Madrid le cae muy bien al Gordo de la Lotería de Navidad
La región ha conseguido 81 primeros premios del sorteo extraordinario y casi duplica a Barcelona, su inmediato perseguidor
Si hay una región afortunada con el Gordo del sorteo extraordinario de Navidad, esa es sin duda Madrid. En los 207 años que se viene celebrando este sorteo, la fortuna ha sonreído a esta provincia en 81 ocasiones, la última hace tan solo un año. Lejos queda su inmediata perseguidora, Barcelona, con 48 Gordos en este sorteo. Los matemáticos y estadísticos afirman que se trata de una mayor venta de décimos y que muchos de ellos pueden viajar a otras poblaciones lejanas e incluso al extranjero. Eso sí, el volumen de las ventas no se corresponde muchas veces con los beneficios obtenidos. O eso parece al principio.
La Lotería Nacional se instauró en 1812 en Cádiz. Solo dos años después, el organismo ahora dependiente del Ministerio de Economía y Hacienda trasladó su sede a la capital madrileña. Desde entonces, la suerte le ha sonreído. El primer Gordo que cayó en Madrid fue en 1816, con el mítico número 34.503. Desde entonces, el goteo de primeros premios ha sido incesante.
Uno de los sorteos con mayor repercusión fue el que cayó en Parla en 1985, cuando el 63369 dejó 1.020 millones de pesetas (unos seis millones de euros). La administración de lotería Don Quijote, en pleno centro de la localidad, dejaba una cantidad importante de dinero en un municipio obrero que entonces tenía un 30% de desempleo y que estaba en pleno desarrollo, con graves carencias dotacionales. El número se vendió por ventanilla y a través de pequeñas participaciones que distribuyeron dos quiosqueros. Esta administración, abierta hace 40 años, tenía a mediodía de ayer cola de clientes que ultimaban para comprar los décimos. También repartió hace unos años el primer premio del Gordo del sorteo del Niño.
El solicitado 22222
“Mañana [por hoy] las colas serán mucho más grandes. Los compradores esperan al último momento para venir antes de que devolvamos los décimos”, explicó una de las empleadas, Elisa Parra. Solo este punto de venta ha tenido depositados tres millones de euros en billetes. Uno de los más solicitados es un número que tienen en exclusiva todo el año: el 22222. El resto del año prácticamente ni se vende, al tener todos los números repetidos.
“Hemos llevado una mañana de locos. Ha debido de haber una pitonisa que ha pronosticado que iba a tocar el 86098, un número que lo tenemos íntegro, y no hemos parado de recibir llamadas en las que nos pedían comprarlo”, añadía Parra. Las terminaciones más solicitadas en este punto de venta son la 13, la 15 y la 69. De hecho, la primera ya se había terminado, pero la gente continuaba pidiéndola.
Uno de los premios más sonados fue el que cayó en Alcorcón en 1990. La Administración número 8 La Mexicana, regentada por Beatriz Díaz Ayala, vendió 40 series del 32522 en el barrio de San José de Valderas. La mayoría fueron repartidas en participaciones por el club de baloncesto Base Alcorcón, lo que motivó que esa lluvia de 10.000 millones de pesetas (60 millones de euros) estuviera muy repartida. Justo 20 años después, en 2010, repartió también una serie del primer premio del sorteo de Navidad, que recayó en el 79250.
Esta administración continúa abierta. El pasado miércoles tenía cola de clientes para adquirir décimos del sorteo de mañana. Ahora la dirige el hijo de Beatriz, Agustín Rubia, de 43 años y con 27 en este local. “Hay gente a la que le ha solucionado la vida y otros, por el contrario, que se lo han gastado todo en poco tiempo”, reconoce este lotero. “Sabemos incluso de casos de gente que se ha separado. Una mujer le montó una buena escena a su novio en una sucursal bancaria, porque este ingresó el premio y no la dio nada”, describe Rubia. Su hermana también regenta otra administración en Alcorcón, que repartió 40 millones de euros en 2013. Una peluquería, situada en la zona sur del municipio, lo distribuyó en papeletas, por lo que el premio resultó muy repartido.
