“Lo del vídeo de la paliza de las máscaras no es nuevo”
El distrito de Hortaleza vive un repunte de xenofobia tras una paliza a un supuesto niño migrante
María Navajón, de 79 años y “más vieja que el canalillo”, está esperando sentada en un banco gris al autobús 107 que pasa por la calle del Mar de las Antillas en el distrito de Hortaleza. Desconoce que hace unas horas se ha compartido un vídeo por redes sociales donde dos jóvenes enmascarados, con una careta blanca y dos remos de piragüismo, dan un brutal golpe en la cara con la pala a dos jóvenes de rasgos árabes a plena luz del día. Los dos chavales huyen despavoridos por la calle tras recibir el impacto. María se ajusta las gafas, observa las imágenes y se da cuenta de que todo ocurrió en el mismo sitio en el que está sentada. “¿Y quién les pegó, un español?”.
Nadie en el barrio sabe con certeza si el vídeo es de hace unas horas o de hace unos días. No hay denuncia. “Se trata de un hecho aislado”, según la concejalía de distrito (Ciudadanos). “Nosotros conocíamos el vídeo desde antes del jueves”, cuenta por teléfono Lourdes Reyzabal, presidenta de la Fundación Raíces. Ella lleva desde hace años denunciando la situación de los menores extranjeros no acompañados —conocidos como menas— en el barrio. “Hay chats de WhatsApp y páginas de Facebook que incitan a la caza de estos niños. Sabemos que esto de las palizas ha ocurrido otras veces, pero no se graban; lo mismo que ocurre con las agresiones de algunos vigilantes de seguridad en el centro". Raíces ha presentado a la fiscalía denuncias por agresiones a más de 20 niños.
Tremendo.Esto es lo que está pasando.Gente que se organiza para ir a pegar a los niños migrantes.
— Isa Serra (@isaserras) October 3, 2019
No nos sorprenda, muchos medios de comunicación y las derechas han tomado a los MENAs como chivo expiatorio,y eso fomenta xenofobia, odio y violencia. Niñ@s q necesitan protección. pic.twitter.com/5IYzN97JH5
En este barrio se encuentran dos centros de acogidas tutelados por la Comunidad: uno para niños de hasta 14 años y otro para chavales de 14 a 18. Ambos centros rodean el parque Isabel Clara Eugenia. Estos lugares deberían presentar asistencia a hijos de familias desahuciadas por el banco, niños maltratados o víctimas de abusos sexuales. No es el caso: el lugar es un centro de recepción de menores.
El de los mayores tiene dos plantas. La primera es para chicas y cuenta con 21 camas. La segunda es para ellos, con 30. “El centro tiene capacidad para unos 50, pero no se cumple. Este jueves durmieron 96 y muchos en el suelo”, cuenta una educadora con experiencia que prefiere mantenerse en el anonimato. "¿Por qué hay tantos? Porque en Fiscalía no tienen claro la edad y hasta que se decida si son menores se quedan aquí”. La monitora comprende el cabreo de algunos vecinos. Dice que muchos de estos niños —sin precisar la cifra— son conflictivos. Cuenta que la policía se llevó a cinco antes del verano. Uno de ellos con hasta 11 causas pendientes. “Se les alimenta el sentimiento de impunidad”. Javier Huete, fiscal de Sala Coordinador de Menores, explicó a la Agencia EFE este agosto que los centros no tienen medidas coercitivas. “Hay que intentar convencerles de que dentro van a estar mejor”.
A las puertas del centro de 14 a 18 años un grupo de siete chavales espera sentado el paso del tiempo. Comparten un par de canutos de hachís y escuchan música en sus móviles. “Lo del vídeo de las máscaras no es nuevo”, cuenta el argelino Mouhmed Jeloli, de 20 años, en un español chapurreado. Es el único que quiere decir su nombre. “Yo llegué hace tres años. Los del vídeo son del barrio. Ellos vender porros, te cogen dinero y luego te pegan. Por eso nos vamos a comprar a Tetuán”.
Las cifras oficiales dicen que más de 1.570 niños y adolescentes llegaron desde el extranjero a Madrid en 2018, unos 130 al mes, frente a los poco más de 980 de 2017, según datos del anterior Ejecutivo regional. El consejero de Políticas Sociales anunció este miércoles que cada migrante supondrá una inversión de 140,58 euros al día.
Más de 20 vecinos consultados creen que la situación ha cambiado en el barrio en el último año. “Solo hacen que robar”, cuenta María Pérez, de 70 años. “No cojo la calle del centro porque me da miedo”, José Manuel Calas, de 65. “Sabía que acabaría ocurriendo lo del vídeo”, Santiago Cordobo, de 60. Isabel Egea, de 29, y Marcos Sala, de 30, se desmarcan. “El problema es que son menores y solo algunos de ellos son conflictivos. La gente mayor es la que más miedo tiene. Con esto ocurre lo de siempre: si unos pocos actúan mal, el estereotipo cae para todos”. Los datos del Ayuntamiento dicen que en el barrio ha habido 30 actuaciones policiales por hurtos de mayo a agosto frente a las 574 del Centro o a las 157 de Vallecas. Son los últimos datos disponibles. “El problema es que si son en la misma calle los vecinos piensan que aumenta”, explica la exconcejala del barrio, Yolanda Rodríguez (Más Madrid).
Este viernes ha aparecido una pintada detrás de la parada de autobús con la máscara que utilizaron los agresores de la pala de piragüismo: “Todos remamos juntos. Viva España”.
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