Una máquina del tiempo en Malasaña
Regresar a la Movida madrileña es hoy posible con las visitas guiadas de la plataforma Carpetania Madrid
Sábado noche en el barrio de Malasaña, 2019. Un grupo de personas se apelotona en la puerta de Popland, una tienda de artículos retro que luce en su fachada el dibujo de un famoso personaje: Mazinger Z. “¿Quién no lo conoce?”, pregunta el guía Juan Carlos González, que esta noche será el encargado de conducir la máquina del tiempo que teletransporte a estas personas a la década de los 80. Por delante, tres horas para vivir o revivir uno de los movimientos culturales más importantes de la historia contemporánea de España: la Movida madrileña.
“Por sus caras y reacciones sé, más o menos, qué edad tienen”, comenta González. Hoy, el grupo está lleno: catorce personas entre las que se encuentra Andrea, de 20 años. “Sí, conozco a Mazinger Z de oídas”, dice la joven que le ha regalado esta ruta –organizada por Carpetania Madrid– a su madre. “A mí no me gusta el reguetón y la música de ahora, a mí me flipa la música de los 80”, añade.
Para entender lo que ocurrió durante ese periodo hay que remontarse un poco más atrás, a otro movimiento: El Rollo. “Fue otra ola cultural, con muchos tintes políticos, liderada por los jóvenes en los 70. Sin ese empuje, probablemente no hubiese sido posible la Movida”, explica este guía, historiador y cofundador de esta plataforma, en 2001, que actualmente ofrece más de setenta visitas guiadas por la capital.
“Con Franco, y en los años posteriores, no podíamos hacer esto que estamos haciendo ahora mismo, estar en grupo, porque existía la Ley de Asociaciones Políticas”, explica González mientras se adentran en la plaza del Dos de Mayo, el corazón de la Movida madrileña. “A los jóvenes de entonces les encantaba ocupar esta plaza, aunque eso no ha cambiado”, dice señalando a su alrededor.
“Tampoco ha cambiado la variedad de tribus urbanas que transitan por Malasaña. Ya en los 80, había de todo: mods, rockers, punks, o los del guarri-pop y cutre-lux”. El guía se refiere a una moda ecléctica y vanguardista surgida durante estos años y que tiene a uno de sus máximos exponentes en Paco Clavel. “La estética empezó a cambiar: pelos para arriba, imperdibles en la cara, maquillaje para ellas, pero también para ellos… nos apropiábamos de la ropa de nuestras madres y abuelas, y creábamos nuestros propios personajes”, cuenta González, nacido en 1960. “Todo con tal de salir a la calle y provocar”, añade.
Lo que más se recuerda de la Movida es la música, que entonces se escuchaba en vinilos y casetes, pero que aún hoy sigue sonando en bares y discotecas. En el Penta (calle de la Palma, 4), cierran todas las noches con “La chica de ayer”, de Nacha Pop. Antonio Vega escribió aquí parte de la canción y años después la inmortalizó de su puño y letra en una de las paredes del local. No muy lejos del Penta, en La Vía Láctea (calle de Valverde, 18) –que celebra este año su 40º aniversario– todo sigue igual: la mesa de billar, las televisiones de tubo, los posters de ciencia ficción, la cabina del “pincha” con vinilos originales…
Burning, Leño, Los Elegantes, Alaska y Dinarama, Los Secretos… fueron otros de los muchos grupos que se popularizaron durante esta década. Al entrar en Madrid me mata (Corredera Alta de San Pablo, 31), otro bar-museo de la Movida, se escucha “Enamorado de la moda juvenil”, de Radio Futura. Manuela y Julio, de 53 y 51 años, se miran mientras vocalizan la canción. “¡Qué recuerdos! En este barrio pasé mi juventud y revivir todo esto, aunque sea por unas horas, me emociona”, dice él.
Según Carpetania Madrid, el 70 por ciento de las reservas de esta visita guiada son madrileños, aunque también los hay que vienen de otras partes de España, como Raquel, de Burgos. “Me pilló pequeña, pero fue un fenómeno que se popularizó también gracias a programas de televisión como "La bola de cristal". ¡Me encantaba!”, cuenta.
“Un programa así jamás pasaría hoy la censura por sus continuas referencias a las drogas”, apunta González. El consumo de sustancias ilegales fue la cara más amarga de la Movida, que causó la muerte de muchos jóvenes. “Por aquella época era normal perder amigos cada dos por tres”, añade el guía.
De la Movida también salieron grandes artistas procedentes de otras disciplinas como el director de cine Pedro Almodóvar, los fotógrafos Alberto García-Alix y Ouka Leele, el ilustrador Ceesepe, el poeta Eduardo Haro Ibars o el grafitero Muelle.
“¿Y cómo se transmitía toda esa cultura sin redes sociales?”, le pregunta González a la más pequeña del grupo. Durante esta década proliferaron las radios libres como Radio Libertad o Mercurio; revistas como Madriz, La Luna de Madrid o Madrid Me Mata; y fanzines, “rápidos de hacer con unas hojas y unas grapas”. “Si querías ser crítico de algo te ponías a escribir y te hacías tus propios fanzines, esos eran los blogueros de la época”, se ríe González.
A finales de los 80, el movimiento se había popularizado tanto que muchos de los grupos underground empezaron a fichar por grandes sellos musicales. Los discos ya no se encontraban en el Rastro, sino en El Corte Inglés, y los jóvenes que habían sobrevivido a las drogas no lo hicieron a casarse “de penalti”. “A veces se pedía dinero a los amigos para ir a abortar a Londres, pero no siempre se podía. Casarse suponía encontrar un empleo serio y formar una familia, nada que ver con el espíritu rebelde del movimiento. Si hacías eso, estabas fuera”, cuenta González en la última parada de este viaje en el tiempo, frente al bar Botánico (calle Marqués de Santa Ana, 11), entonces La Guillotina. “Y así es cómo la Movida empezó a diluirse, atrás quedaban ya esos años que cambiaron la historia de este barrio, de esta ciudad y de este país".
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