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Los quioscos de plaza Catalunya burlan la prohibición de vender pienso para las palomas

Los empresarios lo sustituyen por pipas aptas para el consumo humano

Alfonso L. Congostrina
Turistas dando comida a las palomas en plaza de Catalunya
Turistas dando comida a las palomas en plaza de CatalunyaMassimiliano Minocri

“Ayúdanos a controlar la superpoblación de palomas. No las alimentes”, este es uno de los mensajes que en castellano, catalán, inglés y francés reparte el Ayuntamiento de Barcelona en trípticos a los turistas y vecinos de plaza Catalunya. La información se entrega en el lugar donde es tradición dar de comer a las palomas para conseguir pintorescas fotografías de humanos cubiertos de aves urbanas.

En la lucha contra las plagas de aves que afecta a la capital catalana, resultan perjudicados los propietarios de cuatro quioscos ambulantes de la plaza que llevan décadas vendiendo alimento para que los clientes atraigan estos animales y puedan inmortalizarse en instantáneas. El Consistorio les prohibió la venta de pienso en 2018 y los quioscos consiguieron burlar la normativa con pipas. Ahora acusan al Ayuntamiento de haber iniciado una cruzada contra su negocio.

Oscar Suñé lleva más de 30 años trabajando en uno de los quioscos de la céntrica plaza Cataluña de Barcelona. “Antes que yo, lo hizo mi padre y, antes que él, mucha más gente. Todos vendíamos pienso para las palomas porque esta plaza, imagínatela sin estos animales. Sería una zona dura sin nada que hacer en ella. Es totalmente inhóspita. Al principio de llegar yo, aquí había unas sillas y vigilantes que cobraban por estar sentado y ver pasear a la gente. Ahora ni eso”, lamenta. En su quiosco ambulante, con ruedas, hay varios letreros que concretan: “Todos los productos que se venden son aptos para el consumo humano”.

En febrero de 2017 el Consistorio instaló dispensadores de pienso anticonceptivo para mantener a raya la superpoblación de las palomas, cifrada en 85.000 ejemplares. Un año más tarde, en febrero de 2018, prohibieron la venta de pienso a los cuatro quiosqueros. Al día siguiente, ya se las habían ingeniado para burlar la normativa. “Yo vendo pipas, garbanzos, quicos... si el cliente hace una ensalada con ellos o se los da a las palomas es asunto suyo”, advierte Suñé. Los quiosqueros critican que el Consistorio les amenaza con multas y les persigue con campañas que perjudican a las cuatro familias que viven de las ventas en la plaza. “Les propusimos incluso vender pienso anticonceptivo como el que ellos esparcen con los dispensadores, pero no aceptaron”, lamenta.

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