Contra el partidismo para poder pensar
El problema tiene que ver con la necesidad constante de posicionarse a favor o en contra, con el estar con nosotros o contra nosotros
Suprimir los partidos políticos. Con esta idea, con esta propuesta, acababa Simone Weil (1909-1943) un texto escrito durante la Segunda Guerra Mundial, pensando en los males de nuestras sociedades y cómo resolverlos. Weil estaba profundamente preocupada por el hecho que la operación de tomar posición a favor o en contra había sustituido a la obligación de pensar. Y tenía dudas de que se pudiera remediar esta situación sin suprimir los partidos políticos.
El análisis de Weil sobre los partidos políticos es claro y alarmante. Nos presenta tres características esenciales de estas organizaciones: Un partido político es una máquina de fabricar pasión colectiva. Un partido político es una organización construida de tal modo que ejerce una presión colectiva sobre el pensamiento de cada uno de los seres humanos que son sus miembros. La primera finalidad y, en última instancia, la única finalidad de todo partido político es su propio crecimiento, y eso sin límite.
Cuando Simone Weil escribió Notas sobre la supresión general de los Partidos políticos quiso plantear una reflexión sobre un gran mal para las personas y las sociedades. Un gran mal que considero hoy deberíamos continuar pensando y buscando las maneras de resolver. Los comportamientos habituales de nuestros partidos políticos entiendo que así lo evidencian.
Me detendré en dos de los motivos por los que Weil consideró el partidismo un mal. Primero. El partidismo lleva a la falta de verdad, a la mentira. Segundo. El partidismo lleva a la imposición de la parte, incluso por encima del pensar.
No parece esperable que la gente que miente deje de hacerlo de forma inmediata, tal vez no lo harán nunca
La verdad es una necesidad humana, así lo consideró Simone Weil cuando en medio de la guerra pensaba en una sociedad que superara un mundo de trato inhumano. Será entonces cuando también escribirá el Estudio para una declaración de las obligaciones respecto del ser humano. La necesidad humana de la verdad implica la obligación para evitar que nadie viva en la mentira y los males que ello supone.
Weil nos plantea que las responsabilidades a las que obligan las necesidades humanas no afectan a todos por igual. Si queremos dejar de vivir en mentiras necesitamos, por ejemplo, que alguien no las diga. Todo el mundo tiene algo que hacer en relación con este objetivo. Pero debemos ser conscientes de que la responsabilidad es mayor entre las personas que constantemente emiten mensajes para el conjunto de la sociedad: partidos políticos, medios de comunicación, publicidad... Necesitamos menos opiniones que asumir acríticamente y más instrumentos para poder pensar.
No parece esperable que toda aquella gente que miente deje de hacerlo de forma inmediata, tal vez no lo harán nunca. ¿Los partidos decidirán actuar o el partidismo que los lleva a ser ellos su principal finalidad se continuará imponiendo?
Pasemos al segundo motivo que nos muestra el partidismo como un gran mal: el partidismo lleva a estar con una parte, con todas las limitaciones y las imposiciones que ello conlleva
Al final de “Notas sobre la supresión general de los partidos políticos” Weil escribe: “Incluso en las escuelas, ya no se sabe estimular de otra manera el pensamiento de los niños si no es invitándoles a tomar partido a favor o en contra. Se les cita una frase de un gran autor y se les dice: '¿Estáis de acuerdo o no? Desarrollad vuestros argumentos'. En el examen, los desgraciados, puesto que tienen que haber terminado la disertación al cabo de tres horas, no pueden pasar más de cinco minutos preguntándose si están de acuerdo. Y sería tan sencillo decirles: ‘Meditad este texto y expresad las reflexiones que se os ocurran”.
Notas sobre la supresión general de los partidos políticos está dedicado a los partidos políticos, pero va mucho más allá... El problema del partidismo no es un problema sólo de los partidos políticos. Tiene que ver con la necesidad constante de posicionarse a favor o en contra, con el estar con nosotros o contra nosotros.
Estar con una parte o con otra pasa por encima del pensar, se impone al pensar. En demasiadas ocasiones se confunde la parte con el todo. Lo hacen los partidos políticos, pero no solo. La diversidad y la pluralidad de nuestras sociedades representan una extraordinaria riqueza. Necesitamos tener presente que más allá de nuestra parte, de nuestra posición, hay ideas, propuestas y argumentos que pueden ser necesarios y deseables. Hablemos de lo que hablemos, discutamos de lo que discutamos. Necesitamos tomar partido contra el partidismo para poder pensar con la propia cabeza.
Jordi Mir Garcia es profesor de Humanidades en la Universitat Pompeu Fabra.
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