Aplazado hasta febrero el juicio a ‘la reina de la coca’
La narcotraficante fue intervenida quirúrgicamente de urgencia el domingo
El destino de una de las mayores narcotraficantes de España seguirá siendo un misterio, al menos hasta el mes que viene. El juicio contra la reina de la coca en Madrid ha quedado aplazado hasta febrero. Ana María Cameno debía ser juzgada este martes en la Audiencia Nacional por liderar la venta de 100 kilos de cocaína en el año 2014, un negocio que le iba a reportar unas ganancias millonarias a ella y a su banda. Pero la vista tuvo que suspenderse por sus problemas de salud, según explicaron fuentes judiciales. Cameno fue intervenida quirúrgicamente de urgencia el domingo. Según su defensa, no estaba preparada para someterse al estrés del juicio.
La narcotraficante, una burgalesa de una familia acomodada de militares, abogados y arquitectos, debía de sentarse en el banquillo de la Audiencia Nacional, en su sede de San Fernando de Henares. Sobre las 10.30 sus abogados entraron en la sala para informar de que por problemas de salud no podía acudir a un juicio que ha generado mucha expectación. La mujer, de 47 años, ha estado involucrada en el negocio de la droga desde su juventud y desde hace más de una década la policía antidroga cree que es una destacada cabecilla en un mundo de hombres. Llegó a la cúspide sin violencia y prácticamente desde la nada, sin contactos en el mundo del hampa. Tras una breve deliberación del tribunal, la nueva fecha del juicio ha quedado fijada para el 10 de febrero, lunes.
Cameno, de quien se sabe que consultaba a santeros la suerte de las operaciones en las que se involucraba, está acusada de dirigir en todas sus fases, desde la compra en origen hasta la venta al cliente, un cargamento de droga valorado en 15 millones de euros. Blanqueaba el dinero a través de transferencias a entidades financieras de Panamá. La fiscalía pide para ella 24 años de prisión por un delito contra la salud pública, otro por blanqueo de capitales y uno más por tenencia ilícita de armas. Para su pareja, Ramón Mora, se solicitan 21 años de reclusión. Hay otros 11 acusados de la organización que supuestamente lideraba la pareja y que también serán juzgados dentro de un mes.
La acusación sostiene que Cameno y Mora llevaban, antes de ser detenidos, un nivel de vida que no correspondía con sus ingresos. De hecho, ella llevaba sin tener trabajo dos años. Sin embargo, compraban coches de lujo, casas y llevaban encima grandes cantidades en efectivo. La Guardia Civil tiene acreditado que compraron en esas fechas joyas por valor de más de 50.000 euros en tiendas de alto standing. La reina de la coca fue detenida en un chalé en 2014. Allí, según el periódico La Razón, dijo que ese alijo de droga que tenía entre manos era su golpe antes de la jubilación. “Iba a retirarme”, lamentó mientras la esposaban. En un coche aparcado en la finca la policía encontró 37 kilos de cocaína, cuyo precio de mercado en la calle es de 5,9 millones de euros. La mujer llevaba encima, escondida en la ropa interior, 87.000 euros. Se los entregó al agente que estaba a punto de cachearla. En esa ocasión las divinidades a las que se encomendaba debieron de darle la espalda. En una de sus mansiones se encontró un altar en honor a Obtalá y Xangó, dos dioses de la santería cubana. Les rezaba para que el cargamento de coca llegara sin problemas.
Su detención, después de dos años de investigación policial, abortó una operación en marcha para mover un centenar de kilos de cocaína por toda España. Significaba que la reina de la coca, que ya había estado en la cárcel acusada de narcotráfico y santería, no había abandonado el oficio. Estudió en uno de los mejores colegios de Burgos, pero estuvo bajo el radar de la policía desde muy joven por vender droga a bordo de una Harley Davidson. La verdad es que levantó de la nada un imperio. Cuando fue detenida por última vez planeaba crear el mayor laboratorio de cocaína de Europa. No parecía el retiro dorado de una jubilada.
La reina de la coca salió de la cárcel en 2013. Apenas un año después, la policía interviene una llamada telefónica en la que la escucha hablando en clave. No tienen ninguna duda: ha vuelto al negocio. Vive en un ático de lujo en Majadahonda y se desplaza en un Mercedes rojo de alta gama. Sigue reuniéndose con mafiosos relacionados con el mundo de la droga en párkings y cafeterías. Los investigadores creen que todavía tiene una deuda con proveedores colombianos. Les debe cinco millones de euros. Recibe amenazas y ella se afana en encontrar el dinero y prepara el cargamento. Descuida su seguridad, pese a que sabe que la policía la sigue y le tiene el teléfono pinchado. La mañana que vuelve de la peluquería de teñirse y hacerse las uñas escucha ruidos. Es la policía que viene a detenerla de nuevo. En febrero será juzgada.
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