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OTRES
Columna
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Casa Drag Latina

Nativa, Gad Yola, Clush, Lady Cirka y Shirley reivindican su racialitud y su disidencia con amor y con escándalo desde el drag

Chenta Tsai Tseng

En una entrevista reciente me preguntaron el por qué utilizaba un alter-ego tanto para crear arte como para denunciar el racismo y la homofobia. Me ocurrió el extraño caso de no saber responderla de tanto haberla respondido anteriormente. Me acordé de Lorraine O'Grady que, bajo el dictamen de que el arte tiene el poder de cambiar el mundo, decidió crear el suyo.

Al más puro estilo de Sophia Petrillo empezando a contar una anécdota: Imaginad, Nueva York, West 57th Street, 1980. Ahí se encontraba el Just Above Midtown (JAM), fundada por Linda Goode Bryant, que fue de las primeras galerías donde exponían el trabajo de artistas racializadas en un distrito importante de galerías. Ahí aparecería Mlle Bourgeoise Noire en mitad de una fiesta, una reina de belleza ficticia de los cincuenta, con un vestido y una capa hecha de 180 guantes de fiesta de color blanco. En la galería, sacó un látigo que, según ella, hacía referencia a los esclavos negros en las plantaciones del sur, y se dio 100 latigazos. Gritó poemas de protesta contra la exclusión de los racializados del mundo del arte dominante en Nueva York y contra los artistas racializados que comprometían sus identidades para crear obras que fueran de agrado para los comisarios y el público blanco. Mlle Bourgeoise Noire era el alter-ego de la artista y crítica Lorraine O'Grady que nació desde la ira hacia el sexismo y el racismo prevalente en el mundo del arte.

De un lugar parecido nacen Nativa, Gad Yola, Clush, Lady Cirka y Shirley de la Casa Drag Latina, en Madrid, en la que reivindican su racialitud como latinoamericanas, sus raíces y su disidencia con amor y con escándalo desde el drag. “Nos reunimos por el amor a nuestro trabajo y el amor que nos tenemos hacia nosotras mismas como artistas marrones y queremos cuidar de nuestros cuerpos y que esto continúe y prevalezca”, explican.

El drag es otra vía para ser ellas mismas sin ser una máscara, para poner sus identidades y sus orígenes en una paleta mucho más amplia y ser vista y así ser más escuchada; para expresar sus formas artísticas a la vez que luchar contra el racismo, la homofobia y la plumofobia. Al preguntarles si notaban dificultad en la comunidad drag de Madrid siendo racializadas y cómo estos espacios podrían ser más interseccionales, mencionaron la falta de hermandad y el desentendimiento, más si la cultura y las raíces que muestras aquí, ante un público blanco europeo, no se conocen ni se valoran en la misma medida. Aún así creen que están ocurriendo cosas buenas. En la Delirio me presenté con un drag king. Hasta la propia gente que hace las fiestas lo remarcó. El hecho de que estuviera un drag king racializado expresa un cambio, y un cambio por parte de la audiencia, sobre todo la racializada, que se te acerca a decirte lo mucho que les ha significado que estuvieras ahí.

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