Puigdemont: “El realismo político obliga a que no me ignoren en la mesa de diálogo”
El eurodiputado y expresidente de la Generalitat insiste en que la negociación tiene que ser sobre el derecho a la autodeterminación
Hace 814 días que el expresidente catalán Carles Puigdemont (Amer, Girona, 57 años) huyó de la justicia después de que el Parlament declarara unilateralmente la independencia y el Gobierno de Mariano Rajoy aplicara el artículo 155 de la Constitución. Entonces ningún país reconoció ni el referéndum del 1-O ni esa declaración. Desde su residencia de Waterloo (Bélgica), Puigdemont ha tratado de ser la voz del procés en Europa y desde hace una semana tiene un altavoz más potente. Es europarlamentario gracias al caso Junqueras, aunque la Cámara debe decidir ahora si le retira la inmunidad. Puigdemont recibe a EL PAÍS en su nueva oficina, pequeña, solo con tres sillas, un escritorio y una vista forzada al río Ill. No descarta ninguna opción electoral y quiere condicionar el diálogo abierto entre PSOE y ERC. “Excluirnos no es inteligente”, dice.
Pregunta. ¿El escaño le servirá para recuperar proyección y la interlocución que ha perdido con el mundo no independentista?
Respuesta. Es el mundo no independentista el que ha perdido la capacidad de interlocutar conmigo, siempre he estado a disposición. Recuerdo que cuando vino Inés Arrimadas abrí la puerta, y nada. Ahora tenemos una oportunidad que aprovechar.
P. ¿La mesa de diálogo?
R. El diálogo tiene que poder responder a los problemas. Si no, es una tertulia. Tenemos un problema desde hace tiempo: una parte muy importante de la sociedad catalana quiere votar sobre su futuro. Para decidir lo que sea, pero votando. Ese es el problema que hay que resolver.
P. El acuerdo entre PSOE y ERC ya prevé que se votará aquello que se pacte.
R. Los Gobiernos pueden resolver una parte pequeña del problema, en el marco de sus competencias, pero una verdadera mesa de diálogo tiene que tener la amplísima representación de los movimientos y partidos que quieren un referéndum de autodeterminación. Lo otro son avances que estamos encantados de que ocurran.
P. ¿Cuál será el papel de Junts per Catalunya en la mesa?
R. Siempre hemos estado abiertos al diálogo. De la mesa criticamos que nadie, ni Junts per Catalunya ni ERC, tiene la legitimidad para actuar en nombre de todo el independentismo. Y no se pueden crear unas condiciones marco para un diálogo entre Gobiernos con una parte significativa de uno de los Ejecutivos, incluida su presidencia, que no está al corriente. Eso es un error grave que mina la confianza. Dicho eso, todos los espacios que sean útiles tenemos que recorrerlos. ¿En qué condiciones? En las que creamos nosotros también. De acompañantes no iremos.
P. Por ejemplo, ¿que usted sea reconocido como un interlocutor y se siente en esa mesa?
R. Es evidente que yo soy uno de los interlocutores válidos. Fui votado por más de un millón de personas en las elecciones europeas. Si quieren actuar con realismo político, no pueden ignorar lo que represento. Tienen que contar sí o sí con la interlocución de Junts per Catalunya. Excluirnos no es inteligente.
P. Por tanto, ¿es una condición?
R. Es que, si no, no estamos hablando de un diálogo para resolver el conflicto, sino de un acuerdo, muy lícito, entre dos partidos.
P. En campaña su partido firmó con BNG, Bildu y ERC una declaración en defensa de la autodeterminación. Ahora esas formaciones han decidido dar una oportunidad a Pedro Sánchez con la abstención o su apoyo. ¿Se sienten solos?
R. En absoluto. Crecimos en votos, porcentaje, diputados y senadores. Las encuestas muestran que esa tendencia se está consolidando. Hay una parte muy importante de catalanes que cree necesario que haya una formación que defienda lo que nos ha llevado aquí. La gente sigue movilizada, las mayorías políticas siguen existiendo… En las últimas elecciones europeas era casi de un 50%. Lejos de ser un suflé, el movimiento se mantiene.
P. Y posteriormente, en las elecciones generales lograron el 42,5% de los votos. Nunca han logrado superar el 50%…
R. Estoy de acuerdo. Aun así, en unas españolas es un resultado muy alto. Estamos cerca. La pregunta es qué haremos cuando superemos ese 50%. Trabajamos para ese escenario, porque eso ocurrirá, es evidente: llevamos más de dos años de represión y el Estado español ha sido incapaz de poner sobre la mesa una propuesta atractiva frente a la independencia.
