_
_
_
_
OPINIÓN | BOCATA DE CALAMARES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Qué difícil es mover a un rey

Hay personas que generan violentas vibraciones en el espaciotiempo circundante según se mueven

Momento de la inauguración el pasado jueves, en el Museo Naval, de la exposición 'Fuimos los primeros. Magallanes, Elcano y la primera vuelta al mundo', a la que exisitió el rey Felipe VI .
Momento de la inauguración el pasado jueves, en el Museo Naval, de la exposición 'Fuimos los primeros. Magallanes, Elcano y la primera vuelta al mundo', a la que exisitió el rey Felipe VI .EMILIO NARANJO (EFE)
Sergio C. Fanjul

Cuando llegué al Museo Naval había montado un buen pollo. Era la inauguración de una exposición sobre la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, y el sitio estaba lleno de policías navales de camuflaje gris, señores con pinganillo, policías nacionales, coches grandes, gente encorbatada y tensa, y marinos de la Armada vestidos con su traje blanco de gala. Qué hermosos son esos uniformes blancos, dan ganas de hacerse a la mar marinera. Unos agentes enormes, de paisano, me registraron el macuto y finalmente me franquearon el paso. “Menudo despliegue para una exposición de carácter cultural”, pensé. “¡Es que luego viene el Rey!”, me dijeron. Ahora todo cobraba sentido.

Es muy difícil mover a un rey. Hay personas que generan violentas vibraciones en el espaciotiempo circundante según se mueven: el Rey, los presidentes del gobierno, los ministros y Rosalía. La gente se inquieta, la seguridad se extrema, el aire se puede masticar, todo el mundo se pone nervioso. Qué difícil es mover a un rey (incluso del trono). Menos mal que no tienen que ir al super, sobre todo ahora que hay Amazon.

Un servidor, que se crio en Oviedo, está acostumbrado al impacto que genera la Familia Real cuando viene cada otoño a la pequeña ciudad a dar los premios Príncipe (ahora Princesa) de Asturias. Se crea gran revuelo de personalidades, sale la banda de gaitas, los sociólogos centroeuropeos premiados, la tradicional manifestación republicana y Manolín el Gitano, un personaje icónico de la ciudad recientemente fallecido. En el Museo Naval era algo parecido, pero sin el show de Manolín ni los republicanos manifestantes. No sabía que el Rey había confirmado a última hora así que me presenté con mi atuendo de trabajo, nada propicio, vestido de negro, con la camiseta raída, parecía un nihilista ruso, que es lo más inmiscible con un monarca. Cuando vistes mal entre tanto corbatón enseguida te dicen: “Prensa, ¿verdad?, pase por aquí”.

Los comisarios y los almirantes nos mostraron la exposición a los plumillas (no deben ustedes perdérsela), pero en un momento dado los de protocolo nos espantaron como gallinas: “Venga, venga, vayan saliendo, que viene el Rey”. Parecía que venía el coco. Yo ya sentía la cercanía de Su Majestad por esas vibraciones espaciotemporales, como cuando colisionan dos agujeros negros en los confines del Universo. Me fui caminando por donde me dejaron salir (el garaje) y unas calles más allá unos coches muy sólidos, muy negros, con cristales tintados me cedieron el paso sobre las rayas de cebra.

Fantaseé con que aquella fuera la comitiva real, que me dejaba cruzar, y me recordé a Diógenes el Cínico, que mandó a Alejandro Magno apartarse porque le tapaba el sol. Luego pensé que simplemente se trataba de “cucarachas”, que es como llaman los taxistas a los coches de Cabify y Uber. Por eso le molan a la gente, porque, a pesar de la precariedad circundante, viajamos ahí con nuestra botellita de agua, como reyes, pero del mambo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_