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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mejor un coreano que una negra

En un año de muy buena cosecha de la industria norteamericana y sus adláteres, va y resulta que gana de forma incontestable un film de una cultura y un país que aquí y allí llamamos exóticos

Mercè Ibarz
Hildur Guðnadóttir con su Oscar a la mejor banda sonora.
Hildur Guðnadóttir con su Oscar a la mejor banda sonora.EP

Pues quizá sí, miren. Tal vez ha empezado la revolución en Hollywood según escribe el siempre ponderado y a menudo escéptico Quim Casas, a quien sigo desde el inicio de los tiempos. Se refiere, claro, a las estatuillas de Parásitos, el film del surcoreano Bon Joon-ho. En un año de muy buena cosecha de la industria norteamericana y sus adláteres, va y resulta que gana de forma incontestable (los tres mayores galardones, nada menos) un film de una cultura y un país que aquí y allí llamamos exóticos. En versión original subtitulada, lo que en las tierras de horizontes enormes es el mayor de los exotismos. “Nunca se había visto algo así”, argumenta el crítico Casas y remacha: “Hollywood ha empezado la revolución, aunque sea para dar respuesta a los escándalos y convulsiones sufridas en los últimos tiempos. En un giro histórico hacia la modernidad, ya es capaz de entender que fuera también se hace un cine digno de ser apoyado con sus premios más valiosos”.

Algo de eso hay, supongo, algo en efecto extraordinario que yo misma he experimentado: es la primera vez en siglos que me voy rauda al cine el mismo día del gordo cinematográfico. Tenía que verlo con mis ojos. Y sí.

Del argumento de quien es uno de mis críticos de cabecera retengo este matiz, revolución ‘aunque sea para dar respuesta a los escándalos y convulsiones sufridas en los últimos tiempos’. Los sabidos escándalos y las conocidas convulsiones derivados de lo que ya a estas alturas sabemos hasta el moño: misoginia, machismo, racismo, si es que no son la misma cosa, que a menudo parece que sí. Puedes separar misoginia y machismo de la tercera palabra, racismo, pero no si eres negra, incluso negro, y la población negra no es en el planeta precisamente minoritaria.

Mejor coreano que negro, puede que se dijeran los blancos del cotarro. Y el siempre al quite negro muy negro Spike Lee, elegante eterno, así lo dijo al equipo de Joon-ho en la fiesta: “lo que habéis conseguido es his-tó-ri-co”.

Lo de revolución es un concepto grandioso que, bueno, vale como gancho periodístico para subrayar la excepcionalidad del palmarés, pero mejor no mentarla en vano. Igual lo de la otra noche es más bien una tapadera. “Para dar respuesta a los escándalos y convulsiones sufridas en los últimos tiempos”. Habrá que verlo, que es algo más que una tapadera de obsolescencia programada. El año pasado se premió con todos los honores una suerte de peli racista bonachona, la del músico negro y el chofer blanco, y al parecer Hollywood no piensa superar esta frontera. Mejor coreano que negro. 

Más aún: mejor un coreano que una negra. Melina Matsoukas, cineasta que promete armar tanto alboroto con su cine como el que ha logrado con sus vídeos para las divas negras Beyoncé y Rihanna, no ha estado siquiera nominada. Su peli Queen & Slim, guión de Lena Waithe, sigue las peripecias de la pareja del título para hacer resurgir cuatro siglos de la historia de los descendientes de los africanos deportados a Estados Unidos. También es una road-movie, pero nada de nada, ninguna nominación en ninguna categoría.

Son matices, me dirán, no cargues contra Parásitos, y no lo hago, ya digo que fui corriendo el lunes a verla y fue un acierto. Pero una cosa no quita la otra. Los concursos tienen eso, mucha geopolítica, incluso geopoética.

La noche no solo me hizo ir al cine al día siguiente, sino que habré de repetir. Anoto: ver Joker, una historia que ni me va ni me viene recomendada mucho por una amiga y que hasta ahora había desechado. Pero la música es de ¡Hildur Guonadóttir! Mujer, haberlo dicho antes. La islandesa afincada en Berlín es la primera compositora que gana un Oscar a la banda sonora. Sí, no lo había ganado ninguna en las noventa y dos ediciones hasta ahora. 

Dijo y casi cantó esta música de 37 años al recoger el premio: “A las niñas, a las mujeres, a las madres, a las hijas que sentís la música en burbujeo en vuestro interior, por favor, hablad alto, necesitamos escuchar vuestra voz”.

Llevo oyendo sus piezas y canciones para la peli en YouTube desde que lo sé (también hay extractos de su banda sonora para la serie Chernobyl). Y en cuanto acabe este artículo y lo deje listo para publicar me voy a ver al pobre Joker. Por la Hildur (este es su apellido, el otro nombre impronunciable es el de pila, los islandeses lo hacen así). Y veré la peli de la Matsoukas, a punto de estreno aquí. Por la Hildur, alzo la copa. Y me siento a esperar más cambios y no meros recambios, que diría la gran Núria Pompeia.

Mercè Ibarz es escritora y crítica cultural

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