En cinco años arruinados
Diversos estudios demuestran que gran parte de los agraciados en un sorteo de la lotería como el de mañana quedan arruinados a los cinco años. Así lo explica la profesora de estudios económicos y empresa de la Univesidad Oberta de Cataluña (UOC), Elizabeth Ruiz Dotras. “La gente no asocia ese dinero a un esfuerzo en conseguirlo. No piensan en ahorrarlo y suelen gastarlo en poco tiempo”.
La profesora aconseja a los afortunados que se dejen asesorar por un experto profesional y que no hagan compras “a lo loco”. “No valen ni los bancos, que van a ir a vender su producto, ni los amigos ni los familiares. Hay que ser prudentes”, mantiene Ruiz.
La suerte ha hecho que algunas empresas que pasaban por dificultades vieran cómo cambiaban sus problemas. Así ocurrió en 2009, cuando el 78294 agració a cientos de empleados de Viajes Marsans, que lo reservaron íntegro en la administración número 146, situada en el 201 de la calle de Bravo Murillo, en pleno distrito de Tetuán. Dos días antes, otra empresa del entonces presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, Air Comet, anunciaba su cierre, el concurso de acreedores y el despido de la plantilla.
Otro enorme pellizco llegó cinco años más tarde, en 2014, cuando la capital recibió 500 millones de euros a través del 13437 vendido en la administración número 79, en la calle de Zurbano. En total despacharon 118 de las 160 series de un Gordo que se hizo esperar. Tardó más de cuatro horas en salir y lo hizo casi al final del sorteo, en el noveno alambre de la novena y penúltima tabla. Solo los 34 empleados del Museo de Cera se llevaron 64 millones. David, un joven trabajador de este centro, lo eligió porque terminaba en 7, el mismo que el cumpleaños de su novia.
Entonces, ¿es Madrid una región con suerte? Si uno se queda con los datos de las veces que ha caído en ella el gordo, la respuesta solo podría ser que sí. Un análisis más detallado desmonta gran parte de ese mito. Los datos del sorteo de 2018 (los de este año se cerrarán esta noche) recogieron que se vendieron 2.819 millones de euros, de los que 475 corresponden a las administraciones de la Comunidad de Madrid. Eso supondría que cada madrileño se habría gastado de media 73,2 euros en este sorteo.
Sin embargo, gran parte de esos décimos han viajado al exterior. Puntos de venta muy conocidos, como doña Manolita, tienen largas colas desde que salen a la venta los décimos de este sorteo. Muchos compradores reconocen que son de fuera y que aprovechan su estancia en la capital para comprar y para cumplir con encargos de familiares y amigos.
Además, la probabilidad se encuentra a favor de Madrid. Si se juega más, hay más probabilidades de que el premio también caiga aquí, según explica la profesora de estudios económicos y empresa de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC), Elizabeth Ruiz Dotras. “Se compra mucho, se juega mucho y es más probable que toque más. En este sorteo hay un tema psicológico: Como en Madrid siempre toca, lo compraré allí, cuando realmente todos los números tienen las mismas oportunidades ya que están todos dentro del bombo”, recuerda la profesora. “Se ha convertido casi en una tradición. De paso que visitamos la capital, compramos un décimo, ya que allí toca más”, resume Diaz Dotras.
“Muchas falacias”
El profesor de estadística e investigación operativa de la Universidad Complutense de Madrid, Manuel García Conrado, es de la misma opinión. Este pone como ejemplo la administración de La Bruja, en Sort (Lleida), que vende gran cantidad de décimos y casi siempre resulta agraciada con los llamados premios mayores. Eso sí, solo ha repartido el Gordo de navidad en cuatro ocasiones. “En este sorteo, los compradores hacen muchas falacias y creen en modas. Una administración puede vender mucho pero el que acuda a ella no tiene garantizado, lógicamente, que le vaya a tocar. En Madrid han caído muchos Gordos, pero no significa que siempre toque aquí”, recuerda García Conrado. Este reconoce que es el único sorteo de lotería en el que juega, ya que es consciente de la dificultad de resultar agraciado. “Me lo planteo casi como el seguro contra la posible aflicción de que les toque a mis compañeros y a mí no”, bromea el estadístico.
