Las escuelas de música, las grandes olvidadas
El presupuesto de Educación aumenta un 17% pero congela las partidas de estos centros, que mantienen las de 2017
Los presupuestos de Educación para este 2020 prevén un aumento general del 17,6%. Casi todas las partidas suben: becas, nómina de profesorado, conciertos escolares… e incluso reaparece la de las guarderías. Sin embargo, no crece la que financia los conservatorios, las escuelas de música y las de danza, que queda congelada en 12,1 millones, igual que en los últimos presupuestos (2017). En la última década estos centros han sufrido recortes constantes de la subvención, pero han logrado sobrevivir con el esfuerzo económico de ayuntamientos y familias y reinventándose para atraer a más alumnos.
Conservatorios y escuelas de música y danza vivieron su mejor momento de financiación en 2010, cuando la Generalitat destinó casi 30 millones. El monto cayó en picado con los recortes hasta desaparecer dos años, en 2014 y 2015. Pero el modelo de subvención también ha cambiado: si antes de la crisis Educación aportaba anualmente 600 euros por alumno, ahora son 135 euros y está vinculada a la actividad que ofrezca la escuela, por ejemplo, si hay un retorno social. Carles Farràs, presidente de la Asociación Catalana de Escuelas de Música asegura que no está satisfecho con la congelación de fondos, pero se muestra esperanzado: “La actitud de Educación no es la misma que durante los recortes, vemos que en breve podemos recuperar la financiación. No es lo mejor del mundo, pero es que hace pocos años estábamos a cero”.
La fuga de recursos de la Generalitat la suplieron Ayuntamientos y familias. Un estudio de la Diputación de Barcelona refleja cómo ha cambiado el reparto de la financiación: en 2008, el 47% del coste lo asumían los Ayuntamientos, la Generalitat pagaba el 28% y las familias, el 25%. Una década después, los Consistorios asumían un 61%; la administración supralocal, un 1,5% y las familias, un 37,5%.
Con este panorama, las escuelas han sobrevivido a base de reinventarse. Hubo medidas dolorosas, como el aumento de cuotas generalizado, que en algunos casos supuso una pérdida de alumnos; el recorte del horario y sueldo de los profesores, algunos despidos e, incluso algún cierre, como en Moià. En Igualada sufrieron casi todas estas consecuencias. En 2011 realizaron una auditoría para reducir el coste al máximo, sobre todo porque la salud económica del Ayuntamiento no era la más boyante. “El problema es que el anuncio de los recortes de la Generalitat llegó tarde, cuando la planificación anual ya estaba hecha, así que se iba haciendo un agujero que el Ayuntamiento tuvo que ir tapando”, sostiene Maria Queralt Martí, directora de la escuela de música y conservatorio municipal de Igualada.
Pero no todo fue sombrío. El Prat de Llobregat desafió la crisis y abrió su escuela de música municipal en 2014. “Mucha gente se sorprendió por el momento en que lo impulsamos, pero era un proyecto necesario”, asegura Pilar Eslava, tenienta de alcalde de Educación. En ese momento, el Prat era el municipio de más de 50.000 habitantes sin escuela de música municipal y el Ayuntamiento, con buena salud económica, invirtió 1,2 millones en su construcción. El centro arrancó con casi medio millar de estudiantes, que actualmente ha doblado. Además, cuenta con 1.500 alumnos de primaria que participan en proyectos en colegios para crear orquestas. “La escuela está diseñada en base a la democratización de acceso de toda la población y de proyectos comunitarios. Además, defendemos un modelo de enseñanza vivencial, de aprender a tocar un instrumento de oída, y no con el solfeo”, defiende Jordi Umbert, director de la escuela, que desde hace dos años incorpora también enseñanzas de teatro y danza.
La renovación pedagógica es otro de los efectos colaterales de la crisis. “Las escuelas se han reinventado siguiendo varias estrategias: desde hacer clases más numerosas, implantar trabajos comunitarios para abrirse al municipio e intentar captar nuevos alumnos con cursos más cortos”, detalla Farràs, quien subraya que, después de una década, las escuelas de música ya no son como antes. “Han salido fortalecidas y han hecho de la necesidad una virtud”. Farràs añade que, una vez superado el primer revés de los recortes, vivieron su mejor momento en 2014. “Fue el mejor momento de la enseñanza musical porque es cuando más horas lectivas se hicieron, más alumnos había y más especialidades”. Las escuelas de música cuentan con 38.000 alumnos menores de 18 años, cuando hace una década eran 30.000.
Más recursos
Por su parte, los Ayuntamientos piden más recursos y se quejan del retraso de dos años en los pagos. “A veces no se le da tanta importancia a la Cultura, pero Educación y Cultura van de la mano y hay que darle la importancia que merece. Si no, no mejoraremos la sociedad”, lamenta la concejal de El Prat. Su homóloga de Igualada, Marisa Vila, considera “negativo” la congelación de fondos, pero entiende que la Generalitat deba priorizar. La Asociación Catalana de Municipios minimiza la congelación. “Los ayuntamientos podrán distribuir entre otros servicios el aumento de recursos que tendrán con las guarderías. Había que priorizar las guarderías porque todos los municipios tienen una, en cambio las escuelas de música solo están en los grandes”, sostiene Josep Berga, su responsable del área Cultura. Educación defiende que los presupuestos “garantizan la continuidad de la partida” de las escuelas de música y que la prioridad ahora eran las guarderías, la escuela inclusiva y las becas. Y añaden que trabajan para corregir los retrasos.
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