P. ¿Por qué se puede pactar con los socialistas en la Diputación de Barcelona y no en el Gobierno de España?
R. Dijimos que defenderíamos en el mundo local la libertad de los grupos municipales para tomar sus decisiones. En los Ayuntamientos, todo el mundo hace los pactos que puede. Y no solo nosotros: ERC nos ha desalojado de lugares donde habíamos ganado.
P. La Diputación es una institución con un mayor peso político…
R. Allí el PSC ganó las elecciones. Que es un detalle no menor. Segundo, la alternativa a un Gobierno del PSC era una alianza de ERC con los comunes que pasaba por excluirnos a nosotros. Y entre la opción de quedarte en la oposición y la de poder gobernar y hacer nuestras políticas, la duda estaba resuelta.
P. ¿Eso lo entiende el votante independentista cuando, desde los partidos, no dejan de llamar a la unidad sin practicarla?
R. Mi llamamiento a la unidad es muy claro y explícito. Lo hicimos para las europeas y para el Ayuntamiento de Barcelona. Le ofrecí a Oriol Junqueras ser el número uno en las europeas. Más explícito no puedo ser. Es evidente que no me gusta el pacto de la Diputación, pero es una consecuencia de no haber planteado una unidad. Hay un clamor transversal de unidad que las expresiones políticas no acaban de cristalizar.
P. Hay partidos que han respaldado el Gobierno de coalición de Sánchez para evitar el ascenso de la extrema derecha y hay quien piensa que ustedes están en la posición del “cuanto peor, mejor”.
R. No hemos dicho nunca eso.
P. Pero sí hemos oído al exconsejero Toni Comín pedir el desgaste económico para favorecer el terreno a la independencia.
R. Nosotros a la política española íbamos con un programa y un discurso muy claros. Queremos una resolución negociada de este conflicto. Y esta negociación se ha de basar en el derecho a la autodeterminación. Si el Estado español no acepta esto, no renunciaremos a nuestros postulados.
P. ¿No hay otras opciones al derecho a la autodeterminación?
R. Estos 42 años ha habido muchas opciones. La vía para mejorar el autogobierno ya estuvo ahí. Recuerdo el desgaste con el debate estatutario. Ese esfuerzo colosal se hizo y nos hemos dejado muchas plumas en ese viaje.
P. Pero el último estudio del CEO [el CIS catalán] dice que el 55% de los catalanes quiere una solución con un encaje dentro de España…
R. Eso depende de las encuestas. Pero es evidente que si preguntas a la gente si quiere problemas o soluciones, evidentemente, optará por las soluciones. No estaríamos aquí si el Estatuto se hubiera respetado. Yo ya era independentista entonces. Pero estaba dispuesto y vi el esfuerzo de todos en 2005 porque creí que eso podía resolver el problema para una generación.
"Hoy no sería candidato a la presidencia de la Generalitat"
Pregunta. ¿Será candidato a las elecciones catalanas?
Respuesta. En principio, no.
P. ¿Eso qué significa?
R. Si tuviera que decidirlo hoy, no. Dije que no sería candidato a las europeas y cambié de criterio porque había circunstancias y posibilidades reales de ser eurodiputado. Como cada semana cambian las cosas, he de ser prudente.
P. ¿Qué ha ganado Cataluña con su lucha estos dos años?
R. Mantuvimos la legitimidad y la continuidad de la institución en el exilio, tras el intento de liquidación del 155. Somos fieles al mandato del 1-O. Hemos internacionalizado el conflicto, hasta el punto de que el Gobierno ha tenido que hacer una campaña para contrarrestarnos.
P. ¿Pero eso ha servido para mejorar la vida de los catalanes?
R. Lo que no mejora la vida es la tozudez del Gobierno español de no querer resolver los problemas. Lo que ha perjudicado la vida los catalanes es el 155. Si se perjudica la democracia se perjudica la calidad de vida de nuestra gente. Plantar cara es una manera de defender los intereses del conjunto de los catalanes, piensen lo que piensen.
P. Algunos sostienen que su objetivo final en 2017 era forzar una negociación con el Estado. ¿Sigue ahí?
R. Yo intenté dos cosas el 10 y el 27 de octubre, habilitar unas supuestas ventanas de diálogo con el Gobierno, que resultaron falsas. Nunca frené ni hice un uso tacticista de la independencia.
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