Pedro Pastor, tras cancelarse el concierto: “Es un episodio grave de censura, alguien ha decidido por rabia”
Pedro Pastor se siente aturdido por el revuelo que generó el tuit en el que denunciaba la cancelación unilateral del concierto que iba a ofrecer junto a su banda en Madrid
A media tarde del miércoles, cuando apagó su teléfono para concentrarse en el concierto que iba a ofrecer en Casa Maty (Cuenca), Pedro Pastor (Madrid, 24 años) se sentía “aturdido” por el revuelo que generó el tuit en el que denunciaba la cancelación unilateral del concierto que iba a ofrecer junto a su banda, Los Locos Descalzos, el próximo 8 de septiembre en las fiestas de Aravaca (Madrid). Al mediodía de este jueves, cuando atiende esta entrevista sin tiempo siquiera de haber desayunado, acaba de activar el móvil y se ha encontrado “miles de whatsapps y llamadas perdidas”, entre ellas muchas de compañeros de profesión. “Quique González es siempre el primero que se solidariza en estos casos, pero ha habido muchos otros y me siento abrumado”, se sincera. De la incredulidad inicial ha pasado al dolor y al convencimiento “evidente” de que es víctima de una represalia ideológica. Califica el veto de “fiasco”, pero advierte de que nadie le hará renunciar ni a sus convicciones ni a su manera de entender la canción de autor. “No se acaba el mundo”, resume el hijo de Luis Pastor y Lourdes Guerra.
Pregunta. ¿Con qué cuerpo se ha levantado hoy?
Respuesta. Hombre, hemos conocido días mejores, todos aquellos en los que puedo tener la cabeza en la música y no en este otro tipo de cuestiones menos agradables. Ahora resulta que a todo el mundo le interesa saber de mí, pero no por mi obra artística sino por un conflicto político. Luis ya ha vivido esto otras veces, pero para mí es completamente nuevo. Y me sobrepasa.
P. ¿No era consciente de que su hilo en Twitter denunciando un supuesto caso de censura municipal traería cola?
R. Me he sentido desbordado, la verdad. Quería visibilizar el asunto, desde la incredulidad, pero hay momentos en que piensas: en qué momento, con lo feliz que era yo hasta ayer… Las redes sociales son un virus monstruoso que escapa de la lógica y la razón, y más cuando, como persona sensible que me considero, intento leer todos los comentarios.
P. Se habrá encontrado de todo, y no precisamente piropos.
R. Claro, claro. Resulta que un Ayuntamiento gobernado por la derecha cancela la actuación de un cantautor que siempre se ha posicionado abiertamente a la izquierda, pero aún hay quien se alegra del fin de los “chiringuitos” y te suelta que ya está bien de vivir del dinero público. Y la única realidad es que soy un artista autogestionario, que en la inmensa mayoría de los casos trabajo a taquilla y que llevo siete años partiéndome el lomo para que mis músicos y yo podamos vivir de esto.
P. ¿Cómo se le explica a un artista que no podrá actuar por divergencias ideológicas?
R. A mí nadie me ha comunicado oficialmente nada, es la empresa gestora de las fiestas de Aravaca la que, desde la frustración, la indignación y el desconcierto, contacta con mi representante para avisarle de que no quieren que actuemos. Lo más asombroso es que nuestro concierto se había aprobado en enero por unanimidad en la junta municipal; es decir, también con los votos favorables del Partido Popular y de Ciudadanos.
P. Desde la junta se atribuye ahora la suspensión a una cuestión de gustos musicales.
R. Esa excusa es aún más sangrante. A ver si es que ahora las juntas municipales son tribunales de melómanos con criterio para saber quiénes son buenos músicos y quiénes no, y a ver si resulta que no superamos la media musical exigida para actuar en unas fiestas… Evidentemente, estamos ante un episodio grave de censura que alguien ha decidido por pura rabia hacia unos artistas a los que toma por rojos de mierda. Y más en el caso de Luis, que figuraba el primero de la lista de los que debían ser depurados en Vallecas si hubiese triunfado el golpe del 23-F.
P. ¿Qué canción de Pedro Pastor cree que puede molestar a quien no comparta ideología con usted?
R. Ya me gustaría saberlo, porque mi modo de entender el mensaje de mis canciones es desde el amor y la autocrítica. En mi último disco hay canciones que considero absolutamente políticas, pero desde una perspectiva personal y humana, no partidista. Son composiciones como El odio [“El odio hiere más a quien lo siente que a quien se dirige”] o Soledades, que no deja de ser una canción de amor [“La que va a liarse si nos aliamos / y en vez de juzgarnos nos jugamos”].
P. ¿Su caso es equiparable a la cancelación en junio, ya con el nuevo equipo de gobierno, de un concierto de Def Con Dos?
R. La censura en el siglo XXI, en plena democracia, no tiene justificación en ninguno de los casos, pero son dos ejemplos distintos. Con el concierto de Def Con Dos podían aferrarse a que existía una sentencia contra su cantante por enaltecimiento del terrorismo, aunque luego haya sido absuelto. Aquí no existe nada parecido. Tanto mi padre como yo usamos las palabras dentro de un código amistoso. Podemos tener claras nuestras posiciones y ser firmes en las críticas, pero desde la reivindicación amable. Nunca he querido resultar hiriente ni buscar la confrontación con mis canciones.
P. ¿Pueden pedirse ahora daños y perjuicios por la cancelación del evento con poco más de un mes de antelación?
R. No lo sé, porque todo esto es nuevo para nosotros. Nadie firma un contrato con seis meses de antelación y cláusulas de indemnización cuando la junta municipal ha decidido por unanimidad que quería programar tu concierto. ¿De dónde sacamos ahora el dinero para pagar a unos abogados? Estamos negociando con el Ayuntamiento para que se nos abone la actuación, evidentemente, pero no sabemos qué va a suceder.
P. ¿Ha pensado que este episodio le puede reportar cierta popularidad?
R. No quiero salir en el telediario porque me cancelen un concierto que es una circunstancia que no depende de mí. No deseo esa publicidad. Llevo toda la vida renunciando a las discográficas para preservar mi independencia. Creo en las carreras largas sólidas y coherentes, no en las popularidades circunstanciales.
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