Los loteros siempre ansían dar premios altos por el aumento de las ventas que eso supone para futuros sorteos y por el prestigio que adquiere su punto de distribución. Eso produce una especie de bola de nieve: Como la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE) consigna más números en esas administraciones y venden más, la probabilidad de que toque allí es mucho más alta. Además, las ventas por Internet, permitidas desde hace unos años y que realiza la propia SELAE para enfado de los loteros, hace que los premios puedan recorrer centenares o miles de kilómetros.
Lo que sí se percibe es que la forma de jugar ha ido cambiando en las últimas décadas. Si hace años abundaban las participaciones de todo tipo de colectivos (desde viajes de fin de curso hasta parroquias, pasando por clubes sociales o de la tercera edad), ahora los jugadores prefieren adquirir décimos completos o para compartir entre familiares o amigos. “La gente quiere sobre todo facilidad a la hora de cobrar. Con el décimo puedes ir directamente a la administración sin necesidad de pasar por el que te lo ha vendido”, afirma el lotero Agustín Rubia.
De las 81 veces que ha caído el Gordo en la región, 79 han sido en la capital. A veces ha estado repartido con otras localidades como Alcalá de Henares, Alcorcón, Humanes, Pozuelo, Parla o Torrelaguna. Tan solo San Sebastián de los Reyes en 1998 y Fuenlabrada en 2006 los han celebrado en solitario.
Un tema tabú en Brea de Tajo
Una escultura al número 66513 se encuentra en la calle principal de Brea de Tajo, un pequeño municipio de 550 habitantes del sureste de la Comunidad de Madrid. En el quinto alambre de la séptima tabla del sorteo de 2016, hizo coincidir esta bola con la de cuatro millones de euros. O sea, con el Gordo. La asociación de mujeres de esta localidad había comprado en una administración del paseo de la Esperanza, en el distrito de Arganzuela, 300 décimos que dejaron 120 millones de euros entre parte de sus vecinos. Aquella mañana se vivieron momentos de mucha emoción. Entre los afortunados había alguna familia a la que iban a desahuciar. De hecho, ya habían tenido hasta preaviso de un posible corte de agua por impago.
En todos los años del sorteo de Navidad era la primera vez, y hasta el momento única, que el Gordo terminaba en 13.
Sin embargo, tres años después, el pueblo prefiere no hablar de aquel golpe de fortuna. Según su alcalde, Rafael Barcala (PP), se ha convertido en “un tema tabú”. “Hay un sector de la población al que no le tocó y no quieren que le machaquen más”. En la comarca se conoce a Brea como el pueblo de la J, ya que un número importante de vecinos se compró coche tras el sorteo y tienen esa letra de inicio. “Parte del dinero se fue fuera del municipio porque muchos vecinos lo repartieron con sus hijos y familiares que ya no viven aquí. Al tratarse también de una población mayor, son muy precavidos. Muchos lo tienen guardado por si lo necesitan para el futuro o lo precisan sus hijos o sus nietos”, describe el alcalde.
Parte de ese dinero fue a reformar las viviendas y a acabar con las hipotecas. Tan solo tres familias se construyeron casas nuevas. Uno de los agraciados se arriesgó a abrir un restaurante, pero tuvo que cerrar al mes por falta de clientes. “El pueblo sigue igual. No ha cambiado nada, y la gente ya no quiere seguir hablando de este tema”, concluye el regidor de Brea.
De hecho, los vecinos de esa localidad han tenido ya algunos enfrentamientos cuando algún cámara de televisión ha ido a hacer reportajes. Ahora, el municipio lucha para que se construya una residencia de ancianos y parte de la población no tenga la necesidad de marcharse de Brea.
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