“Para actuar no hace falta quitarse el acento”
Rocío Peláez reclama mayor protagonismo para la cultura y medidas para mejorar la vida de la gente
Rocío Peláez (Priego de Córdoba, 32 años) no recuerda el momento en el que decidió ser actriz. Adoraba los finales de curso porque le permitía interpretar alguna función del colegio. A los 13 años debutó en el Teatro de La Victoria, en su pueblo, y desde entonces no ha parado. Ha grabado cortos, películas y actuado en series como Yo soy Bea, que la obligó a mudarse a Madrid en 2007; El Ministerio del Tiempo; El Caso o Allí Abajo. Consiguió su primer éxito en Arrayán, una serie de la televisión pública andaluza en la que interpretaba a Alba, la regente de un hotel a quien su jefe obliga a firmar un poder notarial por el que termina en la cárcel.
El personaje tiene paralelismos con nuestros políticos.
Actuar está lleno de actualidad, pero ningún político es tan inocente como el personaje que yo representaba.
¿Qué le pasa al poder?
Corrompe, así de simple. Más que el dinero, lo que nos hace perder la honestidad es la sensación de controlarlo todo.
Hay quien quiere cerrar Telemadrid.
Todas las series autonómicas que se han proyectado tienen una gran respuesta del público local. No entiendo que no se quiera seguir esa estela y cerrarla. La cultura no interesa y, cuando se habla de ella, se hace como arma arrojadiza. Es absurdo que los gobiernos no inviertan en ficción, que también es cultura. A mí me parece bonito que la gente se reconozca en su idiosincrasia.
¿Ha tenido problemas con su físico?
Nosotras siempre lo hemos tenido más difícil, y nos lo siguen poniendo. A las mujeres se nos exige más. En lo que a lo físico se refiere ahora también les pasa a los hombres, aunque sigue sin ser comparable.
¿Y con su acento?
No, nunca. La clave me la dio un maestro de interpretación argentino. No hay que quitarse el acento; hay que aprender otro. En la interpretación todo suma. Tengo la suerte de haber nacido con un acento y he tenido que aprender otros (imita varios de ellos).
Pero el asunto está ahí…
Está cambiando. Antes ponías la televisión y en todas las series había una uniformidad que no existe en España.
¿El andaluz está encasillado en ciertos papeles?
Es un estigma que siempre nos ha acompañado. Los estereotipos nos persiguen. Espero que gracias a la diversidad que empieza a existir en el mundo audiovisual eso acabe.
¿Qué medio prefiere?
Lo importante es la historia que cuentes, pero es cierto que el contacto con el público lo modifica todo. Emilio Gutiérrez Caba dice que una función de teatro es como un lienzo en blanco: se pinta durante la representación y, cuando se va la gente, se borra. Al día siguiente es otro lienzo. Las giras son mágicas. Se crean unos lazos que no surgen ni en el cine ni en la televisión.
¿Cómo sería un papel a su medida?
Nunca me lo he planteado. Más que un papel, me gustaría contar una historia que me conmueva. Los actores nos obsesionamos con nuestro personaje, pero hay que verlo de una forma más global. La realidad es que llega lo que llega.
¿Qué es lo peor de ser actriz?
La falta de trabajo, la incertidumbre más que inestabilidad. Está en todas las profesiones, pero el actor siempre ha convivido con la precariedad. Somos muchos y hay pocos papeles, peor aún si eres actriz. Cuando veo las galas de premios pienso que la realidad es otra. Hay mucho paro en nuestra profesión.
Es un mundo complicado.
Muchos compañeros se han tenido que marchar de Madrid porque no podían pagar un piso. Conozco actores que han debido buscar otro empleo para seguir. Está difícil pagar un piso en la capital. Para los jóvenes y para los mayores. Se está poniendo imposible. Incluso se echa a la gente de sus casas para especular. Antes un milerurista era un apestado; ahora quieren hacernos creer que es un rey. La gente utiliza más del 60% de su sueldo en pagar el alquiler.
¿Cómo lleva la fama?
Me reconocen cuando estoy trabajando. Luego se olvidan, pero eso es maravilloso. No me gusta ser el centro de atención, aunque a veces me han dicho cosas preciosas. Hay que saber que la fama es algo efímero. Cuanto antes lo sepas, mejor, así te evitas sufrir.
¿Cuál es el mejor consejo que le han dado?
Dos que me dio mi madre. No te creas nunca todo lo que te digan y ahorra, ahorra y ahorra. Son muy pocos los actores que tienen la tranquilidad de trabajar en esto. La mayoría somos obreros de la interpretación y tenemos que ser felices con lo que hacemos. Es por lo que se elige esta profesión. Si no, sería notaria.
Un espectáculo con su hermana
La actriz cordobesa es la cuarta hija de Manuel y Pilar. Reconoce que nadie es profeta en su tierra, pero no es su caso; se siente muy querida en su pueblo, donde volvió hace unos meses para representar la obra de teatro Después del Ensayo de Ingmar Bergman. Uno de sus retos para el futuro es trabajar en un espectáculo conjunto con su hermana, la cantaora Paz de Manuel. “También me gustaría sacarme el B2 de inglés, por si algún día me llaman de Hollywood”, dice Peláez entre risas.
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