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Crónica
Texto informativo con interpretación

El calcetín en el tendedero

Vilalta es una de las protagonistas de una negociación que viene a ser el romance de Romeo y Julieta, pero con los Montescos y los Capuletos rezongando en los medios

Manel Lucas Giralt
Marta Vilalta, de ERC, entra este miércoles al hemiciclo del Parlamento.
Marta Vilalta, de ERC, entra este miércoles al hemiciclo del Parlamento.Albert Garcia (EL PAÍS)

Cuanto más delicada es la coyuntura política más preparado debe ir uno a hablar en público. No descubro nada. Hace unos años, cualquiera podía comentar que creía en la autodeterminación de Catalunya y como mucho aspiraba a que varios espectadores acudieran al diccionario a buscar el significado de la palabra. En 1992, ERC ya tenía como eslogan electoral “Cap a la Independència”, y si lo gritaban sus líderes de entonces sólo les volvía el eco de sus palabras rebotadas contra una pared. Eran tiempos distintos y los miedos iban por otros derroteros. Bueno, y Cayetana Álvarez de Toledo tenía 18 años.

Hoy todo es distinto, todo se destaca, todo se mide. Las redes vomitan noticias sin discriminar su importancia, ocupa el mismo espacio en twitter el incendio del Amazonas que un gato tocando el piano. Eso, José Luis Ábalos debería saberlo. Y debería ser consciente de que por mucho que la dijera medio susurrando, con la boca sólo entreabierta, la frase “estoy convencido de que [ERC]ha renunciado a la unilateralidad”, en TVE, sonaría como si la hubiera vociferado por la megafonía del Palau Sant Jordi. O en medio del hemiciclo del Parlament, en plena sesión del control al Govern. Y como quien dice, así ha sido. Mientras Miquel Iceta (PSC), Jessica Albiach (CatEnComú) y el propio president Quim Torra se interpelaban con guantes de látex, en los móviles y los portátiles aparecía el comentario de Ábalos, que entrecomillado y con las medidas de un titular de prensa resaltaba si cabe con más relevancia. Algunos socialistas me confiesan que se les han puesto los pelos de punta al leerlo, y otros se han acordado de pronto de que el ministro pasa por ser persona afable y locuaz. Demasiado locuaz, lamentan.

Pero donde más han acusado la frase, por supuesto, ha sido en ERC. El asunto de la unilateralidad es motivo de disputa en el partido, y entre ellos y JuntsxCat. Por eso, la cara de la portavoz republicana Marta Vilalta reflejaba más desconcierto que cabreo. Cierto que en sus reacciones oficiales a Ábalos ha hablado de “chantaje” y de que “esto aleja el acuerdo”, pero fuera de micros lo que expresaba, sobre todo, era confusión ante lo que interpretan como una arriesgada salida de tono. El posible pacto de investidura está cogido con pinzas de todo a 100, y a poco que se agite el tendedero se pueden caer los calcetines por el patio de luces.

Vilalta se ha quedado unos diez minutos largos conversando con la prensa, como tratando de resituarse. Ella es una de las protagonistas de una negociación que viene a ser el romance de Romeo y Julieta, pero con los Montescos y los Capuletos rezongando en los medios.

Este tema, además, ha impedido a los republicanos rentabilizar en el pleno su acuerdo presupuestario con los Comunes y ventilar sus diferencias con Pilar Rahola. Por si no lo han oído o leído: la periodista omnipresente de Cataluña está indignada porque el acuerdo prevé subir el IRPF a las rentas de más de 90.000 euros anuales, un ingreso que, en una concepción creativa de la división de clases, Rahola atribuye a familias de “clase media apurada”. Para desánimo de los republicanos y, tal vez, de la propia periodista, el asunto ha quedado este miércoles en segundo plano. 

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