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Sobornos y plagios en la catedral de Barcelona

La Pia Almoina expone la polémica y los conflictos de intereses que se vivieron en el siglo XIX en la construcción de la fachada neogótica del principal templo de la ciudad

La fachada de la catedral de Barcelona, uno de los edificios más fotografiados de la ciudad.
La fachada de la catedral de Barcelona, uno de los edificios más fotografiados de la ciudad.Albert Garcia
José Ángel Montañés

La fachada gótica de la catedral de Barcelona, el edificio gótico más importante de la ciudad, no es gótica; es una obra que se construyó a finales del siglo XIX, aunque pocos barceloneses lo saben, y casi ninguno de los miles de turistas que la fotografían a diario, tampoco. Cuesta creerlo, pero este enorme telón de piedra que le da carácter a la catedral de Barcelona es fruto del interés de un rico banquero y político, Manuel Girona, que proporcionó los recursos para levantarla, después de no encontrar el respaldo de ninguna institución. Con su acción y la de su familia se pudo terminar el edificio inconcluso desde comienzos del siglo XV por falta de medios. 

Cómo se llevaron a cabo estos trabajos, los intereses de sus protagonistas, las argucias de los promotores y los problemas con que se encontró una obra así, se explican en la exposición Vallmitjana y la fachada de la catedral, inaugurada en la Pia Almoina (hasta el 1 de abril). En este edificio situado junto al principal templo de la ciudad (con permiso de la Sagrada Familia) se explica, también, el papel que la familia Vallmitjana —escultores que revolucionaron la escultura catalana alrededor de 1900—, desempeñaron en la nueva fachada y cómo tuvieron que someter sus trabajos a los criterios que impuso Madrid para ser aceptados.

La fachada original de la catedral de Barcelona hasta finales del siglo XIX.
La fachada original de la catedral de Barcelona hasta finales del siglo XIX.

Hasta hace un siglo la catedral de Barcelona contaba con una fachada sin ornamentos, lejos de la importancia y la riqueza del resto del conjunto; algo que desmerecía a una ciudad que no paraba de crecer y de atraer a nuevos ciudadanos. Fue entonces cuando se generó la necesidad de dotarla de una fachada de importancia siguiendo la traza que había hecho en 1408 Carles Galters de Rouen, el Maestre Carlí. Y ahí entra Manuel Girona, que presentó un proyecto propio, aunque solo había estudiado un año de arquitectura en Madrid, que harían el arquitecto municipal Josep Oriol Mestres y su ayudante August Font. Su propuesta, inspirada en el gótico mediterráneo, acorde con el resto del templo y los demás ejemplos de la época de la ciudad, fue la que recibió el respaldo en 1887 de la Academia de Bellas Artes de Madrid.

Diseño firmado por Manuel Girona para la catedral de Barcelona que ganó el concurso.
Diseño firmado por Manuel Girona para la catedral de Barcelona que ganó el concurso.

Pero el proyecto por el que apostó la ciudad fue otro; el de Joan Martorell, por entonces arquitecto de Eusebi Güell, que creó una fachada neogótica, vertical, ornamental y preciosista, que remataba con una aguja colosal.

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Proyecto de Joan Martorell para la fachada de la catedral de Barcelona, delineado por Gaudí.
Proyecto de Joan Martorell para la fachada de la catedral de Barcelona, delineado por Gaudí.

La polémica estaba servida, por lo que se generó un fuerte debate entre los barceloneses y en la prensa, como evidencian los recortes de diarios que pueden verse en la exposición, así como las cartas cruzadas entre arquitectos, cabildo y promotores. En la muestra puede verse el proyecto de Martorell delineado por Antoni Gaudí y una inscripción realizada por Lluís Domènech i Montaner, alumnos y colaboradores suyos. Para promocionarlo frente a las otras opciones, Eusebi Güell no dudó en pagar la impresión del dibujo y regalarlo con la revista La Reinaxença. También se le acusó de querer dar (sobornar) 20.000 duros al cabildo para que este saliera adelante.

Tras varias modificaciones, el proyecto que se materializó fue una síntesis del de Mestres y el de Martorell, tras copiar las dos torres laterales, un friso de arcos ciegos y un cimborrio de 90 metros, siete menos que el de Martorell, que no estaban en el original.

Ganó el proyecto de Josep Mestres que, al final, copió el Joan Martorell
La fachada del templo se acabó en 1898 y el enorme cimborrio en 1912

La segunda parte de la muestra comisariada por Cristina Rodríguez y Natàlia Esquinas, de la Universidad de Barcelona, que colabora con el Museu Diocesà en su organización, está dedicada al programa escultórico de la fachada, que cuenta con más de 33 esculturas, en las que además de las 21 figuras que realizó Agapit Vallmitjana i Barbany —El Cristo y los 12 apóstoles, todos de 1,80 de altura, y ocho rostros de la parte superior—, intervinieron Eduard Batiste, Agustí Querol, Joan Roig, Francesc Pagès, Pere Carbonell y Rafael Atché, creando imágenes de los santos cuya advocación está presente en el interior del templo. Todas tuvieron que respetar las condiciones, impuestas también por Madrid, de que estas esculturas tendrían que remitir al arte cristiano del siglo XIV y XV.

En la muestra se explica, por primera vez, la atribución correcta de todas estas esculturas, y cómo no siempre la propuesta inicial fue la que se acabó haciendo, sino que hubo que ir “modificándolas para cumplir con los requisitos de convencionalismo y apariencia gótica”, explica Rodríguez. Uno de ellos no lo consiguió: “Félix Ferrer recibió el encargo de hacer a Santa Eulalia, San Roque y San Félix, pero la Academia de Madrid rechazó los esbozos por rígidos y falta de atributos y estos santos se acabaron encargando a dos escultores distintos”, explica.

Los trabajos terminaron en 1898 y en 1905 falleció Girona sin poder ver terminado el cimborrio que siguieron pagando sus hijos hasta 1912. Pese a no poder ver terminada su empresa, Girona sigue vinculado con el templo. Tras morir fue enterrado en un mausoleo en el claustro, aunque la mayoría de los visitantes del edificio (2,5 millones al año) no se percatan. Es lo mismo que les ocurre cuando fotografían la fachada pensando que es gótica, sin saber que tiene poco más de cien años.

Mapa escultórico de la fachada de la catedral de Barcelona.
Mapa escultórico de la fachada de la catedral de Barcelona.Museu Diocesà de Barcelona

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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