a la Universidad de Chile y a la Pontificia Universidad Católica de Chile (las dos universidades tradicionales más prestigiosas del país) la tarea de liderar en forma conjunta la canalización de toda la participación ciudadana para incorporarla en este proceso constitucional a través de fórmulas que permitan la participación de todas las universidades acreditadas del país. Se trata de un proceso totalmente institucionalizado, con recursos, con una altísima capacidad profesional y con despliegue territorial masivo a lo largo de todo el país.

El trabajo que se ha realizado ha sido extraordinario. Entre el 7 de junio y el próximo 7 de julio se está impulsando el mes de la participación ciudadana, desplegándose distintas mecanismo, entre los cuales se encuentra la Iniciativa Popular de Norma (IPN). La importancia de este mecanismo radica en que su incorporación fue obligatoria en el diseño de este proceso constitucional y es el único mecanismo que tiene asegurada formalmente una incidencia en la discusión y deliberación al interior del Consejo Constitucional. Su diseño no partió desde cero. Se recogió toda la experiencia acumulada del proceso anterior y se adoptaron las medidas de resguardo necesarias para mejorarlo y fortalecerlo.

El resultado que se está obteniendo es muy esperanzador. Los índices de participación han superado todos los pronósticos que estaban sobre la mesa. En tan solo dos semanas, se publicaron 1.306 IPNs. En el proceso constitucional anterior –en pleno auge excitante del momento constituyente– en más de dos meses se publicaron 2.496. Sorprendente: una participación dentro de la apatía puede terminar siendo mucho más incidente que una participación dentro de la exaltación.

¿Y qué es lo que propone la ciudadanía? Al igual que en el proceso constitucional anterior, el 40% de la participación está vinculada con la regulación de los derechos (Capítulo II del Anteproyecto). Educación (76 IPNs); Vida (62 IPNs); Salud (50 IPNs) y Vivienda (28 IPNs). Un 18% de la participación está vinculada con la regulación de los fundamentos del orden constitucional en donde las IPNs mayoritarias son en los artículos que regulan la dignidad humana y el Estado social y democrático de derecho (52 IPNs); democracia y la participación política de las mujeres (31 IPNs); sobre el alcance del concepto de familia (24 IPNs); y sobre la necesidad de dar protección a los Niños Niñas y Adolescentes (21 IPNs). Todas estas iniciativas ahora están en proceso de recolección de apoyos y todas las que obtengan 10.000 firmas antes del 7 de julio, deberán ser escuchadas y deliberadas por el Consejo Constitucional.

El éxito de este proceso depende ahora del Consejo Constitucional y de la prudencia que tenga en recoger la amplia participación ciudadana que se está levantando. Es critico que la ciudadanía vea que está siendo escuchada, que se le de tramitación real y efectiva a las iniciativas populares de norma que se presenten, que se les permita exponer a sus promotores, que haya genuina deliberación sobre el contenido de ellas y que exista una adecuada devolución a la ciudadanía. Este Consejo Constitucional no puede ignorar la participación ciudadana: ya tiene un anteproyecto elaborado por expertos que tuvieron a la mano la recopilación de todos los procesos participativos previos.

La nueva participación que está hoy siendo recogida por las universidades de Chile será sistematizada por expertos y entregada en tiempo oportuno al Consejo Constitucional en forma previa a sus deliberaciones. La clave aquí está en que el Consejo y todos sus integrantes pongan oído a todas las voces y no sólo a aquellas que mejor entonan con sus miradas individuales o partidarias. El desafío está en seguir acercando el proceso a la ciudadanía y que ese ejercicio sea genuino. Solo así, Chile podrá terminar en forma exitosa su proceso constituyente y de paso revalidar a la política tradicional del país. No hay margen para un nuevo fracaso.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_