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El circo golea a Messi

El espectáculo circense se impone a la parte de culto al futbolista en el 'show' sobre el astro del balón

Jacinto Antón
Lionel Messi con su esposa, Antonella Roccuzzo, en el estreno del espectáculo.
Lionel Messi con su esposa, Antonella Roccuzzo, en el estreno del espectáculo.Xavi Torrent (WIREIMAGE)

Messi 10, el cacareado espectáculo estrenado anoche que junta al Cirque du Soleil con el futbolista argentino, que acudió a la gala y acabó saludando desde el escenario, ha resultado ser un híbrido mal cosido y deslavazado. Dos trozos que casan mal. La parte circense, con los extraordinarios artistas de la compañía canadiense, no acaba nunca de amalgamarse con la temática Messi y vence por goleada a esta. Uno acaba disfrutando de lo lindo, como siempre, con los arriesgados saltos, funambulismos, antipodismos y acrobacias y preguntándose qué diablos hace por allí en medio todo ese culto a la personalidad del rosarino, metido como con calzador. Como sintetizó una madre que acudió con sus hijos: “Como si no tuviéramos ya bastante con lo que lo vemos en la tele en casa”.

El circo, pues, es lo mejor de un espectáculo que además deja mucho que desear en cuanto a su factura artística, impropia, hay que decirlo, de un montaje de los buenos del Cirque du Soleil. La estética de Messi 10 carece de la magia y el refinamiento característicos de los canadienses y en algunos momentos tiene un puntito horterilla y hasta roza lo cutre. La escenografía, el vestuario, las luces, la música y el acabado en general son francamente mejorables, de mucho menor nivel que en las grandes producciones del Cirque du Soleil. Queda claro que el espectáculo es resultado de una jugada de mercadotecnia (Messi + Cirque du Soleil= éxito seguro) que pudo parecer genial sobre el papel pero que no se ha sabido concretar en la realidad. Entre lo peor, el payaso con aire de presentador de Sálvame de luxe que hace de hilo conductor repitiendo la gracieta de recibir un balonazo en las partes y hablar entonces con voz aflautada.

Ya de entrada el escenario, central, como un estadio, apareció bastante desangelado. Parece un fallo que el suelo no sea de césped artificial, algo que da tanta vida en el Sónar, que es tan fácil y que pone esa nota de verde consustancial al fútbol. La presencia de Messi en la grada -compañado de su esposa Antonella Roccuzzo-.animó el principio de la velada con muchos espectadores de pie tratando de verlo mejor y otros intentando hacerse selfies con él para desespero de los que le protegían.Al estreno mundial asistieron, entre muchos otros, el jugador Ansu Fati, el cantante colombiano Carlos Vives y el presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu.

Un personaje melancólico aparece durante la función llevando pesarosamente a la espalda una bolsa cagada de balones: un espectador sugirió que quizá era una alegoría del Real Madrid con los goles que le ha marcado Messi

El grito ascendente tradicional de “¡Messi, Messi!” típico del Camp Nou marcó el inicio del espectáculo, con futbolistas voladores que se remontaban a gran altura mediante cuerdas mientras en el suelo otros artistas hacían virguerías con balones. Es discutible que visto cómo ha ido el inicio de la Liga alguien considerara gracioso que una voz en off dijera: “Tú a calentar, que siempre te lesionas”.

La dramaturgia –por llamarla así, en realidad no hay nada semejante a un argumento- de Messi 10 se basa en ir alternando números circenses con alusiones a Messi, especialmente en proyecciones en unas grandes pantallas que bajan en el centro del escenario. Ahí se muestran escenas de partidos e imágenes del astro realizadas para el montaje (algunas sonrojarían por su solemnidad a un líder coreano y las que lo comparan con un león son directamente ridículas), y una serie de palabras y lemas que tratan de componer la esencia del futbolista argentino con un alarde de superficialidad: “Piensa rápido”, “Muévete más rápido”, “reacciona más rápido”, “Nunca te rindas”.

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Un momento en el que circo y fútbol casi llegaron a unirse fue en la actuación de un escalofriante contorsionista con aire de Neymar que hacía como si le hubiese dado una patada un jugador rival y se descoyuntaba de manera asombrosa. En lo que pareció otra metáfora futbolística, unos acróbatas que se propulsaban con columpios se lanzaban contra redes como balones humanos mientras se proyectaban imágenes de Messi marcando goles. Pese a todo el esfuerzo y el volumen de sonido, la parte Messi del montaje carece de la épica y poesía de un buen partido. Un personaje melancólico aparece durante la función llevando pesarosamente a la espalda una bolsa cagada de balones: un espectador sugirió que quizá era una alegoría del Real Madrid con los goles que le ha marcado Messi. Quién sabe.

Tras el descanso, la segunda parte prosiguió con espléndidas y arriesgadas actuaciones de saltadores de cama elástica, un número de diávolo y otro en el que un artista domaba a un enorme brazo robótico y que se presentó como “Messi vs. Máquina”. Un “homenaje al fan” desplegó por el escenario y las gradas a intérpretes con banderas azulgranas y albicelestes, bombos y cánticos mientras bajaban sobre el público dos enormes camisetas del FC Barcelona y la selección argentina con el número 10. Las pantallas pasaron a mostrar más imágenes de Messi y a destacar su ejemplar amor a la familia. Otro número muy bueno fue el de dos artistas que movían virtuosamente una máscara de león.

El fin de fiesta lo precedió el descenso del techo de 10 balones de oro y consistió en toda la compañía con la camiseta del 10 coreando el nombre de Messi mientras descendía una gran pancarta con el jugador dibujado y el leit motiv de la función: “Hay un 10 en cada uno de nosotros”. Mientras Messi salía a saludar con los artistas, visiblemente contento, más de uno rogó porque devolvieran al futbolista al campo, de donde nunca debería haber salido.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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